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La leyenda de oro 4.pdf

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NoviKMimE, 1 LA LEYENDA DE ORO<br />

roso . quo el alma bienaventurada se hace fuego<br />

por la participación <strong>de</strong> aquel incendio y fuego divino<br />

<strong>de</strong>l Señor: <strong>de</strong> quién se dice que es fuego,<br />

que consumo y convierto todas las cosas en sí y<br />

siempre ar<strong>de</strong>, y nunca se acaba. De este amor resulla<br />

la fruición y gozo inenarrable en la misma<br />

alma por la unión <strong>de</strong> su entendimiento con aquel<br />

mar Océano <strong>de</strong> inmensa sabiduría , y <strong>de</strong> su aféelo<br />

y voluntad con el sumo bien: con el cual está tan<br />

abrazada, y tan apretada y asida, que no se<br />

pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>sasir. Esla es la gloria esencial <strong>de</strong> los<br />

sanios , <strong>de</strong>clarada , no como ella es (porque esto<br />

es imposible), sino como un rasguño, y cosa mal<br />

pintada, á la manera quo nuestra flaqueza en la<br />

oscuridad <strong>de</strong> la noche <strong>de</strong> esta vida, y <strong>de</strong> las tinieblas<br />

<strong>de</strong> nuestra ignorancia por un vislumbro<br />

pue<strong>de</strong> explicar.<br />

G No se acaba en este sumo bien el bien <strong>de</strong><br />

los sanios, ni su gloria en la gloria que tienen<br />

con la vista, posesión y gozo <strong>de</strong>l sumo bien ; antes<br />

<strong>de</strong> este sumo bien , como <strong>de</strong> su fuente, manan<br />

otros cuatro bienes, que pertenecen á la bienaventuranza<br />

acci<strong>de</strong>ntal, segundaria y menos principal:<br />

los cuales son la gloria <strong>de</strong> sus cuerpos, la<br />

hermosura y excelencia <strong>de</strong>l lugar don<strong>de</strong> eslán , la<br />

compañía <strong>de</strong> tantos cortesanos <strong>de</strong>l cielo , y la certidumbre<br />

<strong>de</strong> que aquella gloria será eterna , y<br />

durará mientras que Dios fuere Dios. Porque primeramente<br />

<strong>de</strong> aquella gloria copiosísima y abundantísima<br />

<strong>de</strong>l alma redunda en el cuerpo <strong>de</strong>l bienaventurado<br />

lóela la gloria , resplandor y hermosura<br />

<strong>de</strong>que él es capaz ; y con una sujeción singular,<br />

hermandad y obediencia á la misma alma, quo el<br />

cuerpo , como si no fuese corporal sino espiritual,<br />

así la sigue en todo sin contradicción ni repugnancia<br />

: <strong>de</strong> manera que así como, mientras que vivimos<br />

acá en la tierra , por ser nuestra alma forma<br />

<strong>de</strong>l cuerpo, y tan hermanada con él, parece que<br />

es <strong>de</strong> carne, y con el peso.<strong>de</strong> su mismo cuerpo se<br />

inclina , yes tirada hacia bajo; así en el cielo la<br />

carne, vestida <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong>l espíritu , se levanta<br />

y sube á lo alto, y en cierta manera se convierto<br />

en espíritu. Para esto da Dios al cuerpo cuatro<br />

dotes maravillosos, que son , conforme á la doctrina<br />

<strong>de</strong> san Pablo , y <strong>de</strong> los teólogos, agilidad,<br />

sutileza , impasibilidad y claridad. <strong>La</strong> agilidad será<br />

t*n gran<strong>de</strong> y tan admirable, que á un abrir <strong>de</strong><br />

ojos se hallará el cuerpo <strong>de</strong>l bienaventurado, don<strong>de</strong><br />

su alma querrá. No hay caballo tan ligero que<br />

así corra, ni águila que así vuele, ni saela quo<br />

vaya con tanta velocidad, ni el mismo sol (que<br />

en tan pocas horas hace su curso, y da vuelta al<br />

mundo), que se pueda comparar con la presteza<br />

con que el cuerpo glorificado se hallará don<strong>de</strong><br />

quisiere. <strong>La</strong> sutileza será tanta , que no hay aire<br />

tan <strong>de</strong>licado , ni rayo <strong>de</strong> luz tan sutil, ni voz <strong>de</strong><br />

hombre, ni cosa alguna <strong>de</strong> la tierra tan penei.ranle<br />

, que la sutileza <strong>de</strong>l cuerpo glorioso con gran<strong>de</strong>s<br />

ventajas no la exceda. Pues ¿qué diré <strong>de</strong> la impasibilidad?<br />

que es tanta que á la manera que el<br />

rayo <strong>de</strong>l sol no se pue<strong>de</strong> con espada corlar, ni<br />

ahogarse en el agua , ni quemarse en el fuego, ni<br />

ensuciarso ó mancharse con inmundicia alguna ;<br />

así el cuerpo glorioso no pue<strong>de</strong> pa<strong>de</strong>cer ni reci-<br />

