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La leyenda de oro 4.pdf

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tos, y que con nombre <strong>de</strong> paz queria hacer guerra<br />

y engañar á Valentiniano ; y así le avisó <strong>de</strong> ello,<br />

y que se recatase <strong>de</strong> Máximo y le mirase á las manos<br />

, mas que á las palabras quo <strong>de</strong>cia. No se recató<br />

Valentiniano; antes envió otro embajador que<br />

fué Domnino , creyendo con ruegos y sumisiones<br />

impetrarla paz. Dio Máximo buenas palabras al<br />

nuevo embajador, que volvió á Italia muy contento<br />

, pensando que <strong>de</strong>jaba asentada la paz; pero<br />

luego tras él vino Máximo con su ejército, y pasó<br />

los Alpes al improviso y entró en Italia tan <strong>de</strong> repente<br />

, que apenas Valentiniano y Justina se pudieron<br />

escapar y huir á las partes <strong>de</strong> Oriente para<br />

que Teodosio, que las gobernaba y era consorte en<br />

el imperio , los amparase y los librase <strong>de</strong> las manos<br />

<strong>de</strong> Máximo, como <strong>de</strong>spués lo hizo. Hubo en Milán<br />

gran<strong>de</strong> espanto por la venida <strong>de</strong>l ejército <strong>de</strong> Máximo<br />

, y todos á porfía querían salir <strong>de</strong> la ciudad , y<br />

huyendo, salvarse. Hablóles el santo prelado, y<br />

exhortóles á hacer penitencia, enseñándole que ella<br />

era el mejor remedio y la mas segura guarda que<br />

podían hallar: «¿Para qué (dice) huyes <strong>de</strong> tu<br />

patria? Si quieres ser salvo huye <strong>de</strong> tus pecados.<br />

Sí <strong>de</strong>jares <strong>de</strong> pecar; el enemigo es vencido. » Pero<br />

Máximo, <strong>de</strong>spués que hubo <strong>de</strong>struido consu ejército<br />

aquella noble parte <strong>de</strong> Italia, y arruinado muchas<br />

ciuda<strong>de</strong>s, talado los campos y héchose señor <strong>de</strong><br />

muchos pueblos; viendo que no habia quien le resistiese<br />

, mitigó su furor y comenzó á ganar con beneficios<br />

las volunta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la gente , y dar á enten<strong>de</strong>r<br />

que no habia venido armado para usurpar el<br />

imperio , sino para que la fé católica se conservase<br />

limpia y entera, queriendo cubrir su tiranía con<br />

capado religión. Con esto tuvo mas quietud san<br />

Ambrosio , y menos que batallar con los herejes<br />

arríanos. Pero mucho mas se confirmó y estableció<br />

la fé católica <strong>de</strong>spués que el emperador Teodosio<br />

venció y mató á Máximo : porque aunque como<br />

hombre piadoso y mo<strong>de</strong>stísimo, no quiso tomar<br />

para sí el imperio occi<strong>de</strong>ntal, antes le restituyó á<br />

Valentiniano; pero siempre quedó con grandísima<br />

autoridad, y como padre <strong>de</strong>l mismo emperador<br />

Valentiniano, que muerta ya su madre Justina,<br />

reverenció y obe<strong>de</strong>ció á san Ambrosio. Estando<br />

Teodosio en Milán , favoreció por extremo á los<br />

católicos, y persiguió á los arrianos; y san Ambrosio<br />

triunfó <strong>de</strong> ellos , y la religión católica <strong>de</strong> la perfidia,<br />

y <strong>de</strong> la mentira la verdad.<br />

10 Pero si faltaron los herejes arrianos , no faltaron<br />

otros monstruos que en aquel mismo tiempo<br />

salieron <strong>de</strong>l infierno , para turbar con nuevos errores<br />

la tranquilidad <strong>de</strong> la Iglesia: porque Joviniano,<br />

monje, y otros que habian estado en aquel<br />

monasterio (que dijimos haber edificado san Ambrosio<br />

en Milán), con la máscara <strong>de</strong> ayunos y penitencias,<br />

disimulando sus malda<strong>de</strong>s, apostatando<br />

<strong>de</strong> la institución monástica y <strong>de</strong> la fé católica,<br />

comenzaron á enseñar doctrinas nuevas ó inficionar<br />

las almas <strong>de</strong> los que las creian: do los cuales<br />

dico san Ambrosio estas palabras: « Estuvieron<br />

con nosotros; pero no eran <strong>de</strong> nosotros:<br />

ayunaban, estaban encerrados en el monasterio: no<br />

habia libertad para darse á <strong>de</strong>leites <strong>de</strong>shonestos,<br />

