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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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<strong>de</strong> este adolescente afiebrado. El bozo, en primer término, apunta ya nerviosamente sobre<br />

su labio, y tien<strong>de</strong> a adquirir un color oscuro que contrasta con el oro pálido <strong>de</strong> la cabellera<br />

ensortijada; el mentón anguloso acentúa por su parte el aire varonil, y bajo la mansedumbre<br />

<strong>de</strong> la mirada, no obstante <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> ella una suavidad extraordinaria, se adivina la<br />

energía <strong>de</strong>l carácter, tal como por el brillo <strong>de</strong> la hoja se infiere el temple <strong>de</strong>l acero.<br />

Cuando la nave abandona el río y se a<strong>de</strong>ntra en el mar, sereno en aquel momento<br />

bajo la plenitud <strong>de</strong> la mañana, los ojos <strong>de</strong> Duarte se clavan en la Torre <strong>de</strong>l Homenaje, el<br />

viejo bastión erguido frente al Océano, y <strong>de</strong> súbito su semblante <strong>de</strong> adolescente se entristece:<br />

la última visión <strong>de</strong> la patria que contempla allá en la lejanía es la <strong>de</strong> la ban<strong>de</strong>ra<br />

<strong>de</strong> Haití, enseña intrusa que flota sobre la fortaleza colonial como un símbolo <strong>de</strong> esclavitud<br />

y <strong>de</strong> ignominia. Tal vez <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese instante nació en su pensamiento el propósito<br />

<strong>de</strong> volver un día a redimir a su pueblo <strong>de</strong> tamaña afrenta y a bajar <strong>de</strong> aquella torre la<br />

enseña usurpadora.<br />

La niñez<br />

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

Era aquélla la primera vez que Duarte se <strong>de</strong>sprendía <strong>de</strong>l calor <strong>de</strong> su hogar, en don<strong>de</strong><br />

había hasta entonces vivido como un niño mimado. Des<strong>de</strong> que nació, el 26 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1813,<br />

apuntaron en él, junto con una simpatía cautivante, presente siempre en el candor <strong>de</strong> la sonrisa<br />

y en la profundidad azulosa <strong>de</strong> las pupilas que tenían algo <strong>de</strong> la inocencia <strong>de</strong>l agua, <strong>de</strong>l<br />

agua que <strong>de</strong>be el color azul a su pureza, las fallas propias <strong>de</strong> una constitución <strong>de</strong>licada.<br />

Su naturaleza enfermiza dio naturalmente lugar a que sus padres lo regalaran <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cuna<br />

con los cuidados y atenciones <strong>de</strong> una vigilancia amorosa. La sorpren<strong>de</strong>nte inteligencia <strong>de</strong>l niño,<br />

unida a su índole dulce y a su carácter blando, tendieron a aumentar con los años la solicitud<br />

paterna. La madre, doña Manuela Diez, se encargó personalmente <strong>de</strong> dirigir sus primeros pasos<br />

y <strong>de</strong> rasgar ante sus ojos los velos <strong>de</strong>l alfabeto. Con tal interés <strong>de</strong>sempeñó su misión, secundada<br />

por el propio discípulo que supo respon<strong>de</strong>r <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer día a esa ternura, que ya a la edad<br />

<strong>de</strong> seis años dominaba Duarte el abecedario y repetía <strong>de</strong> memoria el catecismo, enseñanza que<br />

sembró en su alma los primeros gérmenes <strong>de</strong> una viva sensibilidad religiosa.<br />

Pero no es sólo <strong>de</strong>l corazón <strong>de</strong> los padres <strong>de</strong> don<strong>de</strong> fluye la ola <strong>de</strong> ternura que ro<strong>de</strong>a a<br />

Duarte en los días felices <strong>de</strong> la infancia. Su dulzura y su docilidad naturales le conquistan<br />

también el amor <strong>de</strong> los extraños. La sirvienta que ayuda en los quehaceres domésticos<br />

a doña Manuela, una mestiza <strong>de</strong> ojos pardos y <strong>de</strong> genio locuaz, no pue<strong>de</strong> escon<strong>de</strong>r sus<br />

preferencias por el niño <strong>de</strong> gue<strong>de</strong>jas doradas. Los vecinos acu<strong>de</strong>n a su vez a prodigar sus<br />

caricias al predilecto <strong>de</strong> la casa. Una dama principal, la señora doña Vicenta <strong>de</strong> la Cueva,<br />

esposa <strong>de</strong>l señor Luis Mén<strong>de</strong>z, regidor <strong>de</strong>l Ilustre Ayuntamiento <strong>de</strong> Santo Domingo, lleva<br />

a Duarte a la pila <strong>de</strong>l bautismo, el 24 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1813, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces lo hace objeto <strong>de</strong><br />

una predilección apasionada.<br />

Una amiga íntima <strong>de</strong> doña Manuela, la señora <strong>de</strong> Montilla, cautivada por la precocidad<br />

<strong>de</strong> Duarte, se ofrece espontáneamente a guiar la educación <strong>de</strong>l infante. Bajo su dirección<br />

realiza el tierno discípulo progresos extraordinarios. Ya a los siete años posee todos los conocimientos<br />

que necesita para po<strong>de</strong>r ingresar en una <strong>de</strong> las escuelas públicas que aún sostiene<br />

el Ayuntamiento en la antigua capital <strong>de</strong> la colonia. El primer día que asiste a este plantel,<br />

don<strong>de</strong> la enseñanza se reduce al catecismo y a nociones científicas rudimentarias, escribe en<br />

su cua<strong>de</strong>rno toda una plana que el maestro enseña a los <strong>de</strong>más alumnos como un mo<strong>de</strong>lo<br />

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