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La leyenda de oro 4.pdf

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1'iG LA LEYENDA DE ORO. ÓCTUKKE , 21<br />

el gran padre san Antonio, cuando algunos enfermos<br />

, ó en<strong>de</strong>moniados, iban á él por remedio, do<br />

Siria á Egipto, les <strong>de</strong>cia: ¿Para qué venís á mí,<br />

teniendo en vuestra patria á mi hijo Hilarión? Y<br />

le enviaba cartas y recibía con gran consuelo las<br />

que Hilarión le escribia. Por estos milagros y mucho<br />

mas por el ejemplo admirable <strong>de</strong> su santa<br />

vida , se edificaron en Palestina innumerables monasterios<br />

, y acudian todos los monjes á Hilarión,<br />

como á su padre y maestro, para ser enseñados<br />

<strong>de</strong> él; y él los instruía con su vida y con sus palabras<br />

. avisándolos que consi<strong>de</strong>rasen bien como<br />

se pasa la figura y vana representación <strong>de</strong> este<br />

mundo, y que aquella es verda<strong>de</strong>ra vida que so<br />

compra con la incomodidad y pérdida <strong>de</strong> la vida<br />

presente. Amonestábales que no tuviesen solicitud<br />

<strong>de</strong> lo que habían <strong>de</strong> comer ó vestir, ni <strong>de</strong> las otras<br />

cosas que pasan con el tiempo, sino que pusiesen<br />

en Dios toda su confianza, y aborrecía en gran<br />

manera á los que guardaban mucho las cosas, temiendo<br />

que les habia <strong>de</strong> faltar. Una vez, un monje<br />

que tenia algunos dineros , y era muy guardador,<br />

le envió una haz <strong>de</strong> garbanzos ver<strong>de</strong>s , como primicias<br />

do su huerta, y se la pusieron sobre la<br />

mesa. El dijo que no podía sufrir el mal olor que<br />

salia déla haz, porque hedia á avaricia; y quo<br />

en pru¡ lia <strong>de</strong> esto la diesen á los bueyes y viesen<br />

si comían <strong>de</strong> olla. Echóse la haz á los bueyes; y<br />

ellos espantados, rompiendo las ataduras, huyeron<br />

<strong>de</strong>l establo : porque entre las otras gracias que<br />

tuvo san Hilarión, fué una, que <strong>de</strong>l olor dolos<br />

cuerpos, y <strong>de</strong> los vestidos y <strong>de</strong> las otras cosas<br />

quo alguno había tocado , sabia el vicio que tenia,<br />

y <strong>de</strong> qué <strong>de</strong>monio era tentado. Visitaba al tiempo<br />

<strong>de</strong> la vendimia las celdas do los monjes, acompañado<br />

<strong>de</strong> todos los que vivían en aquellos <strong>de</strong>siertos,<br />

que eran algunas veces dos mil y tres mil personas:<br />

llegó una vez con su santa compañía á una viña<br />

<strong>de</strong> un monje, que tenía fama <strong>de</strong> codicioso y apretado,<br />

y halló puestas guardas que no los <strong>de</strong>jaron<br />

entrar; pero fueron recibidos y acariciados <strong>de</strong> otro<br />

monje, que se llamaba Saba, y les entregó una<br />

viña para que comiesen y se recreasen en ella.<br />

Hecha oración y dadas las gracias al Señor, el<br />

santo bendijo la viña, y mandó á los tros mil hombres<br />

que iban con él , que comiesen <strong>de</strong> los frutos<br />

<strong>de</strong> ella. Comieron, y saciáronse: y fué tan provechosa<br />

al monje aquella su caridad, que juzgando<br />

todos, anlesque comiesen, que la viña daría como<br />

cien cargas <strong>de</strong> uvas ; <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber comido <strong>de</strong><br />

ella tres mil personas, vendimiándose <strong>de</strong> allí á<br />

veinte dias, dio trecientas. Y aquel monje avariento<br />

cogió aquel año mucho menos que solia, v<br />

lo que cogió se lo volvió en vinagre, como el santo<br />

viejo mucho antes so lo había profetizado.<br />

9 Tuvo don <strong>de</strong> profecía. Estando en Palestina<br />

, y diciéndole una señora que queria ir á Egipto<br />

á ver á san Antonio, abad; él la respondió, que<br />

<strong>de</strong> buena gana hiciera él aquel camino para ver á<br />

su santo padre; pero que ya habia dos dias que<br />

el mundo carecía <strong>de</strong> tal maestro. Otra vez, queriendo<br />

algunas personas <strong>de</strong>volas <strong>de</strong>tenerle en un<br />

pueblo cerca <strong>de</strong> Alejandría, les dijo , que no quería<br />

quedarse con ellos aquella noche , por no ha-<br />

corles mala obra ; y que por lo que <strong>de</strong>spués suce<strong>de</strong>ría,<br />