ni á parlerías y contiendas: y como eran <strong>de</strong>lica­<br />

LA LEYENDA DE ORO. DICIEMBRE , 7<br />

dos, no pudieron sufrir esle género <strong>de</strong> vida. Salieron<br />

<strong>de</strong>l monasterio : quisieron volver y no fueron<br />

admitidos; porqué muchas cosas habia yo oído dignas<br />

<strong>de</strong> remedio, y habiéndoselas avisado, no se<br />

enmendaron. Y por esto como saliendo <strong>de</strong> sí, comenzaron<br />

á verter la ponzoña <strong>de</strong> que estaban<br />

llenos, y á ser un incentivo <strong>de</strong> todos los vicios.»<br />

Esto es <strong>de</strong> san Ambrosio : el cual <strong>de</strong> tal manera<br />

persiguió á Joviniano y á sus cómplices,<br />

que los echó <strong>de</strong> Milán y <strong>de</strong> toda su comarca : aunque<br />

fueron tan atrevidos que fueron ó Roma , pensando<br />

po<strong>de</strong>r engañar con su hipocresía á los fieles<br />

; mas por la diligencia <strong>de</strong> Pamaquio, varón<br />

nobilísimo y amicísí.mo <strong>de</strong> san Gerónimo, Siricio<br />

papa, juntando el clero <strong>de</strong> Roma, los con<strong>de</strong>nó , y<br />

la doctrina que enseñaban ; y el mismo san Gerónimo<br />

escribió dos libros doctísimos contra ella,<br />

y el emperador Honorio, hijo <strong>de</strong> Teodosio, <strong>de</strong>sterró<br />

á Joviniano á una isla apartada. También tuvo san<br />

Ambrosio mucho trabajo en tiempo <strong>de</strong> los dos hermanos<br />

emperadores Graciano y Valentiniano en<br />

resistir á muchos <strong>de</strong> los senadores romanos (cuya<br />

cabeza era Símaco), que se restituyese en Roma<br />

la adoración <strong>de</strong> sus dioses , y los estipendios que<br />

se solian dar antes á sus sacerdotes y ministros :<br />

y enviaron sus embajadores á los emperadores,<br />

para impetrarlo, á los cuales se opuso san Ambrosio<br />

, y persuadió á los mismos emperadores que<br />

no lo concediesen , y respondió gravísima y docfísimamente<br />

á todas las falsas razones que los gentiles<br />

alegaban en contrario. P<strong>oro</strong> volviendo á lo<br />

que antes <strong>de</strong>cíamos <strong>de</strong> Teodosio , <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> aquella<br />

insigne victoria que tuvo <strong>de</strong> Máximo , tirano,<br />

y <strong>de</strong> su ejército; los que habian seguido el bando<br />

<strong>de</strong> Máximo, temieron ser <strong>de</strong> él castigados, y llenos<br />

<strong>de</strong> pívor y temblor, suplicaron á san Ambrosio<br />

que les impetrase perdón <strong>de</strong>l emperador; y el santo<br />

sacerdote lo hizo con tan gran<strong>de</strong> piedad y eficacia,<br />

que alcanzó <strong>de</strong>l emperador todo lo que quiso<br />

; castigando á solos tres que eran las cabezas,<br />

perdonó á todo el ejército <strong>de</strong> Máximo , y tuvo<br />

cuenta que sus hijas y su madre no pa<strong>de</strong>ciesen,<br />

enviándoles lo que habian menester: y dando á<br />

los príncipes ejemplo <strong>de</strong> clemencia, y venciendo<br />

la misma victoria con dar la vida á los que ella<br />

habia dado potestad <strong>de</strong> quitársela : y lodo esto por<br />

el consejo ó intercesión <strong>de</strong> san Ambrosio. Aunque<br />

no le faltaron algunos encuentros con el mismo emperador,<br />

en los cuales no sabe el hombre <strong>de</strong> quo<br />

se <strong>de</strong>ba mas admirar, ó <strong>de</strong> la religiosa humildad<br />

y obediencia do Teodosio , ó dol valor y constancia<br />

en <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la auloridad <strong>de</strong> la Iglesia, <strong>de</strong>l santo<br />

obispo: porquo habiendo ciertos monjes , por instigación<br />

<strong>de</strong> su obispo , quemado una sinagoga do<br />

judíos en un pueblo llamado Galinico, en las partes<br />

<strong>de</strong> Oriente, y quejándose gravemente los judíos,<br />

y haciendo gran<strong>de</strong> instancia para que fuesen castigados<br />

los autores <strong>de</strong> aquel incendio; el emperador<br />

mandó quo á su costa reparasen aquella<br />

sinagoga. Súpolo san Ambrosio, y escribió á Teodosio<br />

una carta en que le suplicaba que revocase<br />

aquel mandato , y en olla le dice estas palabras :<br />

'.< Yo te ruego, que oigas con paciencia loque digo:<br />

porque si no merezco que tú meoigas, tampoco seró

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