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LA LEYENDA DE ORO. NOVIEMBRE , 4
como dcbiaii visitarse las iglesias y con los que mo tenia costumbre. Solian,para excitarse á
eran mas domésticos , no daba á entender que los mayor devoción cantar algunos moteles; y en—
había \islo: v encontrándole un dia Marco Anto­ toncos uno, lomado del Evangelio Tempus est,
nio Colona en el camino de San Pablo, hiera de los uireverlarad cuín, qui me misil: y cuando
muros, salió de la carroza con don Fabricio , su llegaron los músicos á aquellas palabras: Non tur-
hijo, á hacerle reverencia: el santo no se paró á belur cor vesíritm, ñeque formidel; el impío
recibir su agasajo , y apenas dio muestrasde salu­ patricida en hábito seglar desde la puerta del oradarlos
, ni aun bajó la cabeza á doña Ana , su torio, no distante cuatro biazas del cardenal, dis­
querida hermana, mujer de don Fabricio , que paró el arcabuz de rueda , cargado ríe bala y mu­
estaba en la carroza; y como si no los viera , prochas postas. Dio el golpe al inocente cardenal,
siguió su viaje sin interrumpir su oración por arrodillado ante el altar en oración: espantó el
aquel breve momento. lira admirado de lodos , y tronido á los presentes, que atemorizados se levan­
muchos nobles le acompañaron por devoción á estaron, dejando la oración. Cesó la música, y el
tas estaciones, guardando el orden mismo que la mansísimo cardenal, sin alteración ninguna , les
familia , con gran consuelo suyo. A mas do las mandó aquietar y proseguir la oración : con que
iglesias señaladas para el sanio jubileo , visitó las el sacrilego no conocido, sin que nadie le siguiese,
de mayor nombre, ó donde hay señalada reliquia se escapó fácilmente. Sintió el cardenal herirse
ó devoción particular del pueblo. Visitó á pié las como de un fuerte golpe de lanza , que le impidió
siete iglesias muchas veces , y casi todo los dias con gran violencia á un apresurado movimiento,
hacia genuflexión á la escala santa. Acompañó la hnsta tocarla tierra con las manos: entendió estar
oración con larguísimas limosnas: ejercitó la hos­ herido de muerto por la fuerza del golpe: tentó
pitalidad , dando acogida en las casas do su título luego con la mano el lugar que temió herido; y
de santa Práxedes á sus milaneses, y á los de otras levantando los ojos y manos al cielo, se ofreció
naciones. Estas obras tan ejemplares fueron testi­ en voluntario sacrificio á la Majestad divina,
monio claro y firme confirmación de la fama de dando gracias de haberle favorecido en per­
su santidad , con que adquirió tan gran veneración mitir muriese por lajusticia. Perseveró en la ora­
y amor del pueblo , que pasando por las calles sación inmóvil mas de un cuarto de hora; y al lelían
á verle, y todos le reverenciaban , hincando vantarse, hallaron que la bala , habiendo dado el
las rodillas, y besando quien podia sus ropas. En­ golpe en medio del espinazo , no había pasado el
contrándole una buena peregrina , se conmovió vestido, manchó solo el roquete , y dejando una
de manera , que llevada de una vehemente devo­ señal grande de su forma, habia caido á sus pies.
ción , so lo arrojó á los pies , besándolos con reve­ Una de las postas, pasando las ropas todas hasta
rencia , bien que él no lo permitió y procuró re­ la carne, paró sin hacer ofensa alguna, no atretirarse,
no sin dificultad, tan asidos los lenia, viéndose (mas piadosa que el impío religioso) á
confesando públicamente era santo. Hizo lo mismo teñirse en la inocente sangre del sagrado prelado,
una matrona noble , apeándose del coche solo á ni hacer daño al que con sumo ardor y caridad
hacerle reverencia cuando pasaba, y personas cristiana era un perpetuo bienhechor de todos.
pins cuidaron con devoción haber algunas cosas Las postas que no locaron al santo, mostrando
del santo por reliquias. El cardenal César Baro­ bien la violencia que llevaban, hicieron gran esnía
, sacerdote entonces de la congregación del trago en la pared de enfrente, y una agujeró una
Oratorio , procuró haber los zapatos con que an­ tabla muy gruesa y dura. No quiso el siervo de
duvo las iglesias , conservándolos como un precioso Dios que se siguiese ni buscase al malhechor, ni
tesoro. Mostró Dios con brevedad el agrado de inquiriese el origen de aquel crimen; pero el sumo
aquellos santos pasos; porque fué osle calzado se­ pontífice y el gobernador de Milán no perdonaron
vero verdugo del demonio , expeliendo con exor­ di'igencia alguna para aprehender al malhechor,
cismos á un espíritu tenazmente apoderado de una y averiguar los autores : los cuales todos padecie­
moza , en presencia de san Felipe Neri, en su ron un público y ejemplar castigo, con harto senti­
iglesia de Santa María do Vaheóla : locado del miento del manso cardenal, que quería que no fue­
zapato daba el demonio aullidos y bramidos, sen castigados.
como si le acrecentaran intolerables penas. Al fin
salió el demonio de aquel cuerpo por ¡a virtud de 43 Con otras muchas obras y milagros ilustró
las palabras de la Iglesia , y méritos de san Carlos. Dios á su siervo , é hizo glorioso entro los hombres.
Vivía en el convento de monjas de, Santa Ma­
42 Padeció muchas persecuciones el santo ría de Milán una devotísimasierva de Dios, llama­
cardenal por defender la jurisdicción eclesiástica, da sóror Blanca Lucía Cayma : ejercitóla el Señor
y por quitar algunos abusos de Milán, mostrándose largo tiempo con la enfermedad de un ojo que la
en todas ocasiones con un ánimo invencible, y sa­ trabajaba grandemente, con peligro de perder la
liendo de ellas victorioso. Tuvo evidentes peligros vista : teníale el cirujano por mal incurable : no le
de la \ ida do que Dios nuestro Señor le libró mi­ aprovechaba remedio alguno humano, y so habia
lagrosamente. Habia reformado san Carlos la or­ convertido el mal en una fístula, de que manaba
den de los Humillados, que después deshizo Pió V titaii copia de humor y materia corrompida, que la
por sus excesos: sintieron tanto algunos religiosos impedía el ver, y obligaba á estar muchas veces
esta reforma, que determinó uno de ellos matar al en la cama por la gravedad del mal. Una mañana
santo cardenal: aguardó cuando estaba en su ora­ cerca del año lod4, esta religiosa, oyendo misa
torio con otros do su familia haciendo oración, co­ de san Carlos en su monaslerío , inspirada de Dios