23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

HERIBERTO PIETER | AUTOBIOGRAFÍA<br />

<strong>de</strong> los años tuvo orgullo <strong>de</strong> llegar a ser tía segunda <strong>de</strong> un tristemente célebre fantoche<br />

universal llamado Rubí–, me acomodaron, me dieron <strong>de</strong> comer i acondicionaron al pobre<br />

animal que me cargó durante ese viaje. Al anochecer el Jral. Toribio llegó a la farmacia.<br />

Allí hablamos largo. I al <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> nosotros me dijo que nos veríamos al día siguiente<br />

antes <strong>de</strong> un viaje que tenía preparado para ir a Moca. Dormí en la botica sobre un catre no<br />

mui cómodo, casi igual al que yo ocupaba cuando era practicante en el Hospital Militar<br />

<strong>de</strong> Santo Domingo.<br />

Al otro día, entre el Dr. Rossi y Toribio me llevaron a ver una casa vacía cerca <strong>de</strong> la<br />

botica. La alquilé. Una familia vecina me facilitó algunos muebles. Yo seguía comiendo en<br />

la farmacia. Así di comienzo a mis primeros atareos profesionales en Juana Núñez.<br />

—Había allí otra farmacia. Al saber que un médico recién llegado a ejercer en ese pueblo,<br />

el dueño <strong>de</strong> ese establecimiento, un martiniqueño (o guadalupeño) llamado Alberto Pillier,<br />

ex-practicante <strong>de</strong> Medicina en un rejimiento colonial francés, se apresuró a visitarme para<br />

ofrecerme sus servicios en la confección <strong>de</strong> mis recetas. Pero no me manifestó que también<br />

era uno <strong>de</strong> los tantos curan<strong>de</strong>ros que atendían a los enfermos en esos lares. Un joven <strong>de</strong><br />

apellido Calventi, le preparaba los remedios que indicaba a sus clientes. Esa visita no fue<br />

agradable para el Dr. Rossi, quien me puso en guardia contra los curan<strong>de</strong>ros i <strong>de</strong>más traficantes<br />

con pacientes en esa al<strong>de</strong>a i sus contornos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> cerca <strong>de</strong> La Vega i otros campos<br />

aledaños.<br />

Semanas <strong>de</strong>spués llegó allí un santiagueño, <strong>de</strong> apellido Pons, que fabricaba baúles i<br />

maletas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra forradas con hojalata, i casi enseguida, al saber que yo era médico, me<br />

visitó para <strong>de</strong>cirme que él ya había hecho un pedido <strong>de</strong> medicinas para ofrecerlas a mis<br />

clientes.<br />

Como era natural entre boticarios, se orijinó un pujilato comercial tan violento i tan<br />

peligroso para mis primeros enfermos i para mí mismo, que resolví pedir algunas drogas al<br />

Licdo. <strong>de</strong> Moya, en San Fco. <strong>de</strong> Macorís, i preparar yo mismo, lo que era menester. Tal era<br />

–i continúa siendo– la costumbre en todo el Cibao, cuya práctica también se ha implantado<br />

en muchos consultorios <strong>de</strong> nuestra profesión.<br />

A pesar <strong>de</strong> haber tomado esa provi<strong>de</strong>ncia, tres contrincantes en ese negocio no perturbaron<br />

mis tareas. Sus respectivos familiares acudían a mí para consultar sus achaques, que<br />

no eran pocos ni recientes. Salvé <strong>de</strong> la muerte a la esposa <strong>de</strong> Pillier, quien agra<strong>de</strong>cido por<br />

ello, me llevaba sus propios parroquianos.<br />

Entre los nuevos amigos que gané allá figuran, el Rev. Padre Bornia, ilustrado sacerdote,<br />

mimado <strong>de</strong> su grei. Su espíritu caritativo siempre presto para dar la consolación cuando<br />

sufrían duelos, otros percances i alegría en los momentos <strong>de</strong> júbilo social durante las fiestas<br />

patronales <strong>de</strong> su feligresía.<br />

Primeros amigos en Juana Núñez<br />

Varios caballeros <strong>de</strong> ese villorrio i sus alre<strong>de</strong>dores no sabían cómo endulzar mi soledad.<br />

Debo nombrar entre otros a D. Panchito Ariza, a Ney Ortega, a Dimas Santana, a los Almánzar,<br />

a los González, los Forestieri, a Don Antonio Delgado, afamado curan<strong>de</strong>ro, al anciano<br />

patriarca Don Florencio Amaro, viejo morador en el predio <strong>de</strong> Las Canas, en la orilla <strong>de</strong> ese<br />

paraíso. A propósito <strong>de</strong> este último señor, aún recuerdo el primer triunfo profesional que<br />

alcancé allí: Don Pancho Ariza fue informado <strong>de</strong> la gravedad en la salud <strong>de</strong> D. Florencio, que<br />

pa<strong>de</strong>cía según le dijeron, <strong>de</strong> mal <strong>de</strong> orina. Como aquel era uno <strong>de</strong> los mejores amigos suyos,<br />

69

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!