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La leyenda de oro 4.pdf

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NOVIEMBRE<br />

4 LA LEYENDA DE ORO.<br />

yantaba cada mañana íí dispertarlos; pero para<br />

.pie lo pudiese hacer con mas comodidad<br />

, madru<br />

yaba antes san Carlos, y él mismo le llevaba la<br />

luz. Fué extraordinario el fervor que tuvo en estos<br />

ejercicios. Viéronle echar <strong>de</strong>l rostro resplan<strong>de</strong>cientes<br />

rayos <strong>de</strong> claridad , y andaba todo absorto<br />

en Dios. Diéronle entre tan santos ejercicios<br />

unas tercianas , las cua es disimuló algunos días,<br />

prosiguiendo en su oración y ocupaciones santas.<br />

Al lin le forzaron á volverse á Milán : pasó por<br />

Arona, don<strong>de</strong> se habia fundado un noviciado <strong>de</strong> la<br />

Compañía , don<strong>de</strong> quiso hospedarse, <strong>de</strong>sechando<br />

los palacios que sus parientes le ofrecían : y hallándose<br />

con disposición para ello , dijo misa, que<br />

fué la última <strong>de</strong> su vida, en la cual comulgó á todos<br />

los novicios : <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber oido oirá misa<br />

<strong>de</strong>l padre Simón Arpi, rector <strong>de</strong> aquella casa, le<br />

vino la quinta terciana mas recia que otras veces.<br />

Últimamente llegó á Milán, don<strong>de</strong> se le agravó el<br />

nial: mandó llamar al punto su médico ordinario:<br />

dióle menuda cuenta <strong>de</strong>l discurso <strong>de</strong> su enfermedad<br />

, para que le aplicase los remedios convenientes;<br />

mas que advirtiese que no habia <strong>de</strong> impedirle<br />

sus <strong>de</strong>vociones y oraciones espirituales.<br />

52 <strong>La</strong> mañana siguiente á 3 <strong>de</strong> noviembre,<br />

habiendo á las nueve <strong>de</strong>l medio dia tomado la refección<br />

que le or<strong>de</strong>nó el médico , hizo llamar sus<br />

camareros para rezar en su compañía el oficio<br />

divino, como acostumbraba siempre; pero advirtiéndole<br />

que le baria gran daño , por ser la calentura<br />

continua , y podía aumentarse , que bastaba<br />

oirle , se <strong>de</strong>tuvo , y pidió parecer al padre Adorno<br />

, que le aconsejó lo mismo , con lo que se aquietó.<br />

Rezóle arrudillado á los pies <strong>de</strong> la cama Gerónimo<br />

Castaño , su camarero , con el oficio <strong>de</strong><br />

difuntos, estando el santo atento con gran <strong>de</strong>voción<br />

oyéndole. En todas las <strong>de</strong>más cosas no se resolvía,<br />

sino por el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l dicho padre Adorno,<br />

que tenia en lugar <strong>de</strong> Dios. Creció el mal <strong>de</strong> suerte,<br />

quo los médicos, lomándole el pulso, conocieron<br />

que la virtud iba faltando , y le quedaban<br />

pocas horas <strong>de</strong> vida : cosa inesperada , y quo llenó<br />

<strong>de</strong> increible dolor y espanto los corazones <strong>de</strong> lodos.<br />

Al punto el padre Adorno lo intimó al car<strong>de</strong>nal<br />

, y le dijo con lágrimas había llegado su hora<br />

<strong>de</strong> partir <strong>de</strong> esta vida : que el Señor le quería<br />

para sí , y si queria el santísimo viático. Oyó la<br />

<strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> Dios con igualdad <strong>de</strong> ánimo,<br />

respondiendo que le pedia instantáneamente con<br />

todo afecto. Trajéronsele <strong>de</strong> la iglesia mayor con<br />

gran<strong>de</strong> acompañamiento y sentimiento do todos,<br />

quo venian vertiendo lágrimas. Quiso salir <strong>de</strong> la<br />

cama, y ponerse <strong>de</strong> rodillas para recibirle; mas<br />

no pudo por la flaqueza con que estaba. Fué singular<br />

la <strong>de</strong>voción con que lo recibió, y luego la<br />

santa extremaunción. Llenóse en breve la sala do<br />

sacerdotes y familiares <strong>de</strong> casa, que arrodillarlos<br />

cercaban el santo lecho: unos recomendaban el alma<br />

: otros leían la pasión; y el padre Adorno con<br />

id crucifijo en la mano atendía continuamente á<br />

los recuerdos <strong>de</strong> las consi<strong>de</strong>raciones sanias <strong>de</strong><br />

aquel paso , hasla que él últimamente fijó los ojos<br />

en el crucifijo , cubierto <strong>de</strong> cilicio y ceniza , y como<br />

él habia <strong>de</strong>seado, <strong>de</strong>spidió su purísimo espíritu,<br />

