23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Los latidos <strong>de</strong> mi corazón se suspendieron; un zumbido vago lastimó mi oído perturbado:<br />

mi lengua enmu<strong>de</strong>ció.<br />

En aquel mismo instante, como si quisiera corroborar las palabras <strong>de</strong> mi pobre mensajero,<br />

un golpe <strong>de</strong> campana, que juzgué terrible, se <strong>de</strong>jó oír.<br />

Era la gran campana <strong>de</strong> la catedral, anunciadora <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> los arzobispos, la que,<br />

con su voz <strong>de</strong> bronce formidable, lanzaba al viento la funesta nueva, haciendo saber así a la<br />

grey dominicana, sobrecogida, que su amado Pastor acababa <strong>de</strong> fenecer.<br />

¡Inmediatamente siguió a la fatal campanada, el sonido lamentable, plañi<strong>de</strong>ro, <strong>de</strong> todos<br />

los <strong>de</strong>más templos <strong>de</strong> la ciudad!<br />

¿Qué fue <strong>de</strong> mí? ¿Podría <strong>de</strong>cirse? ¡Oh no! ¡No hay palabras!…<br />

Para expresar, para dar a conocer lo que siente un corazón ya lacerado, cuando le<br />

<strong>de</strong>sgarran las más íntimas fibras. Lo que pasa en un cerebro que se pier<strong>de</strong> en un crepúsculo<br />

<strong>de</strong> tinieblas. Lo que experimenta un espíritu que se abisma en lo infinito <strong>de</strong>l sufrimiento<br />

humano. ¡No! ¿Palabras? ¡No las hay! ¡No pue<strong>de</strong> haberlas!<br />

Sobre las almohadas <strong>de</strong>l lecho, en que me había incorporado, ansiosamente, caí anonadada,<br />

¡sin que para <strong>de</strong>sahogar mi dolor inmenso, tuviera yo una lágrima, un sollozo!<br />

¡Lo único que salió <strong>de</strong> mi pecho, presa <strong>de</strong> agonía mortal, fue un gemido sordo, continuo,<br />

prolongado! ¡Gemido que acongojaba al que lo oyera porque era más triste que el estertor<br />

<strong>de</strong> una verda<strong>de</strong>ra agonía!<br />

...............................................................................................................<br />

...............................................................................................................<br />

¡Raro fenómeno! ¡Coinci<strong>de</strong>ncia singular! Tan luego como resonara en el espacio la fatal<br />

campanada, y como acompañamiento <strong>de</strong>l lúgubre sonido <strong>de</strong> las <strong>de</strong>más campanas, comenzó<br />

a caer sobre la Ciudad Primada, una llovizna fría, menuda, <strong>de</strong>nsa, prolongada; ¡pareciendo<br />

que hasta la naturaleza se hallaba conmovida por el anuncio <strong>de</strong> la triste nueva!<br />

Esa llovizna <strong>de</strong> penoso invierno en pleno estío, que parecía enlutar la atmósfera y entristecer<br />

hasta el ambiente, fue algo así como si el cielo <strong>de</strong> la patria <strong>de</strong> Monseñor <strong>de</strong> Meriño,<br />

<strong>de</strong> duelo también, ¡<strong>de</strong>rramara dolorosas lágrimas sobre la tumba ilustre que se abría en el<br />

mismo momento!<br />

Al sentirla en medio <strong>de</strong> mi anonadamiento, tuve un <strong>de</strong>lirio.<br />

Creí percibir la voz <strong>de</strong> Dios, que invisible en su inconmensurable altura, clamaba potente<br />

a la patria dominicana:<br />

—Llora, ¡sí! ¡llora la pérdida <strong>de</strong> tu hijo más preclaro! ¡Vierte tu amargo llanto sobre su cadáver<br />

aún no yerto; mas sabe que el alma que yo di a ese bueno está conmigo; que en el seno <strong>de</strong><br />

mi gloria reposa, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que ha entrado en la inmortalidad!<br />

...............................................................................................................<br />

...............................................................................................................<br />

¡Y esas palabras divinas fueron consuelo sublime a mi dolor!<br />

FIN<br />

AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO<br />

313

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!