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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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<strong>de</strong> limpieza y <strong>de</strong> primor caligráfico. Pocos meses <strong>de</strong>spués es admitido en la mejor escuela<br />

para varones que existe en la ciudad: la que dirige don Manuel Aybar, persona que tiene<br />

reputación <strong>de</strong> instruida y a quien confían la educación <strong>de</strong> sus hijos las familias principales.<br />

Aquí apren<strong>de</strong>, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> Gramática y Aritmética avanzadas, teneduría <strong>de</strong> libros. Des<strong>de</strong><br />

el primer momento se <strong>de</strong>stacó en las clases por su fina inteligencia y por su receptividad<br />

asombrosa. Sus condiscípulos, seducidos por su carácter dulce y por sus maneras suaves,<br />

le perdonaban <strong>de</strong> buen grado la superioridad que <strong>de</strong>mostraba en todas las asignaturas y le<br />

vieron sin envidia ascen<strong>de</strong>r a “primer <strong>de</strong>curión”, título que en las escuelas <strong>de</strong> la época se<br />

confería al alumno que por su buena conducta y por sus progresos en los estudios se hacía<br />

digno <strong>de</strong> ocupar en la clase un sitio <strong>de</strong> preferencia y <strong>de</strong> recibir en las fiestas <strong>de</strong>l plantel las<br />

distinciones más señaladas.<br />

Cuando ya estuvo en aptitud <strong>de</strong> empren<strong>de</strong>r estudios superiores, vio sus esperanzas<br />

frustradas por la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> Boyer que cerró la Universidad y empezó a perseguir<br />

en todas sus formas la cultura. Los dominicanos más instruidos <strong>de</strong> la época, como el doctor<br />

Juan Vicente Moscoso y el presbítero don José Antonio Bonilla, trataron <strong>de</strong> acudir en ayuda<br />

<strong>de</strong>l estudiante, famoso ya entre los jóvenes <strong>de</strong> entonces por sus inquietu<strong>de</strong>s intelectuales y<br />

por sus aficiones literarias, y se empeñaron en suplir con sus consejos y sus libros la falta <strong>de</strong><br />

un centro <strong>de</strong> enseñanza superior don<strong>de</strong> Duarte pudiera completar su educación científica. El<br />

presbítero Gutiérrez, para quien la aplicación y la inteligencia <strong>de</strong>l discípulo <strong>de</strong> don Manuel<br />

Aybar no habían pasado inadvertidas, solía lamentarse, cuando hablaba con su colega el<br />

presbítero Bonilla acerca <strong>de</strong> los horrores que había <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nado sobre el país la ocupación<br />

haitiana, <strong>de</strong> la pérdida <strong>de</strong> tantas inteligencias forzadas a langui<strong>de</strong>cer en medio <strong>de</strong> una servidumbre<br />

vergonzosa. El caso <strong>de</strong> Duarte salía siempre a relucir en aquellas conversaciones<br />

teñidas <strong>de</strong> pesimismo. “Si este joven –subrayaba a menudo el presbítero Gutiérrez– hubiera<br />

nacido en Europa, ya a esta hora sería un sabio”.<br />

Duarte se aproxima a la adolescencia ro<strong>de</strong>ado por todas partes <strong>de</strong> regalos y <strong>de</strong> afectos.<br />

El terror haitiano es la única sombra que se interpone en su camino, pero su razón es todavía<br />

<strong>de</strong>masiado tierna para que aquella iniquidad logre distraerlo <strong>de</strong> las preocupaciones inocentes<br />

<strong>de</strong> su juventud estudiosa. La esclavitud sólo alcanza a hacérsele presente por la falta <strong>de</strong><br />

estímulos con que tropieza su ansia <strong>de</strong> sabiduría. Afortunadamente sus padres disponen<br />

<strong>de</strong> recursos holgados y podrán sin ningún sacrificio, cuando la ocasión se ofrezca, proporcionarle<br />

los medios necesarios para salir <strong>de</strong> esta atmósfera asfixiante. Mientras llega esa<br />

oportunidad, insistentemente reclamada por el presbítero Gutiérrez y esperada con ilusión<br />

por Juan Vicente Moscoso, Duarte se solaza en la dulce intimidad <strong>de</strong> los amores hogareños.<br />

Sus horas transcurren muellemente y una divinidad amable presi<strong>de</strong> sus pensamientos y<br />

guía sus pasos como en los días aún cercanos <strong>de</strong> la niñez dichosa.<br />

¡Se diría, en presencia <strong>de</strong> toda la felicidad que a la sazón le sonríe, que Dios se propuso<br />

hacer al niño esos presentes <strong>de</strong> ventura como en compensación <strong>de</strong> la dureza con que el<br />

hombre sería bien pronto perseguido por el infortunio y golpeado por la vida!<br />

El viaje<br />

JOAQUÍN BALAGUER | EL CRISTO DE LA LIBERTAD<br />

Duarte viajaba en compañía <strong>de</strong> don Pablo Pujol, un comerciante catalán resi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

hacía largos años en Santo Domingo, en don<strong>de</strong> había aumentado consi<strong>de</strong>rablemente sus<br />

bienes <strong>de</strong> fortuna.<br />

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