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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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JOAQUÍN BALAGUER | EL CENTINELA DE LA FRONTERA<br />

San Juan <strong>de</strong> la Maguana el 7 <strong>de</strong> julio la parte final <strong>de</strong> la instrucción, Santana se vio obligado a<br />

encarar en el Cibao la rebelión que puso en peligro la estabilidad <strong>de</strong> la situación nacida <strong>de</strong>l pronunciamiento<br />

militar <strong>de</strong>l 9 <strong>de</strong> mayo. Cuando regresó <strong>de</strong> Santiago, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> or<strong>de</strong>nar, según su<br />

costumbre, el fusilamiento <strong>de</strong> Felipe Bidó, presunto cabecilla <strong>de</strong> la revuelta, se <strong>de</strong>dicó a preparar<br />

las elecciones en que impuso como candidato oficial a Buenaventura Báez. A principios <strong>de</strong> septiembre,<br />

poco antes <strong>de</strong> abandonar el po<strong>de</strong>r, Santana se apresuró a or<strong>de</strong>nar las últimas medidas<br />

relacionadas con la instrucción <strong>de</strong>l proceso. Los Generales Román Franco Bidó y Juan Esteban<br />

Aybar fueron comisionados para recibir el pérfido y amañado testimonio <strong>de</strong> dos favoritos <strong>de</strong>l<br />

hatero: Abad Alfau y Ricardo Miura, el primero más español que dominicano, y el segundo una<br />

especie <strong>de</strong> pavo real <strong>de</strong> la corte <strong>de</strong> Santana. Algunos días <strong>de</strong>spués, el 24 <strong>de</strong> septiembre, asumió<br />

Báez la presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la República. El nuevo mandatario llegó al po<strong>de</strong>r con i<strong>de</strong>as liberales y sus<br />

primeros actos revelaron en él la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> labrarse una personalidad propia. En vez <strong>de</strong> actuar<br />

como un simple instrumento <strong>de</strong> Santana, como lo creyó su patrocinante, actuó sorpren<strong>de</strong>ntemente<br />

con autonomía política iniciando una guerra marítima ofensiva contra Haití y ro<strong>de</strong>ando<br />

la ventilación <strong>de</strong>l proceso contra Duvergé <strong>de</strong> una atmósfera <strong>de</strong> libertad absoluta. Los miembros<br />

<strong>de</strong>l Consejo <strong>de</strong> Guerra actuaron con in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y escribieron con honra<strong>de</strong>z una página <strong>de</strong><br />

honor en la historia <strong>de</strong> la justicia dominicana.<br />

Es obvio que Santana incurrió, al procesar a Duvergé, en varios errores <strong>de</strong> perspectiva<br />

histórica. El proceso en sí, en primer término, en vez <strong>de</strong> disminuir la figura <strong>de</strong>l héroe, ha<br />

contribuido a realzar sus méritos como guerrero y como ciudadano. De las <strong>de</strong>claraciones<br />

<strong>de</strong> los testigos y <strong>de</strong> las actitu<strong>de</strong>s asumidas en las audiencias por el propio acusador fiscal,<br />

se infiere que Duvergé no sólo gozó <strong>de</strong>l respeto y la admiración <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s hombres <strong>de</strong><br />

armas que lo acompañaron en las proezas <strong>de</strong> 1845 y 1849, sino que fue también un patriota<br />

ejemplar y un <strong>de</strong>chado <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s privadas. Todos encarecen la pulcritud con que administró<br />

los fondos <strong>de</strong>l Estado y el único vicio que le enrostran es su afición al juego <strong>de</strong> gallos,<br />

<strong>de</strong>porte <strong>de</strong> guerreros, e inocente solaz que compartía con sus tropas en los breves paréntesis<br />

<strong>de</strong> sus seis años continuos <strong>de</strong> campañas militares.<br />

Cuando se hurga en su conducta con <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> afearla con algún exceso <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r o con<br />

algún rasgo <strong>de</strong> <strong>de</strong>bilidad militar, el hecho invocado no empequeñece sino que más bien<br />

agranda moralmente su estatura. Así ocurre con la actitud asumida por el prócer con el<br />

batallón <strong>de</strong> La Vega, al que <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> en masa por su falta <strong>de</strong> amor al servicio con palabras<br />

en que la energía cortés rivaliza con la rectitud con que era preciso actuar para restablecer<br />

la disciplina amenazada; y así suce<strong>de</strong> también en el caso <strong>de</strong> las mujeres para quienes el fanático<br />

Pedro Florentino pedía el fusilamiento sumario por supuestas labores <strong>de</strong> espionaje<br />

al servicio <strong>de</strong>l enemigo, inci<strong>de</strong>nte que el prócer zanja con un rasgo <strong>de</strong> magnanimidad que<br />

brotó como una flor extraña en aquel campamento <strong>de</strong> soldados.<br />

Otro error en que se incurrió en la elaboración <strong>de</strong>l expediente con que se quiso oscurecer<br />

la reputación <strong>de</strong>l prócer, fue el <strong>de</strong>l poco tacto con que se manifestaron ante las comisiones<br />

inquisitoriales los favoritos <strong>de</strong> Santana. Así, la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> Abad Alfau, una <strong>de</strong> las piezas<br />

capitales <strong>de</strong> la infamia, resultó un arma <strong>de</strong> dos filos que el <strong>de</strong>tractor manejó con evi<strong>de</strong>nte<br />

torpeza. El historiador Sócrates Nolasco señala con admirable precisión el resultado catastrófico<br />

que esas <strong>de</strong>claraciones han tenido para el prestigio militar <strong>de</strong> Santana: “Según el último<br />

testimonio (el <strong>de</strong> Alfau), Pedro Santana no fue el hábil capitán que escogió el lugar para la<br />

Batalla <strong>de</strong> Las Carreras. Fue Antonio Duvergé quien, por instinto o por pericia, estudió y<br />

escogió el campo favorable y enseñó sobre el terreno las habenidas y las bentajas propicias<br />

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