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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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siempre todo lo suyo y, en mi sistemático empeño <strong>de</strong> no <strong>de</strong>sagradarle, llegaba hasta no dar<br />

entrada en nuestra casa, ni aún a <strong>de</strong>udos míos que no fueran <strong>de</strong> su agrado.<br />

De ese modo, nos conllevábamos aunque nuestras dos naturalezas distaran <strong>de</strong> ser gemelas.<br />

Y nuestro matrimonio duró.<br />

xLI<br />

Don Juan Isidro Jimenes contestó al telegrama. Estaba satisfecho <strong>de</strong> todo y vendría al<br />

país con recursos. Esta última afirmación dio por resultado casi un fermento <strong>de</strong> entusiasmo<br />

por él. ¡La situación <strong>de</strong>l país, económicamente, era tan mala! Las arcas nacionales estaban<br />

vacías y muchas dificulta<strong>de</strong>s podían surgir, aún triunfando, por falta <strong>de</strong> dinero. La noticia<br />

cundió, causando alegría casi general.<br />

Lo que quedaba por hacer era forzar a Manolao* a renunciar pasivamente.<br />

En esto representé un papel brillante.<br />

Y me río al <strong>de</strong>cirlo porque ese trabajo fue muy sencillo.<br />

Mano Lao no tenía el menor amor a la presi<strong>de</strong>ncia. Rico e in<strong>de</strong>pendiente, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />

muerte <strong>de</strong> Heureaux que le dominaba, prefería vivir tranquilo a sostener una lucha por el<br />

po<strong>de</strong>r. Cerca <strong>de</strong> él tenía yo amigos que le servían <strong>de</strong> consejeros y eran muy atendidos por<br />

él. Des<strong>de</strong> el primer momento traté yo <strong>de</strong> hacerme oír <strong>de</strong> ellos, insinuándoles la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la<br />

renuncia <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte. Insistí <strong>de</strong> continuo. Unas veces se me escuchaba con atención; otras<br />

se me respondía que bien podía él conservar el mando el tiempo requerido por la Constitución<br />

que no era largo. Impaciente y temerosa, llegaba yo hasta amenazar, en nombre <strong>de</strong> los<br />

revolucionarios, aunque sin revelar que estuviera yo con ellos. Decía que tenía noticias <strong>de</strong><br />

que, si se les resistía, serían terribles las represalias que llevarían a cabo. Esto era efectivo<br />

para hacer penetrar el miedo en el ánimo <strong>de</strong>l pru<strong>de</strong>nte sucesor <strong>de</strong> Lilís. La presión ejercida<br />

por esos medios surtió feliz efecto. El presi<strong>de</strong>nte Figuereo renunció.<br />

He sabido, <strong>de</strong>spués, que el ilustre Don Manuel <strong>de</strong> Jesús Galván, mi buen amigo, y Don<br />

Fe<strong>de</strong>rico Henríquez y Carvajal, también ilustre y noble amigo mío, llamados por el presi<strong>de</strong>nte<br />

para que le sirvieran, <strong>de</strong>clinaron ese favor, sin concertarse, separadamente, porque así se lo<br />

aconsejaba su conciencia <strong>de</strong> patriotas, <strong>de</strong>jando compren<strong>de</strong>r a Mano Lao que la renuncia era<br />

el partido que a él le convenía tomar, para ser más digno en aquellos momentos <strong>de</strong> tanta<br />

trascen<strong>de</strong>ncia.<br />

Y muchos <strong>de</strong>bió haber en esos días memorables que sintieran conmovidas sus fibras<br />

patrióticas y que, olvidando intereses mezquinos, tan solo pensaran en el bien <strong>de</strong>l país.<br />

Todas las dificulta<strong>de</strong>s estaban vencidas. No había gobierno. Quedaba un simulacro que<br />

vino al suelo en la noche <strong>de</strong>l 30 <strong>de</strong> agosto, por la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> una turba <strong>de</strong> mozos alegres y<br />

briosos que, como divertida mascarada, se lanzó a las calles tirando piedras y gritando: “¡Viva<br />

la revolución!”. “¡Abajo los traidores!”. Formóse inmediatamente un gobierno provisional.<br />

En él tomó parte mi amigo A.<br />

Las tropas cibaeñas se preparaban para hacer su entrada triunfal en la ciudad. Jimenes,<br />

prevenido inmediatamente, se disponía a salir <strong>de</strong> Nassau para Santo Domingo.<br />

Des<strong>de</strong> el 1ro. <strong>de</strong> septiembre estaba yo enferma. Había caído <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la excitación<br />

<strong>de</strong> la lucha, rendida <strong>de</strong> extenuación. Porque todo no había sido flores en aquel combate.<br />

Tuve días <strong>de</strong> gran tribulación; horas <strong>de</strong> penosa ansiedad. Dijéronnos que yo había sido<br />

*Apodo familiar <strong>de</strong>l general Figuereo.<br />

AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO<br />

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