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La leyenda de oro 4.pdf

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OCTUBRE ,13 LA LEYENDA DE ORO<br />

nido <strong>de</strong> todos en gran veneración; porque conocían<br />

que era varón <strong>de</strong> Dios , y adornado <strong>de</strong> las<br />

raras virtu<strong>de</strong>s y gracias <strong>de</strong>l Señor. Honraba á los<br />

viejos: amaba á los mozos: afligía su cuerpo con<br />

ayunos : gastaba las noches en oración: teníase<br />

por el menor <strong>de</strong> todos, y tratábase como fiel ministro<br />

<strong>de</strong> Dios: estaba muy asido á la guarda <strong>de</strong> su<br />

regla: su vestido era vil, y su comida poca , en la<br />

obediencia pronto , y en las injurias sufrido. Todo<br />

su <strong>de</strong>seo era hacer lo que Dios le habia mandado,<br />

y llevar á la iglesia <strong>de</strong> Bromio las reliquias <strong>de</strong> san<br />

Eugenio. Para esto hizo juntar al abad , y á los<br />

monjes, y <strong>de</strong>claróles la revelación que habia tenido<br />

<strong>de</strong> Dios, y rogóles que le diesen aquel precioso<br />

tes<strong>oro</strong> <strong>de</strong> las reliquias <strong>de</strong> san Eugenio , y que<br />

le <strong>de</strong>jasen ir á cumplir lo que el Señor le había<br />

mandado. Vinieron bien en ello los monjes : dio—<br />

ronle parte <strong>de</strong>l cuerpo, y algunos <strong>de</strong> los mismos<br />

religiosos que le acompañasen: y el santo , muy<br />

contento y regocijado, llevó sus reliquias y las colocó<br />

en aquella iglesia. Fué tanto el concurso <strong>de</strong><br />

los pueblos , por don<strong>de</strong> pasaban, y las fiestas y<br />

regocijos que se hacían por todos, en el recibimiento<br />

<strong>de</strong> las sagradas reliquias, y tantos los milagros<br />

con que nuestro Señorías honraba y magnificaba<br />

, que no se pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>cir con pocas palabras.<br />

Para mejor servicio y adorno <strong>de</strong> aquella iglesia , y<br />

edificación <strong>de</strong> los fieles, quitó <strong>de</strong> ella á los clérigos,<br />

que primero él mismo habia puesto , y puso en su<br />

lugar los monjes que llevaba consigo, ó instituyó<br />

en aquel lugar un monasterio: y habiéndole gobernado<br />

algún tiempo , por la mucha gente que<br />

acudió á él, y le inquietaba, nombró otro superior,<br />

y él se retiró á otro lugar mas apartado para<br />

vacar mas al Señor, y darse ala contemplación<br />

con mayor libertad y paz <strong>de</strong> su alma.<br />

3 Entre los otros santos que cultivaron los<br />

estados <strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s , y sembraron en ellos la palabra<br />

evangélica , fué uno san Gisleno , <strong>de</strong> nación<br />

griego : el cual, por divina revelación , <strong>de</strong>jando su<br />

patria vino á Roma , y <strong>de</strong> Roma á los estados <strong>de</strong><br />

Flan<strong>de</strong>s, y en la provincia <strong>de</strong> Henao, ó Anonía,<br />

fundó una iglesia que llamó Cela, á honra <strong>de</strong> los<br />

gloriosos príncipes <strong>de</strong> los apóstoles san Pedro y<br />

san Pablo. Allí vivió y murió santísimamente. y<br />

fueron colocadas sus preciosas reliquias. Mas andando<br />

el tiempo , los clérigos que vivian en Cela,<br />

no daban el ejemplo que á su estado convenia , ni<br />

trataban las reliquias <strong>de</strong> san Gisleno con la <strong>de</strong>cencia<br />

y reverencia que era razón. Apareció el<br />

santo á Gisleberto , duque <strong>de</strong> Lorena , y avisóle<br />

que pusiese en aquel lugar á Gerardo, abad, y quítase<br />

á los que allí estaban; y el duque envió al<br />

obispo <strong>de</strong> Cambray, y á un con<strong>de</strong> principal, á buscar<br />

á san Gerardo , y rogarle con mucha instancia<br />

que se encargase <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong>l convento <strong>de</strong><br />

