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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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HÉCTOR INCHÁUSTEGUI CABRAL | EL POZO MUERTO<br />

¿Es el paisaje, y hasta las figuras <strong>de</strong>l paisaje, una consecuencia <strong>de</strong>l arte, o por el contrario<br />

es el arte el que conforma paisajes y figuras? La culpa <strong>de</strong> la disparidad <strong>de</strong> criterio la tenía<br />

Oscar Wil<strong>de</strong>. Todos le habíamos leído. Cada quien tomaba partido y la discusión volvía a<br />

encen<strong>de</strong>rse bajo la noche.<br />

Yo me reía <strong>de</strong> la pretensión <strong>de</strong> Wil<strong>de</strong>. Allá los ingleses cuyas puestas <strong>de</strong> sol necesitan <strong>de</strong><br />

las indicaciones <strong>de</strong> los artistas. Aquí en el Trópico el sol para ponerse o para levantarse no<br />

pi<strong>de</strong> consejos a nadie, no necesita que le señale la moda los colores que <strong>de</strong>be emplear.<br />

Se objetaba: las puestas <strong>de</strong> sol es posible que sean iguales <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que el mundo es mundo,<br />

con las indispensables variaciones <strong>de</strong> estación y latitud, pero el hombre sólo ve lo que<br />

le meten por los ojos. No hay duda <strong>de</strong> que hemos visto más puestas <strong>de</strong> sol en almanaques<br />

malos o en buena pintura que en la realidad. El arte lo que hace es indicarle al observador<br />

cuáles son los colores que <strong>de</strong>be apreciar, las nubecillas <strong>de</strong> nácar que ha <strong>de</strong> tener en cuenta,<br />

el grado <strong>de</strong> arrebol que <strong>de</strong>be percibir. No es al pie <strong>de</strong> la letra una imitación, es más bien una<br />

limitación, y las fronteras a la realidad, las traza el arte, y con el arte nacen las modas y los<br />

modos <strong>de</strong> expresión humana. Apreciar, es también, en cierto modo, expresarse.<br />

Si el arte fuera sencillamente una cosa en sí, bien poco valdría. Vale porque es la visión,<br />

estilizada, <strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong> la naturaleza, <strong>de</strong> las formas, <strong>de</strong> los sentimientos, según <strong>de</strong>l arte <strong>de</strong><br />

que se tratara. Si un país como el nuestro que requiere que le vean con mejores ojos, que se<br />

le retrate más a<strong>de</strong>cuadamente, que se le ame con ardor y con ciencia, se echara en brazos<br />

<strong>de</strong> la tesis <strong>de</strong> que el arte es el padre <strong>de</strong> la realidad, nada habría que hacer, y eso <strong>de</strong>l arte<br />

por el arte no es más que consecuencia <strong>de</strong>l empeño <strong>de</strong> los artistas <strong>de</strong> darse importancia, <strong>de</strong><br />

preten<strong>de</strong>r el papel principal <strong>de</strong>l mundo, y eso es herejía.<br />

Si separamos arte y realidad, si consi<strong>de</strong>ramos el arte como a un Dios al cual hay que<br />

rendirle pleitesía porque ha venido a la tierra a buscar alabanza, estamos perdidos. El arte<br />

tiene que ponerse al servicio <strong>de</strong> la realidad, al servicio <strong>de</strong>l hombre. Arte sin función trascen<strong>de</strong>nte,<br />

incapaz <strong>de</strong> contribuir al mejoramiento <strong>de</strong> las costumbres, al entendimiento más<br />

sano entre los hombres, a borrar injusticias, a establecer condiciones en que fuera posible el<br />

florecimiento <strong>de</strong> la virtud y el bien pasar <strong>de</strong> los virtuosos, estamos arreglados.<br />

Nuestra literatura, nuestra pintura –era una concesión a Amiama– tiene que ser nacional,<br />

es <strong>de</strong>cir, tiene que condicionarse a su medio. Si nos <strong>de</strong>dicáramos a copiar las excelentes<br />

obras que nos llegaban <strong>de</strong> Europa y <strong>de</strong> los países cabeza <strong>de</strong> América, podíamos echarnos<br />

a morir para siempre. Con eso no se ganaba nada y nuestro arte sería <strong>de</strong> segunda mano,<br />

copia, calco, y muchísimo peor cuando los mo<strong>de</strong>los eran franceses y teníamos que recibirlos<br />

a través <strong>de</strong> traducciones cuya honra<strong>de</strong>z y fi<strong>de</strong>lidad ninguno estaba en condiciones <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong>terminar.<br />

Nuestra obligación era seguir siendo nosotros mismos, combatir los <strong>de</strong>fectos, tirar por<br />

la borda el lastre <strong>de</strong> las preceptivas.<br />

—”Ahí está Moreno Jimenes”.<br />

Era como si explotara una bomba. La discusión se agriaba:<br />

—Moreno no es un artista. En sus versos hay <strong>de</strong>masiada realidad bruta, palabras feas,<br />

apoéticas. Escoge mal el ambiente, muchísimo peor el paisaje y los hombres y mujeres.<br />

“Rosa, Rosa, dame un gancho” –gritaba alguien en son <strong>de</strong> burla.<br />

Moreno, explicaba yo, no pue<strong>de</strong> pedirle a Rosa, una pobre muchacha, un chal <strong>de</strong> Cachemira,<br />

la zapatilla <strong>de</strong> cristal <strong>de</strong> la Cenicienta. Moreno busca, ruega por lo que se llama un<br />

fetiche sexual, que pue<strong>de</strong> ser un pren<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> brillantes o un gancho. –Llamamos gancho<br />

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