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NOVIEMBRE , 20 LA LEYENDA DE ORO. 309<br />
ees palabras. No quiso Teobaldo que su sobrino<br />
le venciese en la entidad: arrojóse también do su<br />
caballo , y entre los dos limpiaren al leproso, y lo<br />
llevaron á una casa vecina , adon<strong>de</strong> le enviaban<br />
todos los días comida y regalo. Siempre que salían<br />
ó entraban en la ciudad , le visitaban y consolaban;<br />
y Félix le enviaba cada dia <strong>de</strong> su mesa<br />
un plato , ó iba muchas veces ó verle conversar<br />
con él amigablemente. Murió el leproso estando<br />
Teobaldo ausente: y como ignoraba su muerte, entró<br />
en la casilla al volverá la ciudad, <strong>de</strong>seoso<br />
<strong>de</strong> verle, y hallóle á la puerta en pié, limpio <strong>de</strong> la<br />
lepra , sano , hermoso y resplan<strong>de</strong>ciente. Quedó<br />
admirado: y preguntóle si era el leproso á quien él<br />
habia <strong>de</strong>jado en aquella casa; porque en el rostro<br />
parecía el mismo . y en la santidad muy diverso.<br />
Yo soy el mismo que buscas (respondió el leproso):<br />
ya estoy sano; porque libre <strong>de</strong> las miserias <strong>de</strong> los<br />
mortales , gozo <strong>de</strong> la felicidad <strong>de</strong> los bienaventurados<br />
, y he venido á agra<strong>de</strong>cerle la caridad que<br />
conmigo has usado. Tú bajaste por mí <strong>de</strong> tu caballo;<br />
yo bajo á tí <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cielo: tú me socorriste<br />
con limosnas; y yo te ayudo con oraciones. Con<br />
eslo <strong>de</strong>sapareció el pobre ; y Teobaldo contó á Félix<br />
el caso: y ambos se encendieron mas en <strong>de</strong>seos<br />
<strong>de</strong> socorrer á los necesitados.<br />
8 Criábanse en el monasterio <strong>de</strong> Claraval algunos<br />
hijos <strong>de</strong> príncipes y caballeros, para que<br />
doctrinados con la enseñanza y ejemplo <strong>de</strong> los<br />
monjes, saliesen útiles ministros y gobernadores<br />
<strong>de</strong> su república. Aquí llevó Teobaldo á Félix , para<br />
que se criase con la enseñanza <strong>de</strong> san Bernardo:<br />
y el santo mancebo , luego que entró en el monasterio<br />
, atendía mas á las obras que á las palabras<br />
<strong>de</strong> Bernardo: oia sus consejos y los guardaba ; pero<br />
sus ejemplos le parecían mas eficaces, y los imitaba<br />
: en la mo<strong>de</strong>stia <strong>de</strong> su rostro, la gravedad <strong>de</strong><br />
sus pasos, la frecuencia do su oración , la guarda<br />
<strong>de</strong> sus sentidos, la sobriedad en la comida , el<br />
peso <strong>de</strong> sus palabras , y en todo se le parecía tanto<br />
, que en Félix se miraba Bernardo mas pequeño<br />
, ó en Bernardo Félix mas gran<strong>de</strong>. Estaba<br />
en el mismo monasterio Enrique, infante <strong>de</strong> Francia<br />
, hijo <strong>de</strong> Luis Craso , que <strong>de</strong>spués fué arzobispo<br />
<strong>de</strong> Rheims.<br />
9 Habia aprovechado mucho Enrique con la<br />
enseñanza do san Bernardo , y los dos primos tenian<br />
entre sí una santa emulación , procurando<br />
cada uno a<strong>de</strong>lantarse al otro en la virtud, y ce<strong>de</strong>rle<br />
en todo lo <strong>de</strong>más. Mientras estaba Félix en<br />
el monasterio , pa<strong>de</strong>cieron su madre y su tío Teobaldo<br />
gran<strong>de</strong>s trabajos : y aunque eran tan propios<br />
suyos, y le llegaban al corazón ; él los llevaba<br />
con admirable paciencia y conformidad , pidiendo<br />
á Dios continuamente el remedio <strong>de</strong> ellos. Hizo<br />
ofrecer un dia el sacrificio <strong>de</strong> la misa en el altar<br />
<strong>de</strong> la Virgen por su madre y tio : y estando él<br />
oyéndola con sollozos y lágrimas, se le apareció<br />
la Reina <strong>de</strong> los ángeles con su hijo en los brazos,<br />
y enjugándole con su mano las lágrimas, le prometió<br />
su favor, y aseguró que presto cesaría la<br />
tormenta que afligia á su madre y tio, y suce<strong>de</strong>ría<br />
la serenidad <strong>de</strong>seada.<br />
10 No cabían los ejemplos <strong>de</strong> Félix en el mo<br />
nasterio , ni tenia solo las virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> monje entre<br />
