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OCTUBRE , 10 LA LEYENDA DE ORO. G7<br />
íicacion y admiración <strong>de</strong> aquellos pueblos. Oíanle<br />
predicar con gran atención , y <strong>de</strong>rramaban hombres<br />
y mujeres muchas lágrimas, y no percibían<br />
muchos lo que predicaba , por estar lejos <strong>de</strong>l pulpito<br />
, y por no enten<strong>de</strong>r la lengua castellana : y<br />
preguntados estos. ¿por qué lloraban en el sermón<br />
pues no entendían? rc-spondian, que por ver un<br />
duque santo, y porque <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sus almas sentían<br />
unas voces <strong>de</strong> Dios que les daban á enten<strong>de</strong>r<br />
lo que el padre <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el pulpito les estaba predicando.<br />
24- Diéronlo los <strong>de</strong> la villa <strong>de</strong> Oñate una ermita<br />
<strong>de</strong> Santa María Magdalena que está allí cerca<br />
: en ella hizo edificar unos aposentillos <strong>de</strong> labor<br />
tosca , y <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra sin labrar, tan estrechos y<br />
<strong>de</strong>slucidos, que se veia bien cuánto mas eslimaba<br />
el padre aquel pobre y angosto rinconcillo, que<br />
los palacios suntuosos <strong>de</strong> los reyes. Aquí se pasó<br />
el nuevo sacerdote con algunos padres y hermanos<br />
<strong>de</strong> la Compañía, gastando su vida en perpetua<br />
oración , contemplación y penitencia. Luego pidió<br />
con gran<strong>de</strong> instancia al superior que allí estaba<br />
, licencia para servir al cocinero. Traia agua<br />
y leña : hacia lumbre : harria y fregaba; y ocupábase<br />
en todos los oficios <strong>de</strong> la cocina, como lo<br />
pudiera hacer el novicio mas humil<strong>de</strong> y mas abatido<br />
<strong>de</strong>l mundo. Servia en el refectorio á los padres<br />
y hermanos : hincábase <strong>de</strong> rodillas <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />
ellos: pedíales perdón <strong>de</strong> las fallas que tenia en<br />
servirlos: besábales los pies <strong>de</strong> uno en uno , rogándoles<br />
con extraña <strong>de</strong>voción y humildad que con<br />
sus oraciones le alcanzasen gracia <strong>de</strong> nuestro Señor<br />
para ser <strong>de</strong> veras suyo. Salia con unas alforjas<br />
al hombro á pedir limosna <strong>de</strong> puerta en puerta,<br />
y otras veces á enseñar la doctrina cristiana á los<br />
niños <strong>de</strong> aquellos pueblos, llevando la campanilla<br />
en la mano para llamarlos; y <strong>de</strong> esta manera anduvo<br />
por toda aquella tierra enseñando y edificando<br />
á todos con sus palabras y ejemplo: el cual<br />
dio tan gran<strong>de</strong> estallido por todos los reinos <strong>de</strong><br />
España , que muchos mancebos ilustres y <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s<br />
ingenios y esperanzas, y otros eminentes varones<br />
y singulares letrados , y algunos viejos, por<br />
sus canas y pru<strong>de</strong>ncia venerables , vinieron á buscar<br />
al padre Francisco á la ermita <strong>de</strong> Oñaie para<br />
vivir en su obediencia y compañía , y otros muchos<br />
dieron <strong>de</strong> mano á las vanas esperanzas <strong>de</strong>l<br />
mundo, y le menospreciaron y se entraron en<br />
otras religiones.<br />
25 También vinieron á visitarle, en aquel rincón<br />
don<strong>de</strong> estaba, algunos gran<strong>de</strong>s señores, y otros<br />
le enviaban á visitar; y no pocos le rogaron ó importunaron<br />
que los viese , por no po<strong>de</strong>r ellos salir<br />
<strong>de</strong> su casa á buscarle. Uno <strong>de</strong> estos fué don Bernardino<br />
do Cár<strong>de</strong>nas, duque <strong>de</strong> Maqueda, que<br />
á la sazón era virey <strong>de</strong> Navarra , á cuya instancia<br />
el padre fué á Pamplona , y predicó diversas veces<br />
en la iglesia catedral, con extraordinario concurso<br />
y admiración , é hizo obras <strong>de</strong> mucha caridad<br />
; y <strong>de</strong>jando bien enseñado y consolado al<br />
virey, que en el tiempo que estuvo en Pamplona<br />
no se apartaba <strong>de</strong> su lado, se volvió á su ermita<br />
<strong>de</strong> Oñate por la pro\incia <strong>de</strong> Álava , predicando<br />