1S1<br />

bit- lesión, ó daño alguno. ¿Qué <strong>de</strong> la claridad?<br />

que. sobrepuja á la <strong>de</strong> las eslrelias, <strong>de</strong> la luna y<br />

<strong>de</strong>! mismo sol; y todas las cosas claras y relucientes<br />

<strong>de</strong> acá son oscuridad , cotejadas con ella. Esto<br />

loca á la gloria <strong>de</strong> los cuerpos <strong>de</strong> los bienaventurados.<br />

Mas para <strong>de</strong>clarar la excelencia , gran<strong>de</strong>za,<br />

riqueza y hermosura do aquel palacio real, y morada<br />

perpetua <strong>de</strong> los santos , seria menester que<br />

bajase uno <strong>de</strong> ellos <strong>de</strong>l cielo , y quo como testigo<br />

<strong>de</strong> vista, nos la pintase y pusiese <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los<br />

ojos; porque el asiento <strong>de</strong> esta ciudad es sobro todos<br />

los cielos, y la anchura y gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> ella<br />

exce<strong>de</strong> toda medida. Y si hay algunas estrellas<br />

que, según los astrólogos , son mayores sesenta y<br />

ochenta veces mas que toda la tierra; ¿que tan<br />

gran<strong>de</strong> será aquel cielo que abraza á todas las<br />

estrellas, y todos los cielos? No hay gran<strong>de</strong>za en<br />

el mundo, que con esta se pueda comparar: y<br />

por esto el profeta Baruch , admirado <strong>de</strong> esta gran<strong>de</strong>za<br />

, atónito , y como fuera <strong>de</strong> sí, exclamó y<br />

dijo : a O Israel, [ cuan gran<strong>de</strong> es la casa <strong>de</strong> Dios,<br />

ó inmenso el lugar <strong>de</strong> su trono y asiento ! Gran<strong>de</strong><br />

es, y no tiene término: excelso es, é inmenso. »<br />

Pues si preguntas por las labores <strong>de</strong> su edificio,<br />

no hay lengua que lo pueda explicar: porque si<br />

esto que parece por <strong>de</strong>fuera á los ojos mortales,<br />

es lan hermoso; ¿qué será loque allá está guardado<br />

á los ojos inmortales? Y si acá en este mundo<br />

visible nos <strong>de</strong>leita tanto la hermosura <strong>de</strong> la tierra<br />

, la llanura <strong>de</strong> los campos, la altura <strong>de</strong> los<br />

montes, la verdura <strong>de</strong> los valles , la frescura <strong>de</strong><br />

las fuentes, la gracia <strong>de</strong> los ríos repartidos como<br />

venas por todo el cuerpo déla tierra, y sobre<br />

todo la anchura <strong>de</strong> los mares, poblados <strong>de</strong> tantas<br />

diversida<strong>de</strong>s v maravillas <strong>de</strong> cosas ; ¿qué será en<br />

aquella casa real y en aquel sacro palacio quo<br />

Dios edificó para solar y gloria do sus escogidos?<br />

De este lugar, sobre todas las cosas lindo, admirable<br />

y divino , dicesan Pedro Damián unas palabras<br />

recogidas <strong>de</strong> diversos y varios lugares do<br />

san Agustín, que quiero poner aquí. «Quien (dice)<br />

podrá explicar la alegría <strong>de</strong> aquella patria soberana,<br />

don<strong>de</strong> los edificios son todos <strong>de</strong> piedras preciosas<br />

y vivas , y los tejados están cubiertos do<br />

<strong>oro</strong> purísimo, y las salas resplan<strong>de</strong>cientes con<br />

maravillosa claridad , y loda la obra es <strong>de</strong> piedras<br />

<strong>de</strong> inestimable valor, y las calles <strong>de</strong> esta ciudad<br />

son enlosadas <strong>de</strong> <strong>oro</strong> mas puro quo el cristal,<br />

sin polvo, ni lodo, ni inmundicia alguna: en dondo<br />

la aspereza <strong>de</strong>l invierno, y el ardor <strong>de</strong>l eslió no<br />

tienen lugar; antes las flores y rosas, que no se<br />

marchitan, hacen una perpetua primavera: allí<br />

blanquean las azucenas , y brotan mil fuentes do<br />

bálsamo : los prados eslán siempre ver<strong>de</strong>s, y los<br />

sembrados hermosos , y corren rios <strong>de</strong> miel en<br />

gran<strong>de</strong> abundancia , y los ungüentos suavísimos y<br />

aromáticos echan <strong>de</strong> sí muy ol<strong>oro</strong>sa y divina fragrancia:<br />

allí las manzanas lindísimas están colgadas<br />

en aquellos bosques lloridos para siempre.<br />

En aquella ciudad no hay variedad en la claridad<br />

<strong>de</strong> la luna, <strong>de</strong>l sol, y do las estrellas; porque el<br />

Cor<strong>de</strong>ro es el que la alumbra , sin jamás escon<strong>de</strong>rse;<br />

y por oso no hay noche, ni sucesión <strong>de</strong><br />

tiempo, sino un dia constante y perpetuo, y cada

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