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La leyenda de oro 4.pdf

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?A LA LEYENDA DE ORO.<br />

(ralo do los hombres, don<strong>de</strong> podían (olvidados do<br />

las cosas <strong>de</strong> la tierra ) entregarse á las <strong>de</strong>l cielo y<br />

ocuparse en la contemplación do Dios.<br />

3 El santo obispo Hugo, estando una noche<br />

durmiendo, tuvo un sueño admirable con que Dios<br />

le <strong>de</strong>spertó y le significó lo que habia do ser. Parecióle<br />

que veía como en un yermo <strong>de</strong> su obispado,<br />

que se llamaba la Cartuja, Dios edificaba una casa<br />

para su morada ; y que siete estrellas resplan<strong>de</strong>cientes<br />

á manera <strong>de</strong> c<strong>oro</strong>na , y levantadas algun<br />

tanto <strong>de</strong>l suelo, y en el sitio, movimiento, color y<br />

claridad diferentes <strong>de</strong> las <strong>de</strong>l cielo, iban <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong> él como guias, enseñándole el camino. Quedó<br />

c! venerable obispo con esta visión suspenso y<br />

perplejo, por no saber lo que quería significar,<br />

hasta que el dia siguiente llegó san Bruno con sus<br />

seis compañeros á la casa <strong>de</strong>l obispo, y postrados<br />

ú sus pies le <strong>de</strong>clararon lo que habia acaecido en<br />

París , y la causa <strong>de</strong> su venida y sus piadosos intentos<br />

; y le suplicaron humil<strong>de</strong>mente que ¡os<br />

ayudase para llevarlos a<strong>de</strong>lante. No se pue<strong>de</strong><br />

creer la alegría y contonto que recibió el obispo,<br />

así por ver <strong>de</strong>clarado lo que el sueño oscuramente<br />

le habia pronosticado, como porque, como<br />

santo, se gozaba mucho <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong><br />

ver tan encendidos en su amor y tan <strong>de</strong>seosos <strong>de</strong><br />

servirle, á Bruno y á sus compañeros. Alentólos<br />

y confirmólos en sus buenos propósitos y dióles<br />

con gr-an liberalidad aquel lugar <strong>de</strong>sierto que dijimos<br />

arriba, llamado la Cartuja, el cual era muy<br />

gran<strong>de</strong>; pero áspero, frió é inhabitable, y mas<br />

propio para cuevas <strong>de</strong> bestias fieras, que no para<br />

morada <strong>de</strong> hombres; porque, á mas do que la<br />

mayor parte <strong>de</strong>l año estaba cubierto do nieve, era<br />

lan fragoso y estéril, que ninguna cosa <strong>de</strong> provecho<br />

en él se podía coger ni sembrar. Y aunque el<br />

santo obispo les propuso las dificulta<strong>de</strong>s que tendrían<br />

en vivir en lugar lan horrible; todavía Bruno<br />

y sus compañeros las vencieron lodas con el<br />

vehemente afecto y <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> servir al Señor, que<br />

los traia : y así el año <strong>de</strong> 1084 , siendo sumo pontífice<br />

Gregorio VII, y emperador Enrique IV,<br />

cerca <strong>de</strong> la fiesta <strong>de</strong> San Juan Bautista , acompañándolos<br />

y ayudándolos, y proveyéndolos <strong>de</strong> lo<br />

necesario el mismo obispo, en la cumbre <strong>de</strong> un<br />

monte edificaron una iglesia, que hasta hoy se<br />

llama Sania María <strong>de</strong> Casalibus, y algunas<br />

celdas, ó por mejor <strong>de</strong>cir chozas (que tales fueron<br />

aquellas primeras) no lejos <strong>de</strong> la iglesia; pero<br />

apartadas unas <strong>de</strong> otras. Aquí comenzaron á fundar<br />

la sagrada or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la Cartuja , viviendo mas<br />

como ángeles venidos <strong>de</strong>l cieio, que como hombres<br />

<strong>de</strong> la tierra , en silencio , oración , lección y<br />

contemplación <strong>de</strong> Dios; y sobre todo, en grandísima<br />

pureza <strong>de</strong> corazón y santidad <strong>de</strong> vida , ocupándose<br />

á ratos en alguna obra manual, y especialmente<br />

en escribir y trasladar algunos libros<br />

provechosos , así por ganar su pobre comida con<br />

su trabajo, como por servir mas á la santa Iglesia.<br />

El tratamiento <strong>de</strong> sus personas era muy áspero y<br />

riguroso, y andaban vestidos <strong>de</strong> cilicio. Determinaron<br />

jamás comer carne, aunen tiempo <strong>de</strong> enfermedad:<br />

y aunque algunos hombres pru<strong>de</strong>ntes,<br />

según la carne , y sabios <strong>de</strong>l mundo , les pusieron<br />

oeiTBitE, 0<br />

escrúpulos sobro esto diciéndoles que se ponían<br />

á peligro <strong>de</strong> matarse , y ser homicidas <strong>de</strong> sí mismos<br />