enten<strong>de</strong>rían quo habia tenido justa causa<br />

para partirse tan apriesa. Luego á la mañana vinieron<br />

á aquel lugar los ministros <strong>de</strong> Juliano Apóstata<br />

, para pren<strong>de</strong>rle y matarle; y él por la revelación<br />

divina, que antes había tenido, se escapó<br />

<strong>de</strong> sus manos. Pero entro todas las excelencias<br />

que tuvo san Hilarión , <strong>de</strong> la que mas se admira<br />

y la quo mas engran<strong>de</strong>ce san Gerónimo , es<br />

la humildad y el menosprecio <strong>de</strong> la honra , y<br />

el estudio con que huyó la gloria y aplauso popular:<br />

porque, concurriendo al santo <strong>de</strong> todas<br />

parles clérigos, monjes, obispos y lodo género<br />

<strong>de</strong> personas, ricos y pobres , hombres y mujeres,<br />

para recibir <strong>de</strong> él un poco do pan , ó aceite<br />

bendito; él siempre lloraba, y le parecia quo vivía<br />

en el siglo , y que Dios le pagaba en esta<br />

vida sus servicios ; y por eso se <strong>de</strong>terminó á huir<br />

á alguna parte remota y solitaria , don<strong>de</strong> no fuese<br />

conocido. Entendióse su <strong>de</strong>terminación, y vinieron<br />

á él mas <strong>de</strong> diez mil personas , para <strong>de</strong>tenerle<br />

y rogarle que no se partiese; mas él estuvo tan<br />

firme en su propósito , que les dijo , que no comería<br />

bocado , ni bebería gola, si no le <strong>de</strong>jaban partir;<br />

y en efecto eslavo siete días sin comer, hasta<br />

quo le <strong>de</strong>jaron : y él, <strong>de</strong>spidiéndose <strong>de</strong> toda aquella<br />

gente, y no habiendo comido en todos aquellos<br />

días , estuvo fuerte para andar camino á pié , y<br />

ayunar todo el dia sin comer hasta la noche; y así<br />

se fué al lugar don<strong>de</strong> habia vivido san Antonio,<br />

reverenciándolo como morada <strong>de</strong> tan santo varon<br />

que ya era muerto. Después se retiró con dos<br />

solos monjes á un <strong>de</strong>sierto que estaba allí cerca, y<br />

comenzó á hacer una vida mas <strong>de</strong> ángel que <strong>de</strong><br />

hombre, con tanto rigor, abstinencia y penitencia,<br />

como si entonces comenzara á servir al Señor. Mas<br />

para que se vea el <strong>de</strong>seo que san Hilarión tenia <strong>de</strong><br />

no ser conocido en el mundo; y como Dios lo hacia<br />

conocer: el cuidado con que él se escondía; y como<br />

Dios lo dcscubria: la solicitud con que él huia<br />

<strong>de</strong> la gloria; y como aquella misma gloria iba tras<br />

él, y le seguia como sombra : y que cuanto o! hombro<br />

mas se humilla ; lanío Dios mas lo levanta:<br />

oslando en este <strong>de</strong>sierto san Hilarión muy contento<br />

, por parecerle que ninguno lo conocia , todos los<br />

pueblos <strong>de</strong> aquella comarca vinieron á él y le<br />

suplicaron que con sus oraciones les alcanzase<br />

lluvia <strong>de</strong>l cielo; porque habia tres años que no<br />

llovía. Pidiéronselo con tanta instancia, y con<br />

tantas lágrimas , que él se enterneció : alzó los<br />

ojos al cielo, y luego impetró lo que queria; pero<br />

con las muchas aguas nació tan gran<strong>de</strong> muchedumbre<br />

<strong>de</strong> serpientes y animales ponzoñosos, quo<br />

<strong>de</strong>struyeron la tierra , y mucha gente perecía. Acudieron<br />

á Hilarión , y con el aceite bendito que les<br />

daba, curaban sus llagas y sanaban. Como vio<br />

que en este <strong>de</strong>sierto era conocido , salió <strong>de</strong> allí, y<br />

peregrinó por diversas partes: y juzgando que no<br />

podia vivir seguro y <strong>de</strong>sconocido en Oriento, so<br />

embarcó para Sicilia , ofreciendo por fleto al patrón<br />

<strong>de</strong>l navio un libro <strong>de</strong> los Evangelios, que<br />

siendo mozo habia escrito: porque no tema otra<br />

cosa qué darle. Navegando, un hijo <strong>de</strong>l patrón comenzó<br />

á sor alormentado <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio; y san Ui

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