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•VS LA LEYENDA DE OUO<br />
tura <strong>de</strong>sús lujos. Pero á ln media noche el mártir<br />
san Julián (en cuya iglesia oslaba ) le apareció en<br />
hábito <strong>de</strong>. monje , y hablándola severamente , le<br />
dijo: ¿Por qué no <strong>de</strong>jas reposar á los que están<br />
aquí? Atanasia , creyendo que fuese algún monje,<br />
lo respondió: No os enojéis, señor, conmigo;<br />
porque estoy muy afligida : dos solos hijos tenia, y<br />
en un mismo dia los he enterrado. Preguntóle el<br />
monje cuántos años tenian. Y ella dijo : El uno<br />
tenia doce, y la otra diez. Entonces el santo la<br />
dijo: ¿Pues porqué los lloras? Mejor barias en<br />
llorar tus pecados; porque ellos viven y gozan <strong>de</strong><br />
Dios. Con estas palabras se consoló la madre, y<br />
convirtió el llanto en alegría , sabiendo que sus<br />
hijos vivian con Dios en el cielo , y que mas <strong>de</strong>bía<br />
tenerles envidia que lástima, y gozarse <strong>de</strong>l bien<br />
<strong>de</strong> ellos que entristecerse por su ausencia. Buscó<br />
luego al monje que la habia hablado , y no le halló<br />
ni le pudo ver: y sabiendo que lodas las puertas<br />
estaban cerradas, y que ninguna persona habia<br />
entrado en aquel lugar , entendió que aquella <strong>de</strong>bia<br />
ser revelación <strong>de</strong> Dios, y que el santo mártir<br />
Julián la habia aparecido, y tuvo gran temor, v<br />
<strong>de</strong>terminóse á hacer lo que la había mandado, y<br />
llorar sus pecados.<br />
2 Volvió á su casa, y clió cuenta á su marido<br />
<strong>de</strong> lo que aquella noche habia pasado > y rogólo<br />
que la diese licencia para entrarse en un monasterio,<br />
y hacer penitencia <strong>de</strong> sus pecados; porque,<br />
aun viviendo sus hijos, liabia tenido esto mismo<br />
intento , aunque no se lo habia osado <strong>de</strong>cir. Andrónico<br />
la respondió que lo pensase mejor, y lo<br />
encomendase á Dios por espacio <strong>de</strong> una semana,<br />
y que <strong>de</strong>spués tornarían á hablar <strong>de</strong> ello. Finalmente,<br />
ellos se concertaron entre sí, é hicieron lo<br />
que aquí diré. Dio Andrónico su hacienda á su<br />
suegro , padre <strong>de</strong> Atanasia , y díjole , que él y su<br />
luja iban por su <strong>de</strong>voción á visitar los lugares santos<br />
<strong>de</strong> Jerusalen : que si Dios dispusiese <strong>de</strong> ellos,<br />
gastase toda aquella hacienda que le <strong>de</strong>jaban, para<br />
bien <strong>de</strong>sús almas, en edificar algún monasterio,<br />
y algún hospital para los pobres. Dieron libertad<br />
á sus esclavos, y algunos dineros, tomándolos<br />
que les pareció que para su camino tasadamente<br />
habian menester: y una noche Andrónico y Atanasia<br />
solos , <strong>de</strong>jando su patria y su casa , se partieron<br />
para Jerusalen , suplicando á nuestro Señor,<br />
que pues había mandado á Abrahan y Sara que<br />
saliesen <strong>de</strong> su tierra y <strong>de</strong> entro sus <strong>de</strong>udos , y fuesen<br />
á la tierra que él les mostrarla , los guiase y<br />
tuviese <strong>de</strong> su mano , para que cumpliesen en todo<br />
su santísima voluntad.<br />
3 Estuvieron en la ciudad <strong>de</strong> Alejandría,<br />
don<strong>de</strong> hicieron oración al santo y glorioso mártir<br />
Menna.: y quedando allí Atanasia , Andrónico fué<br />
á visitar a los santos padres <strong>de</strong> Egipto, y á cónsul-<br />
Jar con el santo abad Daniel, lo que habia <strong>de</strong> ha-<br />
•cer; y por su consejo volvió por su mujer, y la<br />
llevó consigo adon<strong>de</strong> el sanio abad eslaba , el cual<br />
les dio cartas para que Atanasia fuese recibida en<br />
el monasterio <strong>de</strong> los tabemositas , adon<strong>de</strong> Andrónico<br />
la acompañó y <strong>de</strong>jó : y tornando al aliad Daniel<br />
, recibió do sus manos el hábito <strong>de</strong> monje, y<br />