; pero con un avisoque tuvieron <strong>de</strong>l cíelo , se<br />

confirmaron en su buen propósito, y perseveraron<br />

en aquella soledad espantosa (ele la cual el<br />

<strong>de</strong>monio pretendió sacarlos), lomando por especial<br />

protectora y abogada á la sacratísima Virgen<br />

María nuestra Señora, rezando cada dia sus horas:<br />

y también tomando por abogado á san Juan Bautista<br />

con <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> imitar su penitencia y rigor.<br />

Todos anhelaban á la perfección ; pero el que mas<br />

se esmeraba y, como caudillo y maestro, iba <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong> todos , era san Bruno, á quien nuestro<br />

Señor habia escogido para poner los cimientos<br />

do una religión lan esclarecida, y para hacerlo<br />

padre <strong>de</strong> tantos y tan sanios hijos. Besplan<strong>de</strong>eia<br />

cen lan gran<strong>de</strong> santidad, mo<strong>de</strong>stia y pru<strong>de</strong>ncia,<br />

que Hugo, obispo, en todos los negocios tomaba<br />

su consejo , y le obe<strong>de</strong>cía como si fuera su propio<br />

abad, y muchas veces se iba á vivir entro<br />

los monjes por gozar <strong>de</strong> su conversación y ejercitarse<br />

en los oficios mas bajos y viles <strong>de</strong> la casa:<br />

tanta era su humildad y la admiración con que<br />

miraba á san Bruno : el cual lo solia <strong>de</strong>cir que se<br />

volviese á su casa , y cuidase <strong>de</strong> sus ovejas, pues<br />

era pastor. Mas estando el santo varón muy quicio<br />

y contento por verse en aquel puerlo seguro, fuera<br />

<strong>de</strong> las ondas tempestuosas . y lan contrarios vientos<br />

<strong>de</strong> este siglo, le fué necesario salir <strong>de</strong> él , con<br />

la ocasión que aquí diré.<br />

4 Al papa Gregorio VII, sucedió Víctor III,<br />

que vivió poco en el pontificado: ú Víctor, Urbano<br />

II, varón excelente y que habia sido discípulo<br />

en París <strong>de</strong> san Bruno: el cual, <strong>de</strong>seando<br />

acertar en su gobierno y dar buena cuenta á Dios<br />

<strong>de</strong>l rebaño que le habia encomendado , y entendiendo<br />

las gran<strong>de</strong>s partes <strong>de</strong> religión, letras y<br />

pru<strong>de</strong>ncia que concurrían en su maestro Bruno;<br />

le mandó llamar á Boma , para servirse <strong>de</strong> él y<br />

aprovecharse <strong>de</strong> sus consejos. Sinlió esle mandato<br />

san Bruno , todo lo que se pue<strong>de</strong> encarecer, y no<br />

monos sus santos compañeros, que les parecia perdían<br />

padre, guia, maestro, refugio y consuelo y<br />

todo el bien que tenían en ¡atierra; mas , como<br />

hijos <strong>de</strong> obediencia , se conformaron con la voluntad<br />

<strong>de</strong> nuestro Señor, y se consolaron con la esperanza<br />

que les daba, <strong>de</strong>que, habiendo cumplido<br />

con la obediencia <strong>de</strong> su santidad , volvería ó verlos<br />

<strong>de</strong> Roma presto: adon<strong>de</strong> llegó san Bruno , y<br />

fué recibido <strong>de</strong>l sumo pontífice con extraordinarias<br />

muestras <strong>de</strong> benignidad y benevolencia, sirviéndose<br />

<strong>de</strong> su consejo en lodas las cosas arduas,<br />

para bien <strong>de</strong> la Iglesia. Pero los compañeros que<br />

había <strong>de</strong>jado en la Cartuja , encomendados á un<br />

abad <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Dios, llamado Siguinio, no<br />

hallándose sin él, le siguieron á Roma: <strong>de</strong> don<strong>de</strong>,<br />

por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l papa Urbano , volvieron á su soledad,<br />

y su santidad los encomendó al mismo abad<br />

Siguinio , ó hizo prior á <strong>La</strong>nduino , uno <strong>de</strong> los<br />

compañeros, y mandó que se les restituyese el lugar<br />

<strong>de</strong> la Carluja que habian <strong>de</strong>jado, el cual hasta<br />

hoy persevera en su religión. Quedó san Bruno<br />

en Roma, por una parte muy triste y amargo,<br />

por verse como engolfado en el bullicio y tráfago

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