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OCTUBRE, 10 LALEYEND A DE ORO. 77<br />
do guerra á su carne. Siendo virey en Cataluña,<br />
y <strong>de</strong>spués general <strong>de</strong> la Compañía en Roma tenia<br />
con su llave cerrados los cilicios y disciplinas<br />
que usaba , y los paños con que limpiaba la sangre<br />
que se sacaba; y los cilicios eran tan ásperos,<br />
que causaban horror y admiración. De tener tantas<br />
horas al dia la boca cosida con la tierra en su<br />
larga oración , vino á per<strong>de</strong>r las muelas y <strong>de</strong>spués<br />
á cancerarse la boca; <strong>de</strong> manera que sino se remediara<br />
con tiempo, en breve se acabara su peregrinación.<br />
También tuvo las espaldas <strong>de</strong>solladas<br />
<strong>de</strong> los azotes , y tan molidas y maltratadas, que<br />
se le pudrían; y él mismo vino á tener escrúpulo<br />
<strong>de</strong> ello , y <strong>de</strong>cia , que confiaba en el Señor que le<br />
perdonaría los rigores que habia usado; porque los<br />
habia hecho con buen zelo, y <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> agradarle.<br />
6o A la penitencia llamaba camino real <strong>de</strong>l<br />
pecador para el cielo: y como era tan humil<strong>de</strong> , y<br />
se sentia por tan gran pecador, se entregaba á ella<br />
<strong>de</strong> manera, que en un tiempo dijo, que le seria la<br />
comida <strong>de</strong>sabrida el dia que no tomase una buena<br />
disciplina, y solíala tomar tan rigurosa , que algunas<br />
veces aconteció á su compañero contar ochocientos<br />
y mas azotes, y no bastaba dar muchos<br />
golpes á la puerta, para que <strong>de</strong>jase la disciplina <strong>de</strong><br />
¡as manos.<br />
66 Cuando no podia excusar en sus caminos<br />
el ser huésped en casa <strong>de</strong> algún señor , procuraba<br />
en la mesa (si podia) comer lo que comiera en su<br />
refectorio ; y cuando le daban cama blanda y ricamente<br />
a<strong>de</strong>rezada , <strong>de</strong>spedidos todos ¡os criados<br />
<strong>de</strong> casa , se cerraba en su aposento, y sacaba un<br />
colchón <strong>de</strong> la cama, y le echaba en el suelo, y en él<br />
dormía , y á la mañana le tornaba á poner en su<br />
lugar , <strong>de</strong> manera que no se echase <strong>de</strong> ver.<br />
67 No era solamente la mortificación <strong>de</strong>l padre<br />
Francisco <strong>de</strong> asperezas y penitencias; pero<br />
mucho mas <strong>de</strong> sus pasiones y afectos, y <strong>de</strong> todo<br />
lo que tocaba á carne y sangre; porque <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que<br />
salió <strong>de</strong> su casa , así se olvidó <strong>de</strong> sus hijos , hermanos<br />
y <strong>de</strong>udos , como si no los tuviera, y hubiera<br />
nacido y criádosetoda su vida en religión, y estaba<br />
lan <strong>de</strong>spegado <strong>de</strong> su carne y sangre, que causaba<br />
á ¡os extraños maravilla, y á sus <strong>de</strong>udos sentimiento.<br />
Pero así los que se quejaban, como los<br />
que se maravillaban, tenían materia <strong>de</strong> edificarse<br />
y alabar al Señor, que en una tan feliz memoria<br />
como era la <strong>de</strong>l padre Francisco, hubiese puesto<br />
tanto olvido <strong>de</strong> las cosas á que el afecto natural<br />
tanto nos inclina. En una carta, hablando <strong>de</strong> este<br />
<strong>de</strong>sapego que tenia á los suyos, dice estas palabras:<br />
«No <strong>de</strong>jo<strong>de</strong>amarlos y <strong>de</strong> rogar por ellos, como <strong>de</strong>bo,<br />
y quizá es mas acepta la oración, cuanto menos<br />
tiene <strong>de</strong> carne: muera , muera; que <strong>de</strong> su<br />
muerte sálela vida.»<br />
68 Murió casi repentinamente doña Isabel <strong>de</strong><br />
Aragón , con<strong>de</strong>sa <strong>de</strong> Lerma , hija muy querida <strong>de</strong>l<br />
padre Francisco: el cual, estando en Valladolid,<br />
yendo por la calle á palacio, tuvo nueva <strong>de</strong> su<br />
muerte: luego cerró los ojos <strong>de</strong>l cuerpo y estuvo,<br />
como un cor<strong>de</strong>ro, en oración , y siguió su camino.<br />