los monjes; ejeicitaba también las <strong>de</strong> caballero y<br />
las <strong>de</strong> príncipe, <strong>de</strong> quien , por lo que participa <strong>de</strong><br />
la gran<strong>de</strong>za divina, es propiedad el hacer bien y<br />
favorecer á los miserables. Yendo un cha con san<br />
Bernardo y Teobaldo por una caile<strong>de</strong> Charlres, encontraion<br />
un hombre facineroso, ó quien llevaban<br />
á ajusticiar por sus <strong>de</strong>litos. Compa<strong>de</strong>cióse el santo,<br />
mancebo, y rogó á su tio con mucha instancia que<br />
le perdonase. Nególo Teobaldo, diciendo: que<br />
aquel hombre había cometido gravísimos <strong>de</strong>litos,<br />
y que perdonarle á él era castigará toda la república<br />
; y era crueldad con muchos la que parecía<br />
misericordia con uno. Dijo entonces Félix: Yo no<br />
sé qué <strong>de</strong>litos ha cometido este hombre, ni lo que<br />
él ha sido hasta ahora : lo que sé , es que si le dais<br />
la vida ha <strong>de</strong> ser gran siervo <strong>de</strong> Dios. El suceso<br />
mostró que estas palabras eran profecía; porque<br />
perdonando Teobaldo al <strong>de</strong>lincuente, tomó el habito<br />
<strong>de</strong> monje en el monasterio <strong>de</strong> Claraval , y en él<br />
vivió y murió santísimamente. Encontró Félix cerca<br />
<strong>de</strong>l monasterio á un pobre <strong>de</strong>snudo que le pidió limosna:<br />
y retirándose á un lugar secreto, se quitó la<br />
camisa y se la dio al pobre. Aquella misma noche<br />
entrando en su celda para acostarse, halló á<br />
su cabecera la misma camisa que había dado al<br />
pobre ; pero muy mejorada , porque <strong>de</strong>spedía <strong>de</strong><br />
si un olor suavísimo y una fragancia <strong>de</strong>l cielo.<br />
i 1 Enfermó la madre <strong>de</strong> san Féiix : v aunque<br />
él suplicaba instantemente al Señor que la diese<br />
salud , le fué respondido que á su madre convenía<br />
morir , para trocar los trabajos <strong>de</strong> esta vida por la<br />
gloria <strong>de</strong> la otra; y á él que muriese , para entregarse<br />
mas libremente á Dios , en quien hallaría padre<br />
y madre y todas las cosas. Muerta Leonor,<br />
se llevó el rey á Félix á su palacio : v aunque éi<br />
gustaba mas <strong>de</strong> la soledad que <strong>de</strong> la corte , y <strong>de</strong>l<br />
monasterio que <strong>de</strong>l palacio , no podía <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />
obe<strong>de</strong>cer á un rey que mandaba con amor <strong>de</strong> pariente;<br />
y el santo iba con menos dificultad, por<br />
saber que disponía el rey ir á la conquista <strong>de</strong> la<br />
Tierra santa , y <strong>de</strong>seaba él tomar la cruz y servir<br />
á Dios en una empresa , en que se unia tan bien lo<br />
caballero con lo cristiano. Mientras se disponía esta<br />
expedición, se ocupaba en la corle en los ejercicios<br />
convenientes á su calidad , sin olvidar los <strong>de</strong> la<br />
virtud , en armas, justas , torneos y ejercicios semejantes<br />
, para habilitarse con este medio á las veras<br />
<strong>de</strong> la guerra. Corriendo Félix lanzas con el rey,<br />
un mancebo menos diestro ó mas <strong>de</strong>sgraciado<br />
cayó atrojado <strong>de</strong>l caballo, que era <strong>de</strong>masiado brioso<br />
, y <strong>de</strong>l golpe quedó allí luego muerto. Sintieron<br />
todos la <strong>de</strong>sgracia, y Félix mas que todos, que arrojándose<br />
<strong>de</strong> su caballo, y examinando si había<br />
quedado alguna vida al que lodos lloraban muerto;<br />
hallándole difunto , le tomó <strong>de</strong> la mano y le<br />
dijo : Levántale en nombre <strong>de</strong> la santísima Trinidad<br />
: y como si con esta palabra le infundiera el<br />
espírilu <strong>de</strong> vida que inspiró Dios al principio <strong>de</strong>l<br />
mundo en el primer hombre, el mancebo volvió<br />
á la vida; y lodos se admiraron, aun mas que <strong>de</strong><br />
ver resucitar á un muerto , <strong>de</strong> ver á un mancebo<br />
noble, cortesano y palaciego, que le resucitaba; y<br />
con haber libertado Félix <strong>de</strong>l cautiverio <strong>de</strong> la