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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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JUAN BOSCH | DAVID, BIOGRAFÍA DE UN REY<br />

Pero Nabal <strong>de</strong>spachó a los emisarios con las manos vacías y con palabras fuertes. Cuando<br />

esos emisarios llegaron a presencia <strong>de</strong> David y repitieron lo dicho por Nabal, David <strong>de</strong>cidió<br />

hacerse respetar y él mismo se puso a la cabeza <strong>de</strong> una partida <strong>de</strong> cuatrocientos hombres,<br />

jurando “que castigue Dios a su siervo David si <strong>de</strong> aquí al alba queda con vida un solo “hombre<br />

en todo lo <strong>de</strong> Nabal”. Él mismo explicaría a Abigail que “muy en vano he guardado yo<br />

todo cuanto ese hombre tiene en el <strong>de</strong>sierto, y he hecho que nada <strong>de</strong> lo suyo le faltara; me<br />

ha pagado mal por bien” (I Sam., 25: 20 al 23).<br />

¿No es ése el lenguaje <strong>de</strong> un jefe <strong>de</strong> banda? David consi<strong>de</strong>ra que a él hay que pagarle<br />

tributos sin que ni la costumbre ni acuerdo alguno con los propietarios <strong>de</strong> la zona consagren<br />

ese supuesto <strong>de</strong>recho suyo. Claro que hay una ley, superior a todas, que es la <strong>de</strong> la necesidad.<br />

Los que tienen medios <strong>de</strong>ben mantener a sus hombres, y sin sus hombres él está perdido en<br />

la lucha con Saúl; a cambio <strong>de</strong> esos medios él ofrece protección armada. Aquí lo <strong>de</strong>smedido es<br />

el lenguaje, la forma altanera en que David se expresa. Pues si la necesidad le obliga, ningún<br />

precepto lo autoriza, y la diferencia entre una cosa y otra exige que hable como quien solicita,<br />

no como quien or<strong>de</strong>na. Pero or<strong>de</strong>naba, y se imponía por el terror, como a lo largo <strong>de</strong> los tiempos<br />

lo han hecho otros jefes <strong>de</strong> bandas, esto es, cabecillas <strong>de</strong> gentes al margen <strong>de</strong> la ley.<br />

Lo que distingue al David <strong>de</strong> ese momento <strong>de</strong> otros jefes <strong>de</strong> banda es que no actúa como<br />

un <strong>de</strong>predador; no va <strong>de</strong> aquí para allá cometiendo tropelías, sino que se limita a ofrecer<br />

protección a cambio <strong>de</strong> sustento para él y los suyos. Por otra parte, otros jefes <strong>de</strong> bandas no<br />

llegaron a ser reyes; él sí, y por cierto un gran rey, aunque quizá no habría alcanzado esa<br />

categoría si antes no se hubiera fundado el reino. Habiendo servido al monarca y consciente<br />

<strong>de</strong> lo que significaba la monarquía, David no se rebajaba a ser un mero<strong>de</strong>ador <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto<br />

sino que se consi<strong>de</strong>raba una víctima <strong>de</strong> la injusticia, y esperaba la hora <strong>de</strong> su reivindicación.<br />

Tal vez otra hubiera sido su conducta <strong>de</strong> no haber fundado Samuel la monarquía, pues fue<br />

en ella don<strong>de</strong> David halló la atmósfera necesaria para el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> su genio político. Eso<br />

explica por qué hemos dicho en las primeras páginas <strong>de</strong> este libro que Samuel y David son<br />

dos figuras complementarias. Samuel sembró el árbol a cuya sombra prosperaría la simiente<br />

llamada David, pero David estaba llamado a regar y fortalecer ese árbol en forma tal que<br />

sus ramas cubrirían la historia <strong>de</strong> Israel por mucho tiempo.<br />

Supo Abigail lo que iba a hacer David y <strong>de</strong>cidió salirles al paso a los acontecimientos<br />

sin consultar a su marido. Era una mujer animosa, segura <strong>de</strong> su belleza y <strong>de</strong> su inteligencia.<br />

Por lo <strong>de</strong>más, allí don<strong>de</strong> el hombre tiene que meditar para hallar una i<strong>de</strong>a buena, la mujer<br />

la encuentra <strong>de</strong> golpe, por instinto. Abigail no perdió tiempo y cogió doscientos panes, dos<br />

odres <strong>de</strong> vino, cinco carneros a<strong>de</strong>rezados, cinco medidas <strong>de</strong> trigo tostado, cien atados <strong>de</strong><br />

uvas pasas y doscientos <strong>de</strong> higos secos; esto es, comida para más <strong>de</strong> doscientos hombres.<br />

Hizo cargar esas provisiones en asnos, <strong>de</strong>spachó a unos cuarenta siervos con ellas y se puso<br />

en marcha ella misma. En el camino encontró a David, que iba hacia el Carmel dispuesto<br />

a exterminar a Nabal y a todos sus hombres. He aquí las hermosas palabras que Abigail<br />

dirigió a David, una vez le hubo visto y tras haberse echado a sus pies:<br />

“Caiga sobre mí, señor, la falta. Deja que te hable tu esclava y escucha sus palabras. No haga<br />

cuenta mi señor <strong>de</strong> ese malvado <strong>de</strong> Nabal, por que es lo que su nombre significa, un necio, y<br />

está loco. Yo, mi señor, no vi a los que mi señor envió. Y ahora, mi señor, como vive Yavé, que<br />

te ha preservado Yavé <strong>de</strong> <strong>de</strong>rramar sangre y tomar por tu mano la venganza, ojalá que todos tus<br />

enemigos y cuantos te persigan sean como Nabal. Ahí tienes este presente, que tu sierva trae a mi<br />

señor, que se reparta entre la gente que sigue a mi señor. Perdona, te ruego, la falta <strong>de</strong> tu sierva,<br />

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