En palacio trató con mucha serenidad los negocios,<br />
que llevaba, con la princesa , y al cabo la dijo que<br />
encomendase su alteza el alma <strong>de</strong> su sierva doña<br />
Isabel, que se habia ido á la otra vida casi <strong>de</strong> repente.<br />
Turbóse la princesa, y díjole: Y cómo, ¿es<br />
nueva esa para dármela tan <strong>de</strong> paso , y no haymas<br />
sentimiento en el padre <strong>de</strong> la muerto <strong>de</strong> tal<br />
hija? Respondióle el padre: Como la teníamos<br />
prestada , señora , y vino por ella su dueño; ¿qué<br />
po<strong>de</strong>mos hacer sino volverla alegremente? Volvió<br />
al colegio , y dijo misa por ella ; y este fué y no<br />
mayor su sentimiento. Y como el con<strong>de</strong>stable <strong>de</strong><br />
Castilla le viniese á visitar y á darle el pésame do<br />
la muerte <strong>de</strong> su hija, y se espantase do aquella<br />
paz y serenidad , y le preguntase cómo era posible<br />
que no sintiese la falta <strong>de</strong> su hija; lo respondió el<br />
padre: Señor, el dia que Dios me llamó á su servicio<br />
y me pidió el corazón, so lo <strong>de</strong>seó entregar<br />
tan enteramente , que ninguna criatura le pudiese<br />
turbar, ni viva, ni muerta.<br />
69 Trayendo el duque don Carlos , su hijo,<br />
pleito con don Sancho <strong>de</strong> Córdoba , almirante<br />
<strong>de</strong> Aragón , sobre ciertos lugares que el duque<br />
poseía; nunca el padre Francisco quiso hablar al<br />
emperador don Carlos en favor <strong>de</strong> su hijo : antes,<br />
hablándole el mismo emperador sobre este negocio,<br />
le suplicó el padre, que no solamente mandase guardar<br />
al almirantesujusticia, mas que le hiciese toda la<br />
gracia y merced que cupiese en la misma justicia. Lo<br />
mismo le aconteció con el papa Pió IV en Roma:<br />
porque pidiéndose dispensación á su santidad , para<br />
que don Alvaro <strong>de</strong> Borja , hijo <strong>de</strong>l padre Francisco<br />
, se pudiese casar con su sobrina, marquesa<br />
<strong>de</strong>Alcañizes; el padre Francisco nunca quiso hablar<br />
palabra por él, ni dar ú enten<strong>de</strong>r á su santidad<br />
que don Alvaro era cosa suya , hasta que el<br />
mismo papa lo supo, y le mandó llamar, y casi<br />
le reprendió, por no haberle dado parte <strong>de</strong> cosa<br />
que tanto le tocaba. Y aunque el papa le preguntó<br />
lo que le parecía que habia <strong>de</strong> hacer en aquel<br />
caso ; el padre estuvo tan en sí, que aconsejó á su<br />
santidad que pues dos líos pretendían casarse con<br />
la marquesa , su sobrina, el uno primo hermano<br />
<strong>de</strong>l padre, y el otro hermano <strong>de</strong> la madre (que<br />
era don Alvaro), y ambos pedian la dispensación;<br />
que su santidad se la concediese á ella , para que<br />
escogiese y tomase por marido al que quisiese<br />
<strong>de</strong> los dos: porque con esto cumpliría su santidad<br />
con ambas partes, y la marquesa se casaría libremente<br />
con el que <strong>de</strong> los dos le diese mas gusto.<br />
De lo cual quedó el papa admirado , aunque no siguió<br />
su parecer; porque no quiso conce<strong>de</strong>r la dispensación<br />
sino al hijo <strong>de</strong>l padre Francisco, para<br />
que se casase con su sobrina.<br />
70 Aunque el padre Francisco consigo era riguroso<br />
y severo, y con los que le tocaban en sangre<br />
no mostraba cariño , porque los miraba como<br />
parte <strong>de</strong> sí mismo; pero á ellos y á lodos los <strong>de</strong>más<br />
amaba con un tierno y espiritual amor: y<br />
cuando para bien <strong>de</strong> sus almas le habían menester,<br />
hallaban en él entrañas <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ro padre,<br />
y alivio, remedio y consuelo. Todos sus subditos<br />
sabían que era tanta su caridad, que podían seguramente<br />
<strong>de</strong>scubrirle sus pechos, y <strong>de</strong>scargar en él<br />
sus trabajos, aflicciones y cuidados, sin enfadarse<br />
ni cansarse; porque su trato con ellos era muy<br />
suave, y mas <strong>de</strong> padre am<strong>oro</strong>so , que <strong>de</strong> superior