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i no LA LEYENDA DE ORO. or.rinim;, lí)<br />
las palabras Je David : In le, Domine, aperad,<br />
non con fundar in wternum. Con ser tan estimado<br />
<strong>de</strong> los reyes y príncipes, nunca esperó <strong>de</strong> su<br />
mano el buen suceso do sus negocios, ni temía<br />
mal suceso aunque se le opusiesen personas mnv<br />
po<strong>de</strong>rosas , y no so <strong>de</strong>scubriese camino para llegar<br />
al cumplimiento <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>seos; porque todo lo<br />
esperaba <strong>de</strong> Dios, y teniendo á Dios <strong>de</strong> su parle,<br />
no tenia á quien temer. Con esta esperanza venció<br />
insuperables dificulta<strong>de</strong>s, é hizo posibles, los que<br />
á la pru<strong>de</strong>ncia humana parecían imposibles; y<br />
<strong>de</strong>cia á todos los que trataba : En sus pretensiones<br />
pongan en Dios la esperanza; que él encaminará<br />
los medios al <strong>de</strong>seado fin. Foresta confianza sustentó<br />
Dios al santo y á sus hijos milagrosamente<br />
muchas veces, cuando estaban <strong>de</strong>stituidos do todo<br />
remedio humano. En la fé <strong>de</strong> los misterios divinos<br />
y en la esperanza <strong>de</strong> los bienes celestiales, se conocía<br />
que san Pedro era hombre que vivía en la<br />
tierra: en la caridad parecia un serafín, do los<br />
que habitan en el cielo : tanto era el incendio <strong>de</strong><br />
su amor, que no pudiéndolo sufrir, se salia muchas<br />
veces <strong>de</strong> la estrechura <strong>de</strong> su celda á los campos<br />
buscando el aire frío, para que refrigerase el<br />
ardor <strong>de</strong> su pecho. Dice una cosa muy rara su historiador<br />
Fr. Juan <strong>de</strong> San Bernardo, procurador<br />
general en Boma en la causa <strong>de</strong> la canonización<br />
<strong>de</strong> san Pedro do Alcántara, que viéndose en una<br />
ocasión abrasado <strong>de</strong>l fuego <strong>de</strong>l amor divino, sin<br />
po<strong>de</strong>r sufrir sus llamas se arrojó en un estanque<br />
helado para templar el incendio , y que con su calor<br />
<strong>de</strong>shizo el hielo, calentó el agua , y comenzó á<br />
hervir el estanque, como suele una cal<strong>de</strong>ra puesta<br />
al fuego. Por los excesos <strong>de</strong> su amor, con que suspiraba<br />
, se quejaba lastimosamente, y daba voces<br />
por ¡os campos, convidando á todas las criaturas<br />
á alabar á Dios, le tenian por loco los que no le<br />
conocian: «Y <strong>de</strong> verdad lo estaba (dice santa<br />
Teresa) á lo divino <strong>de</strong> aquella locura y embriaguez<br />
que tenia el ¿anto profeta , cuando convidaba<br />
á todas las criaturas <strong>de</strong>l cielo y <strong>de</strong> la tierra á las<br />
alabanzas <strong>de</strong> Dios, cantando aquel admirable<br />
cántico <strong>de</strong>l Bcnedicile omnia. ¡O qué buena locura<br />
si nos la diese Dios á todos! » De un fuego<br />
se encendió otro fuego , <strong>de</strong> la caridad con Dios la<br />
caridad con los prójimos. A lodos sus prójimos<br />
amaba con un verda<strong>de</strong>ro amor: á todos procuraba<br />
su mayor bien , que es la salvación y perfección,<br />
procurando sacar á los pecadores <strong>de</strong> sus pecados,<br />
v a<strong>de</strong>lantar á los justos en la justicia con<br />
sermones, pláticas, conversaciones familiares,<br />
consejos, ejemplos, penitencias, oraciones y cuantos<br />
medios hallaba que conducían para aprovechar<br />
á alguna alma.<br />
12 Su paciencia fué invencible en los trabajos<br />
<strong>de</strong> cualquiera parte que le viniesen. Afligíale<br />
Dios con enfermeda<strong>de</strong>s, los hombres con injurias,<br />
los <strong>de</strong>monios con tentaciones, la carne le hacia<br />
guerra, el mundo le perseguía, el infierno le maltrataba,<br />
y él <strong>de</strong>seaba que creciesen las penas, y<br />
se aumentasen los trabajos; porque <strong>de</strong>cia, que el<br />
pa<strong>de</strong>cer muchas tribulaciones por amor <strong>de</strong> Jesucristo<br />
es el camino mas cierto y seguro para alcanzar<br />