fué ensoñado <strong>de</strong> lo que en aquel hábito y profesión<br />
OCTUÜR;;, 9<br />
le convenia hacer. Pasados doce años do religión,<br />
tuvo <strong>de</strong>seo Andrónico <strong>de</strong> ir á visitar otra vez los<br />
lugares santos <strong>de</strong> Jerusalen : propúsolo al abad;<br />
v con su licencia y bendición , se partió para aquella<br />
jornada, y por voluntad ó inspiración <strong>de</strong> Dios,<br />
al mismo tiempo Atanasia tuvo la misma voluntad<br />
, y se puso en camino vestida do monje , y llegó<br />
adon<strong>de</strong> eslaba Andrónico: hallóle <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> un árbol<br />
<strong>de</strong>scansando un poco , y guardándose <strong>de</strong>l calor<br />
<strong>de</strong>l sol, que era muy recio. En viendo Atanasia<br />
á Andrónico , luego lo conoció; mas él no la conoció<br />
á ella , porque habia perdido con la penitencia<br />
su antigua hermosura, y eslaba muy requemada<br />
y consumida : y creyendo que era otro monje<br />
cerno él, y sabiendo quo iba á Jerusalen , y quo<br />
llevaba el mismo camino , se concertaron los dos<br />
<strong>de</strong> ir juntos, aunque callando y guardando silencio<br />
, como si cada uno fuera solo , por mayor <strong>de</strong>voción<br />
y religión. De esta manera fueron Andrónico<br />
y Atanasia á Jerusalen, y estuvieron en ella,<br />
y volvieron á Alejandría , sin haber conocido<br />
Andrónico que el compañero quo llevaba era su<br />
mujer, y ereyendo siempre que fuese hombro v<br />
alguno <strong>de</strong> los monjes sanios <strong>de</strong> Egipto. Atanasia<br />
convidó á Andrónico si quería vivir en su misma<br />
celda con él; y él lo aceptó , habiendo primero<br />
dado parte al abad Daniel , y contádole lo que le<br />
habia sucedido con aquel monje en el camino, y<br />
el silencio que en él habia guardado, y por su<br />
consejo y con su bendición volvió á Atanasia , y<br />
estuvo otros doce años en la misma celda , en compañía<br />
<strong>de</strong> su mujer, sin enten<strong>de</strong>r que lo era, ni<br />
que fuese mujer: que es caso bien raro y para notar<br />
, que en lautos años , con tan continua y extraña<br />
comunicación y compañía, ni por el gesto,<br />
ni por la voz , ni por la habla , ni por los meneos,<br />
ni .por otras propieda<strong>de</strong>s individuales, no echase<br />
<strong>de</strong> ver Andrónico , quién era Atanasia; porque, ó<br />
estaba tan <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí, y tan atento á servir al<br />
Señor , que no reparaba en las cosas exteriores , y<br />
viéndolas, no las veia ; ó el mismo Señor, que<br />
por este camino quería mostrar lo que pue<strong>de</strong> su<br />
gracia, lo <strong>de</strong>tenia y divertía para que no la conociese<br />
: y aun que vivian con sumo silencio los dos<br />
(porque este fué el concierto que hicieron), no es<br />
probable que en las cosas forzosas no se hablasen,<br />
y no tuviesen entre sí algunas pláticas espirituales.<br />
k En el espacio do eslos doce años que estuvieron<br />
junios Andrónico y Atanasia, los solía visitar<br />
algunas veces el santo abad Daniel , y en<strong>de</strong>rezarlos<br />
y animarlos á lodas las obras religiosas<br />
v <strong>de</strong> perfección. Vino una vez, acabados ya los<br />
doce años, á verlos , y supo do Andrónico que su<br />
compañero estaba muy fatigado y <strong>de</strong> camino para<br />
el cielo. Entró á él el abad Daniel, y hallóle con<br />
gran<strong>de</strong>s angustias y congojas, y ll<strong>oro</strong>so; y díjole:<br />
¿Porqué lloras, <strong>de</strong>biendo alegrarle por ir al Señor?<br />
Y él respondió: No ll<strong>oro</strong> por mí, sino por mi compañero<br />
Andrónico; pero yo le ruego que <strong>de</strong>spués<br />
ipie me hubieres enterrado, tomes un papel quo<br />
estará á mi cabecera, y le leas, y <strong>de</strong>spués le <strong>de</strong>s<br />
á Andrónico. Con esto se aparejó para morir , y<br />
comulgó : encomendáronle el alma : y acabó en el<br />
Señor. Vinieron para amortajarle, y hallaron quo