23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO<br />

complicados como el que <strong>de</strong>seaba yo realizar; en estilo elegante; en forma correcta, y lleno<br />

<strong>de</strong> interés, en todo digno <strong>de</strong> aquel a quien yo lo <strong>de</strong>dicaba.<br />

xLVIII<br />

En tanto que el sol <strong>de</strong> mayo lucía como ha podido verse, iluminando mi cielo constantemente<br />

y proyectando sobre mí sus suaves resplandores, el astro sol sufría a mis ojos eclipses<br />

muy frecuentes y a veces prolongados.<br />

Pasaban hasta tres meses, sin que yo viera a Don Emiliano, ni recibiera <strong>de</strong> él noticias<br />

directas. Ya he dicho que nunca me escribía. Tenía noticia suya por su amable esposa con<br />

quien sostenía relaciones casi diarias, consecuente siempre con mi manera <strong>de</strong> ser.<br />

Vivía él en el campo la mayor parte <strong>de</strong>l tiempo, en sus propieda<strong>de</strong>s rurales, principalmente<br />

en Antoncy, la más lejana.<br />

Creíale yo alejado <strong>de</strong> la política, tan completamente como yo lo estuviera. Y más me<br />

confirmaba en esta creencia, el silencio que respecto <strong>de</strong> ella guardaba cuando iba a casa,<br />

entre días, a su vuelta a la ciudad, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cada eclipse. Interesábase él por mi salud,<br />

por nuestros negocios; por mis trabajos literarios mismos, siendo él noble e ilustrado en<br />

todas las materias, hablábamos <strong>de</strong> asuntos <strong>de</strong> familia. Siempre íntimamente o siempre con<br />

afectuosidad; siempre confiado en nuestra recíproca amistad. Pero los asuntos públicos no<br />

se mencionaban durante las horas que él me <strong>de</strong>dicaba en cada visita.<br />

A principio <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1902 fue que un día, tocóse entre nosotros ese punto, como antes.<br />

Dispúsose él a partir para Antoncy e iba a casa a <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> mí. No sé cómo abordamos la<br />

cuestión política. ¿Quiso tal vez mi amigo, teniendo en su conciencia lo que se premeditaba,<br />

no <strong>de</strong>jarme ignorar completamente la situación presente, recordando el interés profundo<br />

que me inspiraban los sucesos <strong>de</strong>l país? Creo que sí, porque, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> callar por tanto<br />

tiempo, se <strong>de</strong>sató a hablarme con toda expansión. Hízome revelaciones importantes que<br />

inmediatamente alarmaron mi patriotismo. Formuló cargos graves contra el gobierno; exhaló<br />

quejas en favor <strong>de</strong>l general Horacio Vásquez, vice-presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la República, pintándome<br />

la situación <strong>de</strong> éste como insostenible en el puesto que ocupaba; mostrómele ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong><br />

peligros; amenazado <strong>de</strong> muerte; tanto dijo, que me interesó vivamente por el antiguo jefe<br />

<strong>de</strong> la revolución <strong>de</strong>l 26 <strong>de</strong> Julio. Des<strong>de</strong> entonces sentí por Don Horacio gran<strong>de</strong>s simpatías.<br />

Creí compren<strong>de</strong>r que se preparaba algo muy serio. Me abismé.<br />

—¡Don Emiliano, por Dios! ¿Será posible que se piense en una revolución? ¡Eso sería<br />

un <strong>de</strong>sastre! ¿Tan pronto, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Lilís? ¡Es preciso evitarlo, Don Emiliano!<br />

¡Es preciso que eso no sea!<br />

—Reconozco, Amelia, que las revoluciones siempre hacen daño. No es que se quiera<br />

provocarla, pero también. ¿Cree usted justo que nadie se sacrifique, sin beneficio para el<br />

país? Por patriotismo, sí, pero, ¿para que otros se lucren?<br />

—¡Usted me inquieta! Ya me ha alarmado. No voy a vivir en paz, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lo que<br />

usted me ha dicho.<br />

—¡No se atormente, Amelia! Tal vez todo se arregle y nada suce<strong>de</strong>rá.<br />

Esta era siempre su manera <strong>de</strong> calmarme.<br />

Y yo creía tanto en él que me tranquilizaba. Tenía fe en su palabra; confiaba en su sabiduría:<br />

para mí era un oráculo; no dudaba <strong>de</strong> que con la gran habilidad política que yo le<br />

suponía e inspirado por su acendrado patriotismo, le fuera dado en<strong>de</strong>rezar todo lo torcido;<br />

enmendar la situación: salvarlo todo.<br />

281

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!