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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES<br />

cuantos conmilitones que abogaron con fervor por la continuación <strong>de</strong> la hermandad, yo me<br />

pronuncié con no menos ímpetu y vehemencia en pro <strong>de</strong> la congruente transformación <strong>de</strong><br />

la hermandad en una organización partidista, pero comprometida a mantener y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />

la misma intransigente consigna <strong>de</strong> incondicional restitución <strong>de</strong> la soberanía nacional que<br />

había venido siendo tremolada por la hermandad nacionalista durante los largos años <strong>de</strong><br />

angustia, <strong>de</strong> humillación y <strong>de</strong> dolor –que las fuerzas extranjeras venían <strong>de</strong>tentando por la<br />

razón sin razón <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l más fuerte.<br />

Alegué yo en sustentación <strong>de</strong> mi tesis el criterio expresivo <strong>de</strong> que si se omitía trasmutar la<br />

hermandad en un partido, para la acción o para la abstención –agrupación que dado su caudal<br />

humano habría sido prepon<strong>de</strong>rante ban<strong>de</strong>ría–, al revitalizarse las viejas ban<strong>de</strong>rías ante la perspectiva<br />

<strong>de</strong> las elecciones generales que prometía el plan <strong>de</strong> evacuación condicional, se renovarían en<br />

el ánimo <strong>de</strong> los actuales militantes los antiguos intereses y pasiones, provocando, cual aconteció,<br />

un <strong>de</strong>slizamiento masivo <strong>de</strong> elementos que ten<strong>de</strong>rían a reocupar sus abandonadas posiciones<br />

en los vetustos partidos que durante el cautiverio <strong>de</strong> la intervención parecían extinguidos para<br />

siempre bajo el cargo <strong>de</strong> conciencia que a todos ellos les hacía sentir la acusadora culpa <strong>de</strong> los<br />

errores y las imprevisiones <strong>de</strong> un pasado lleno <strong>de</strong> tan lamentables <strong>de</strong>saciertos.<br />

<br />

El predicamento <strong>de</strong> los que como yo vieron claro el inmediato porvenir al fin prevaleció.<br />

Pero la romántica hermandad vino a convenirse en organizada acción política tardíamente,<br />

cuando ya gran número <strong>de</strong> los nacionalistas se había trasegado a las filas <strong>de</strong> sus pretéritas<br />

ban<strong>de</strong>rías, <strong>de</strong>bilitando con ese trasiego, hasta la impotencia, las impresionantes legiones <strong>de</strong><br />

la prece<strong>de</strong>nte hermandad nacionalista.<br />

En el momento actual <strong>de</strong> la vida política <strong>de</strong>l país, contaminado el nuevo partido por<br />

los antagónicos intereses circundantes, había perdido parte <strong>de</strong> sus prístinas disciplinas conceptuales<br />

y estaba actuando ahora, en inferioridad numérica, como otra <strong>de</strong> las disputantes<br />

ban<strong>de</strong>rías políticas, salvo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, la irretractable reserva <strong>de</strong> su idiosincracia primordial.<br />

Ya no lo encabezaba Américo Lugo, viviente representación <strong>de</strong> las más puras esencias<br />

<strong>de</strong>l auténtico nacionalismo –ajeno a todo comercio transaccional– si bien en los métodos <strong>de</strong><br />

acción este ilustre paladín solía exagerar los agudos tonos <strong>de</strong> su recalcitrancia.<br />

Era el Dr. Hernán<strong>de</strong>z quien ahora dirigía el partido; un hombre fundamentalmente<br />

tan nacionalista como Lugo, pero temperamento político y susceptible <strong>de</strong> ser sorprendido<br />

en su candor, como lo fue, por la malicia sin fronteras <strong>de</strong> Trujillo, quien se pintó a sus ojos<br />

como el suspirado revocador <strong>de</strong> todos los vicios, <strong>de</strong> todos los errores y <strong>de</strong> todos los males<br />

<strong>de</strong> nuestro reciente pasado histórico.<br />

Los nacionalistas residuales, es <strong>de</strong>cir, los que seguían fieles a las filas <strong>de</strong>l partido recién<br />

organizado, eran patriotas <strong>de</strong> pura cepa; y lo fundamental, entonces como ahora, era eso: ser<br />

patriota. Pero a veces esa sublime cualidad sufre quebranto en su efectividad práctica por la<br />

sencilla razón <strong>de</strong> que para el cumplimiento <strong>de</strong> sus ingentes fines no basta la emoción patriótica;<br />

pues para po<strong>de</strong>r producir sus efectos ésta necesita ser acompañada <strong>de</strong> la virtud y la sabiduría.<br />

En otras palabras, no basta la nobilísima emoción si a ésta le falta el complemento <strong>de</strong> la luz direccional.<br />

Esa carencia, <strong>de</strong>jándose sentir en el momento crítico, fue la <strong>de</strong>ficiencia que más perjudicó<br />

el éxito <strong>de</strong> los principios que el partido había heredado <strong>de</strong> la hermandad antece<strong>de</strong>nte.<br />

Uno <strong>de</strong> los vicios que minaron la consistencia y frustraron el supuesto éxito <strong>de</strong> la hermandad<br />

en partido político trocada, fue la fantasmagórica suspicacia contra la lealtad <strong>de</strong><br />

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