en todas partes con notable fruto y edificación.<br />
26 De Portugal, adon<strong>de</strong> habia llegado la fama<br />
<strong>de</strong> su vida ejemplar, le escribió el infante don<br />
Luis, hermano <strong>de</strong>l rey don Juan el III y <strong>de</strong> la emperatriz<br />
doña Isabel (a quien habia servido el padre<br />
Francisco) cartas espirituales, y regaladas, y<br />
<strong>de</strong> gran<strong>de</strong> favor: en las cuales, á mas <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle<br />
que habia hecho su casa mucho mas ilustre con<br />
<strong>de</strong>jarla , y que era bienaventurado porque en tiempo<br />
<strong>de</strong> tan gran<strong>de</strong>s perturbaciones había sabido hallar<br />
la paz <strong>de</strong>l hombre interior; le pi<strong>de</strong> con gran<strong>de</strong><br />
encarecimiento tenga memoiia<strong>de</strong> él en sus <strong>de</strong>votas<br />
oraciones y sacrificios, para que el Señor le<br />
enseñe el camino <strong>de</strong> su voluntad: y el padre le<br />
respondió y le confirmó en sus buenos propósitos:<br />
y pudo tanto con su ejemplo, que el infante don<br />
Luis <strong>de</strong>terminó seguirle, y entrar en la Compañía<br />
: y no lo hizo; porque el santo padre Ignacio,<br />
y el mismo padre Francisco, juzgaron que por<br />
su edad y poca salud , y otros justos respetos,<br />
baria mayor servicio á nuestro Señor estándose en<br />
su casa , y dando el ejemplo que daba á todo el<br />
reino <strong>de</strong> Portugal, sirviendo al rey don Juan, su<br />
hermano, como lo hacia.<br />
27 Pero navegando con esta quietud y prosperidad<br />
, se levantó una borrasca que afligió mucho<br />
al padre, y le afligiera mucho mas, si con el<br />
espíritu y pru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l santo padre Ignacio tan<br />
presto no se sosegara. Habiendo sabido el emperador<br />
don Carlos la renunciación que habia hecho<br />
el padre Francisco <strong>de</strong> su estado , y la vida que<br />
hacia, pidió con gran<strong>de</strong> instancia á la santidad<br />
<strong>de</strong>l papa Julio III que le hiciese car<strong>de</strong>nal; porque<br />
á mas <strong>de</strong> darse á persona que tan bien merecía el<br />
capelo, él recibiría en ello particular gracia y favor.<br />
Y como ya el papa le conocia y había tratado<br />
el tiempo que estuvo en Roma , y le habia juzgado<br />
digno <strong>de</strong> aquella dignidad , fácilmente vino<br />
en lo que el emperador le suplicaba; y así se resolvió<br />
á hacerlo con gran<strong>de</strong> aprobación <strong>de</strong>l sacro<br />
colegio <strong>de</strong> los car<strong>de</strong>nales. Súpolo el santo padre<br />
Ignacio, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mucha oración y consi<strong>de</strong>ración<br />
habló al papa, y <strong>de</strong>claróle el menoscabo<br />
que recibiría el buen crédito <strong>de</strong>l padre Francisco<br />
, y el daño <strong>de</strong> la Compañía con aquel capelo;<br />
y suphcóle que <strong>de</strong> tal manera le ofreciese al padre<br />
Francisco , que no le obligase á aceptarlo : porque<br />
con esto por una parle cumplirla con el emperador<br />
y con el colegio <strong>de</strong> los car<strong>de</strong>nales y con<br />
todo el mundo, y mostraría su santo zelo; y por<br />
otra no afligiría á aquel siervo <strong>de</strong> Dios , ni pondría<br />
en peligro la Compañía , y su santidad lo tuvo por<br />
bien , y ofreció el capelo al padre Francisco , que<br />
estaba en su rincón bien <strong>de</strong>scuidado <strong>de</strong> lo que se<br />
trataba en Roma; y cuando lo supo , se afligió en<br />
gran manera, por ver el peligro en que habia estado<br />
, y se consoló por verse ya libre <strong>de</strong> él, y alabó<br />
al Señor que le habia puesto en sus manos<br />
aquella dignidad para ofrecerla <strong>de</strong> nuevo , como<br />
le ofreciera con ella todo el mundo, si fuera señor<br />
<strong>de</strong> él: y así respondió á su santidad con el agra<strong>de</strong>cimiento<br />
que <strong>de</strong>bia , suplicándole que le <strong>de</strong>jase<br />
acabar en lo que habia comenzado, y morir en su<br />
santa pobreza. Otras veces estuvo en el mismo<br />
peligro , y cada vez que se hablaba <strong>de</strong> ello, se