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NOVIEMBRE , k
6 No se alegró san Carlos con las nuevas de
la elección de su tio , ni quiso ir á Roma, basta
que se lo mandó el mismo sumo pontífice, que
juntándose ó la cercanía de sangre las grandes
prendas de su sobrino , le hizo cardenal : eligióle
por arzobispo de Milán , y le dio otras muchas dignidades
y cargos; y lo que mas es , cargó sobre él
la mayor parte del gobierno. San Carlos en medio
de tantas felicidades y ocupaciones , ni se envaneció
, ni se distrajo; antes se desengañó mas de la
vanidad del mundo , y adelantó en grandes deseos
do la perfección evangélica. Fué cosa admirable
que cuanto poseía (causa comunmente de ruina
en los mas) le fué de no poca ayuda para la perfección
á que anhelaba; porque ocupando tan
gran puesto , y gozando de los bienes que apenas
el ánimo mas altivo se atreviera á prometerse, lo
hallaba todo tan sin jugo y substancia , que generosamente
se dio á buscar un solo y perfecto bien,
en que hallase llena satisfacción y paz cabal : en
que se vio claramente el especial cuidado que nuestro
Señor tuvo de su siervo , y que su divina y dulcísima
disposición le guiaba por las seguras sendas
de una vida santísima, poco entendidas del mundo.
Considerando algunos años después el santo
cardenal estos beneficios divinos, soba decir que
la majestad de Dios le habia guiado por camino
extraordinario á su santo servicio , no por medio
de tribulaciones , trabajos y adversidades, como
suele; mas por la prosperidad y colmo de las mayores
grandezas , y descubriendo con luz divina
su vanidad é insuficiencia , y la ceguedad del mundo
, que hace tan poca estima de buscar las cosas
sólidas y de sola importancia, que se hallan
en solo Dios y su servicio. Ayudóle mucho haber
escogido por maestro y guia de la vida espiritual
al padre Juan Bautista de Ribera, de la Compañía
de Jesús, varón de gran virtud , experiencia y letras,
el cual le adelantó mucho, y puso en gran
perfección : hízole hacer los ejercicios espirituales
de san Ignacio de Loyola , con los cuales sintió san
Carlos tan notable aprovechamiento de su espíritu
, y desprecio del mundo, que les quedó muy
aficionado, y devoto de san Ignacio. Recogíase ó
hacer sus ejercicios muy á menudo , al principio
cada año, después dos veces al año , exhortando
á lodos los que podia, quo los hiciesen, ordenando
á los sacerdotes de un seminario insigne que fundó
, que los hiciesen lodos los años, edificando solo
para este efecto una casa. Sin esto, en otras
ocasiones ocurrentes los hacia , no perdiendo ninguna
, en que pudiera crecer en virtud, con tan saludable
medio.
7 Estando en Roma , heredó san Carlos los
estados de su hermano el conde Federico, que
LA LEYENDA DE ORO. 203
parece qae fué significación de esto un prodigio murió sin hijos , y no tenia otro hermano , sino el
que sucedió á Pió IV, que siendo niño le cubrió santo cardenal: quisieron sus parientes, y el mis­
en la cama una gran llama, que al pasar dejó enmo sumo pontífice, que se casara , para adelancendida
una vela , que acaso eslaba en la pieza ; tar en su persona su familia y casa ; mas no se
siendo señal la llama de la dignidad pontificia , á pudo recabar con el santo mancebo, que ya habia
que ascendió el niño , cuyo resplandor habia de puesto su corazón en los bienes del cielo : con que
encender la gran antorcha del sobrino Garlos, luz despreció varonilmente todas las grandezas de la
del mundo, poniéndole ene! candelera de tan su­ tierra , que le prometía ol mundo : y para desesprema
dignidad.
perar á los que le importunaban , con mucha brevedad
y secreto recibió los órdenes sagrados. Antes
de celebrar la primera misa , se preparó para
aquel tremendo sacrificio con los ejercicios espirituales
de san Ignacio , que hizo en la casa profesa
de la Compañía de Jesús de Roma. Después quiso
decir la segunda misa en la misma capilla que
usaba san Ignacio ; porque fué muy devoto suyo el
santo cardenal , procurando imitar su grande espíritu
y zelo ; y para ser verdadero discípulo suyo
, no tenia libro mas estimado ni leido , que el
de los Ejercicios, el cual traía de ordinario consigo.
Y una vez dijo al duque de Mantua , que alababa
su librería , como tenia en la faltriquera un
libro (hablando del libro de los Ejercicios) que
conlenia masque todos los libros de ella.
8 En medio del ruido de la corle romana , y
multitud de ocupaciones que tenia , fué la principal
la de su espíritu. Cada dia iba el padre Juan
Bautista Ribera al palacio apostólico , donde vivía
san Carlos : encaminábale por las verdaderas y
sólidas virtudes : ejercitábale en los actos mas perfectos
de ellas ; y gastaba largos ratos en pláticas
espirituales. Algunos parientes del cardenal , que
le asistian , instigados sin duda del demonio , llevaban
á mal tanto retiro con un religioso , y la
compostura , que su trato habia causado en el
santo mancebo , que le deseaban mas esparcido
y desenvuelto : mostraban el rostro torcido al padre
: se burlaban de él de mil modos; y perseguíanle
de la manera que podían , para impedirle
la entrada y las visitas , sufriendo el buen padre
por esta causa muchos escarnios y afrentas , hasta
que el santo cardenal lo entendió , y dio traza,
como sin saberlo nadie, le viese cada día , dándole
paso á su cámara por un retrete secreto.
9 Tanto era mas admirable la virtud de este
santo mancebo, cuanto mas contradicciones venció,
y salió libre de los estorbos y peligros que
le causaban los suyos. Un señor principal , pariente
suyo , llevando á mal tanta modestia en persona
tan moza, y entre las delicias del mundo , le
convidó á comer á una villa distante de Roma algunas
millas , lugar amenísimo. Deseando este
príncipe desviarle de aquel su modo de vida tan
severo , entreoirás provisiones llevó de Roma con
secreto una hermosa cortesana , y oculta la tuvo
en el palacio , hasta que siendo hora de retirarse,
la hizo meter por una puerta secreta en la cámara
del cardenal, gallardamente aderezada , habiéndole
dejado solo de propósito los gentiles hombres
del señor , advertidos del caso. Entonces aquella
Circe , ó instrumento del infierno , usó todas las
arles que pudo , para hacer caer al constante
mancebo, viéndole solo : pusósele delante , instando
con sus halagos y donaire, para inducirle al