la perfección: y aunque es estrecho, ás<br />
pero , y lleno ile espinas, llega hasta las puertas<br />
<strong>de</strong>l cielo. Su pru<strong>de</strong>ncia era admirable para encaminar<br />
los negocios <strong>de</strong>l servicio divino , como su<br />
constancia para empezarlos y proseguirlos hasta<br />
conseguir el logro do ellos. El con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Oropesa<br />
don Juan Alvarez do Toledo, no menos pru<strong>de</strong>nte,<br />
que piadoso y religioso príncipe , veneraba todas<br />
las palabras <strong>de</strong>l santo, admirando en ellas una<br />
pru<strong>de</strong>ncia mas que humana , y <strong>de</strong>cia que eran<br />
como las palabras <strong>de</strong> la Escritura, que encierran<br />
cada una muchos misterios, y halla cada uno en<br />
ellas lo que ha menester. Estando un dia el con<strong>de</strong><br />
con el santo, lamentándose <strong>de</strong> la perdición <strong>de</strong>l<br />
mundo, lo dijo: ¿Qué lo parece, P. Fr. Pedro,<br />
cuál está el mundo con tantas culpas? No sé cómo<br />
nos sufre Dios y no Hueve rayos sobre nosotros.<br />
Respondió el santo : ¿De eso so aflige V. S.? No<br />
tenga pena; que remedio tiene. Admirado el con<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong> que hallase remedio en un mal tan <strong>de</strong>sesperado<br />
, le preguntó: ¿Y qué remedio? Fácil, señor:<br />
con que V. S. y yo seamos los que <strong>de</strong>bemos , podremos<br />
tanto con Dios , que lo remedie; y cuando<br />
nó , ya estará el mundo remediado , cuanto es do<br />
nuestra parto, y habrá menos que remediar. Su<br />
penitencia fué increíble: no comia sino <strong>de</strong> tres en<br />
tres dias una vez, y algunas veces so lo pasaban<br />
seis y ocho dias sm comer ni beber cosa alguna<br />
: comia un poco <strong>de</strong> pan con unas yerbas,<br />
y para quitarla el poco sabor que podia tenérosla<br />
comida, echaba sobre ella ceniza y agua fria , ó<br />
polvos <strong>de</strong> ajenjos ú otras yerbas amargas. Yino no<br />
lo probó en su vida , aunque lo aconsejaron muchos<br />
que lo bebiese para templar los continuos<br />
dolores do estómago que lo alligian. Al sueño,<br />
<strong>de</strong>cia él que aborrecia mas que á la muerte , y en<br />
cuarenta años no durmió entre noche y dia mas<br />
que hora y media, y nunca tuvo mas cama que el<br />
suelo duro: y cuando estaba enfermo, ponia por<br />
regalo un pedazo tío pellejo sobre que se sentaba;<br />
porque en su celda no pedia estar extendido, por<br />
ser la celda do cuatro pies y medio larga, y el<br />
santo <strong>de</strong> gran<strong>de</strong> estatura. Cuando dormía fuera <strong>de</strong>l<br />
convento en la casa <strong>de</strong> algún seglar, nunca so<br />
echaba en la cama , aunque la <strong>de</strong>scomponía ordinariamente<br />
para disimular su penitencia ; sino en<br />
un rincón <strong>de</strong>l aposento. Todas las noches tomaba<br />
dos disciplinas <strong>de</strong> sangre , una antes do maitines,<br />
y otra antes <strong>de</strong> amanecer, unas veces con cor<strong>de</strong>les<br />
nudosos , otras con ortigas , otras con ca<strong>de</strong>nas<br />
<strong>de</strong> hierro, variando los instrumentos para renovar<br />
el dolor. Siempre traía <strong>de</strong>scubierta la cabeza al<br />
sol, aire, lluvias, nieves y hielos: y no pocas veces<br />
se poma en oración en los campos cuando estaba<br />
nevando ó lloviendo: y congelándose la nievo,<br />
ó el agua en su cabeza; para limpiarla so arrancaba<br />
ios cabellos, <strong>de</strong>seando pa<strong>de</strong>cer <strong>de</strong> alguna<br />
manera la c<strong>oro</strong>na <strong>de</strong> espinas <strong>de</strong>l Señor. En tiempo<br />
<strong>de</strong> invierno abría la ventana y puerta <strong>de</strong> su celda,<br />
y quitándose el mantillo, so ponia en medio <strong>de</strong> rodillas,<br />
hasta que con el aire helado que pasaba,<br />
quedaba el cuerpo pasmado <strong>de</strong>l frió, y entonces<br />
cerraba la ventana , y le <strong>de</strong>cia á su cuerpo, como<br />
burlándose <strong>de</strong> él : Bien te regalas, cuerpecillo;<br />
pues cierro la ventana porque no sientas el frió.