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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

<strong>de</strong> salir con rumbo a Venezuela. En compañía <strong>de</strong> sus hijas Filomena, Rosa y Francisca, y <strong>de</strong><br />

su hijo Manuel, quien ya había perdido <strong>de</strong>l todo el uso <strong>de</strong> la razón, emprendió la anciana el<br />

viaje, el último que <strong>de</strong>bía hacer en el resto <strong>de</strong> su vida, la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l 19 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1845. Des<strong>de</strong><br />

la goleta que <strong>de</strong>bía conducir a La Guaira a las infelices <strong>de</strong>sterradas, doña Manuela y sus hijas<br />

oyeron, no sin cierto júbilo que en otras almas menos puras hubiera parecido un sarcasmo, los<br />

ecos <strong>de</strong> la algarabía con que en esa misma fecha celebraba la ciudad el triunfo <strong>de</strong> la patria en<br />

los campos <strong>de</strong> Azua. Manuel, el pobre idiota que pagó con la pérdida <strong>de</strong> su razón la injusticia<br />

que se consumaba aquel día, acompañó también los vítores a Santana con una risa enigmática,<br />

como suele ser la <strong>de</strong> todos los seres a quienes ha envuelto el misterio <strong>de</strong> la locura.<br />

El 6 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1845 abrazó Duarte, en el muelle <strong>de</strong> La Guaira, a su madre y a sus <strong>de</strong>más<br />

parientes. Al sentir en su rostro los labios <strong>de</strong> la anciana, percibió en aquel beso el frío <strong>de</strong> la<br />

muerte que ya tenía señalada aquella cabeza predilecta <strong>de</strong>l infortunio, y por la primera vez<br />

en su vida dirigió la cara al cielo para pedir “a ese Dios <strong>de</strong> justicia” el castigo <strong>de</strong> los autores<br />

<strong>de</strong> “tanta villanía”.<br />

Doña Manuela y sus hijos se establecieron en la ciudad <strong>de</strong> Caracas. Duarte prefirió ir<br />

a probar fortuna en el interior <strong>de</strong> Venezuela. Ejerció durante algún tiempo el comercio en<br />

distintas poblaciones <strong>de</strong> la costa <strong>de</strong>l Caribe y luego se internó por el Orinoco en las zonas<br />

más apartadas <strong>de</strong>l territorio venezolano. Vagó errante por espacio <strong>de</strong> muchos meses. Una<br />

extraña sed <strong>de</strong> peregrinación se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> él en este tiempo. Camina sin rumbo fijo y<br />

parece arrastrado por el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> substraerse a toda comunicación humana. Cuando llega<br />

a Río Negro, al<strong>de</strong>a enclavada en plena selva, se resuelve a plantar su tienda en medio <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>sierto, don<strong>de</strong> nadie sea capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir sus rastros ni <strong>de</strong> intentar ponerlo <strong>de</strong> nuevo<br />

en contacto con el mundo.<br />

Para él ha llegado la hora <strong>de</strong> la soledad, la hora <strong>de</strong> la expiación, y se dispone a apurar tranquilamente<br />

su cáliz viviendo encerrado <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí mismo como un monje en su celda.<br />

Veinte años en el <strong>de</strong>stierro<br />

Río Negro es una pobre al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> indígenas situada en la raya que por la parte <strong>de</strong>l Orinoco<br />

divi<strong>de</strong> al Brasil <strong>de</strong> Venezuela. La cordillera <strong>de</strong> los An<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un lado y las selvas con<br />

sus gran<strong>de</strong>s masas <strong>de</strong> verdura <strong>de</strong>l otro, cierran por todas partes el valle escondido sobre la<br />

altiplanicie y aíslan prácticamente a los pocos seres que allí viven <strong>de</strong> todo contacto con la<br />

civilización humana. El caserío paupérrimo, compuesto <strong>de</strong> construcciones primitivas que<br />

se amontonan en <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n en el recodo don<strong>de</strong> el terreno ofrece menos dificulta<strong>de</strong>s para el<br />

tránsito, permanece durante las noches expuesto a las incursiones <strong>de</strong> las fieras y en el día<br />

tiene el aspecto <strong>de</strong> un oasis montaraz convertido en una al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> pescadores.<br />

La mayoría <strong>de</strong> la gente que allí resi<strong>de</strong> dispone apenas <strong>de</strong> lo necesario para vivir miserablemente<br />

y los que no se <strong>de</strong>dican a la cacería o al pastoreo en los sitios que no han sido<br />

arropados por la selva, tienen el cultivo <strong>de</strong>l maíz o la matanza <strong>de</strong> animales salvajes como<br />

ocupación cotidiana. El villorrio carece <strong>de</strong> escuelas y su única comunicación con el resto<br />

<strong>de</strong>l país se realiza al través <strong>de</strong>l río en embarcaciones rústicas fabricadas por los vecinos más<br />

industriosos. De cuando en cuando, llega a lomo <strong>de</strong> mulo un correo que trae algún periódico<br />

para la autoridad <strong>de</strong>l lugar y que constituye el único contacto que una o dos veces en<br />

el año tienen con el mundo los humil<strong>de</strong>s habitantes <strong>de</strong> este caserío montañoso. El paisaje<br />

circundante, sin embargo, no carece <strong>de</strong> majestad, y la cercanía <strong>de</strong> la selva le imprime a todo<br />

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