TOMO IV.<br />

217<br />

con gran quietud y sosiego, <strong>de</strong> aquel cuerpo afligido.<br />

Fué su muerte á 3 <strong>de</strong> noviembre, sábado á<br />

tres horas <strong>de</strong> la noche, año-do 1584: era la edad<br />

<strong>de</strong> san Carlos cuarenta y seis años, un mes y un día.<br />

53 No se pue<strong>de</strong> explicar el sentimiento que<br />

hizo loda la ciudad <strong>de</strong> Milán con la muerte <strong>de</strong> su<br />

amado pastor: el concurso <strong>de</strong> la gente para reverenciar<br />

el santo cuerpo , besarle los pies ó locarle<br />

sus vestiduras, fué grandísimo. Enterráronlo con<br />

llanto y lágrimas <strong>de</strong> lodos, y postrábanse en tierra<br />

muchos <strong>de</strong>l pueblo al pasar el santo cadáver.<br />

Mostró el Señor la gloria <strong>de</strong> su siervo con muchas<br />

maravillas. Habia asistido siempre el padre Francisco<br />

Adorno á la cabecera <strong>de</strong> san Carlos hasla<br />

lo último <strong>de</strong> la vida, como su padre espiritual , y<br />

que le <strong>de</strong>bia el amor y respeto que hemos visto.<br />

Retiróse luego á su casa el padre Adorno; y<br />

echándose en la cama , no pudo en todo lo restante<br />

<strong>de</strong> la noche tomar sueño, atravesándole un íntimo<br />

dolor el corazón por la pérdida <strong>de</strong> la Iglesia<br />

católica en un tan gran prelado. Cerca <strong>de</strong>l amanecer<br />

le venció el sueño; y en este tiempo le apareció<br />

ol sanio car<strong>de</strong>nal en hábito pontificio, todo<br />

resplan<strong>de</strong>ciente y glorioso, con el rostro alegre.<br />

Maravillándose el [¡adre, le dijo : ¿Y cómo es esto?<br />

paréceme que estuvisteis enfermo y aun muerto;<br />

y el santo le respondió ; Dominus mor tífica t, et<br />

Dominas vivificat. Yo estoy bien; y vos me seguiréis<br />

presto. El padre quedó consoladísimo con<br />

esta aparición , y la refirió á muchos <strong>de</strong> sus amigos<br />

y en el pulpito en un sermón, y para que se entendiese<br />

que no fué solo sueño, mas cosa verda<strong>de</strong>ra,<br />

se verificó con brevedad lo que el santo predijo;<br />

¡jorque á pocos meses fué el padre Adorno á Genova<br />

, su patria , don<strong>de</strong> <strong>de</strong> una enfermedad grave<br />

pasó á mejor vida, <strong>de</strong>jando gran opinión <strong>de</strong> santidad.<br />

Reverenció el pueblo su cuerpo , como <strong>de</strong><br />

sanio , tocándole los rosarios , y haciendo otras <strong>de</strong>mostraciones<br />

semejantes. Apareció asimismo san<br />

Caiios en sueños en hábito <strong>de</strong> car<strong>de</strong>nal, rojo,<br />

alegre y resplan<strong>de</strong>ciente el rostro, al doctor Juan<br />

Pedro Guisano , casi inmediatamente <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

muerto , y diciéndole : ¿Qué novedad es esla, señor<br />

iluslrísimo? El le respondió : Consuélate; quo<br />

á mí me va bien, y estoy en la gloria <strong>de</strong>l paraíso;<br />

y <strong>de</strong>sapareció al punto.<br />

54 Había en Milán algunas mujeres piadosas<br />

que tenian singular <strong>de</strong>voción con san Carlos , siguiéndole<br />

á todas las iglesias á oir su misa y sermón,<br />

y comulgaban <strong>de</strong> su mano casi lodos los<br />

dias: entre ellas Úrsula Veyola , <strong>de</strong> familia noble,<br />

que <strong>de</strong>jados los matrimonios, se <strong>de</strong>dicó al esposo<br />

celestial, hacia ejemplar vida en la casa <strong>de</strong> sus<br />

padres, y por la larga oración se le hinchó notablemente<br />

una rodilla, que con el tiempo se confirmó<br />

en una goma , que la afligía con dolor continuo,<br />

sin po<strong>de</strong>r doblaraquella parte , ni fijarla en tierra,<br />

y era ya el mal incurable. Muerto el sanio , le lloraba<br />

como á padre, ó hízose llevar á la capilla<br />

don<strong>de</strong> estaba , para hacer compañía al santo cuerpo<br />

, y encomendarle á Dios : siguió el entierro sin<br />

<strong>de</strong>jarle jamás el tiempo que pudo verle; y vuelta<br />

á casa , no sintiendo dolor en la rodilla , <strong>de</strong>scubrióla<br />

, y la halló sana , habiéndose quitado mila

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