Cela, para cumplir con lo que san Gisleno le mandaba.<br />

Halláronle los embajadores escondido en su<br />

rincón ; y apenas pudieron persuadirle que aceptase<br />

la dignidad <strong>de</strong> abad : pero finalmente , entendiendo<br />

ser aquella la voluntad <strong>de</strong>l Señor, bajó la<br />

cabeza y tomó el cargo , y quitando á los clérigos,<br />

por ser escandalosos , fundó en aquel lugar un insigne<br />

monasterio <strong>de</strong> monjes, y con una revelación<br />

que tuvo , apareciéndosele san Gisleno , halló sus<br />

santas reliquias, que las habían hurlado, y las<br />

tornó á su lugar, y procuró con la santidad <strong>de</strong><br />

vida y con amor y dulzura ganar los ánimos <strong>de</strong><br />

sus subditos , é inflamarlos cada dia mas á la perfección<br />

, juzgando que es mas fuerte el amor , que<br />

el temor, para gobernar bien á los que por el<br />

amor <strong>de</strong> Dios se sujetan al yugo <strong>de</strong> la religión.<br />

4 Decia cada dia misa; y una vez vino una<br />

mujer ciega, y pidió que le diesen <strong>de</strong>l agua con<br />

que el santo, diciendo misa, se había lavado las<br />

manos: lavóse con ella los ojos; y luego cobró la<br />

vista; aunque Gerardo por su humildad atribuía<br />

este milagro á la fó <strong>de</strong> esta mujer, y á la virtud <strong>de</strong>l<br />

santo Sacramento.<br />

5 Era señor <strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s á la sazón el marqués<br />

Arnulfo , hombre po<strong>de</strong>roso y muy rico; pero<br />

muy atormentado <strong>de</strong> dolor <strong>de</strong> piedra : para el cual<br />

no hallaba remedio , habiendo probado lodos los<br />

que la medicina y los gran<strong>de</strong>s módicos le podían<br />

dar. Parecióle que la salud le habia <strong>de</strong> venir <strong>de</strong>l<br />

cielo, y que san Gerardo con sus oraciones se la<br />

podría alcanzar <strong>de</strong> Dios : rogóle instantemente<br />

que le librase <strong>de</strong> aquel tormento cruel y perpetua<br />

agonía que pa<strong>de</strong>cia. Excusóse el santo por su<br />

humildad , diciendo que no era digno <strong>de</strong> tan gran<strong>de</strong>s<br />

favores <strong>de</strong>l Señor; y finalmente, como Arnulfo<br />

, con el <strong>de</strong>seo y ansia <strong>de</strong> la salud , le importunase,<br />

san Gerardo le aconsejó que repartiese con<br />

los pobres sus gran<strong>de</strong>s riquezas , y que ayunase<br />

tres días, y se confesase y comulgase ; porque <strong>de</strong><br />

esta manera granjearía la voluntad <strong>de</strong>l Señor, en<br />

el cual esperaba que le oíria y le conce<strong>de</strong>ría entera<br />

salud. Todo lo hizo el marqués, como el<br />

santo se lo dijo; y en acabando san Gerardo <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>cir misa, y él <strong>de</strong> recibir <strong>de</strong> su mano el santísimo<br />

cuerpo <strong>de</strong> nuestro Señor , echó la piedra que tanto<br />

le fatigaba, y cobró milagrosamente la salud.<br />

Ofreció gran<strong>de</strong>s dones, y macha cantidad <strong>de</strong> <strong>oro</strong> y<br />

plata Arnulfo á san Gerardo ; pero él no quiso<br />

aceptar para sí nada : porque <strong>de</strong>cia , que el monje<br />

que en la tierra tiene peculio no tiene parte en el<br />

cielo, ni se pue<strong>de</strong> llamar religioso. Pero Arnulfo<br />

le conjuró, é importunó tanto, que fué forzado á<br />

aceptar la décima parte do sus bienes, para repartirla<br />

á los pobres; y él con gran pru<strong>de</strong>ncia y<br />

fi<strong>de</strong>lidad la dispensó. También le encomendó la<br />

administración y gobierno <strong>de</strong> lodas las abadías<br />

que tenia en su estado; y san Gerardo se encargó<br />

<strong>de</strong> este trabajo tan pesado, por la necesidad que<br />

había <strong>de</strong> reformar y poner en mejor or<strong>de</strong>n algunas<br />

<strong>de</strong> ellas. Entre los otros , tuvo mucho que hacer,<br />

en componer y asentar el monasterio blandínense,<br />

que san Amando habia fundado en Gante : porque<br />

algunos clérigos le habían <strong>de</strong>spojado , y casi asolado;<br />

pero él los echó , y puso en su lugar monjes:<br />

y pretendiendo los que habían sido echados matar<br />

al santo , aunque estuviese en el altar, diciendo<br />

misa , y queriendo ejecutar su maldad ; mirándole<br />

al rostro , vieron en él una cosa mas que humana,<br />

y se turbaron , y <strong>de</strong>spavoridos y sobresaltados se<br />

echaron á sus pies , y le pidieron perdón. Tuvo<br />

cargo <strong>de</strong> diez y ocho monasterios, y por su gran<br />

solicitud ó industria plantó en ellos la vida y ob-<br />

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