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248 LA LEY ENDA LEGRO. NOVÍEMIÍIIE, II<br />
sabemos lus ansias y <strong>de</strong>seos encendidos do ver á<br />
Crislo; maslu premio osla seguro, y por dilatarse<br />
un poco, no se disminuirá. Ten cuenta con nuestra<br />
necesidad; que quedamos en tan manifiesto<br />
peligro. No pudo el siervo <strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong>'enternecerse,<br />
cuando oyó las palabras lan tiernas y<br />
dol<strong>oro</strong>sas <strong>de</strong> sus discípulos, ni <strong>de</strong> llorar con los<br />
que lloraban; y volviendo los ojos con gran<strong>de</strong><br />
afecto al cielo, dijo: ü Señor, si yo todavía soy<br />
necesario á tu pueblo , no huyo <strong>de</strong> trabajo : llágase<br />
tu santísima voluntad en lodo. En las cuales<br />
palabras mostró que oslaba suspenso , y que no<br />
sabia cual <strong>de</strong> las dos cosas <strong>de</strong>bía escoger , o quedar<br />
en la tierra por Crislo, ó <strong>de</strong>jarla tierra por el<br />
mismo Crislo; y diónos ejemplo que en lodas las<br />
cosas nos <strong>de</strong>bemos remitir á la voluntad dol Señor,<br />
y ponernos en sus benditas manos con gran<strong>de</strong> indiferencia,<br />
para que haga do.nosolros en lodas lo<br />
que fuere servido : y así hablando san Bernardo<br />
<strong>de</strong> esla resignación <strong>de</strong> san Martin, dice oslas palabras:<br />
« Ofrecido habéis, sanio glorioso, á vuestro<br />
único lujo lsacc , que lanío amába<strong>de</strong>s, y <strong>de</strong><br />
vuestra parle le sacribeasles. Habéis inmolado con<br />
piadosa <strong>de</strong>voción el gozo singular <strong>de</strong> vuestro corazón<br />
, estando aparejado para volver otra vez á<br />
los peligros, y pelear <strong>de</strong> nuevo, y lomar nuevos<br />
trabajos, y alargar las tentaciones, y dilatar aquella<br />
tan gran felicidad y <strong>de</strong>seada compañía <strong>de</strong> los<br />
espíritus bienaventurados, y estando ya á la puerta<br />
do vuestra gloria, tornará ¡as miserias <strong>de</strong> esla<br />
vida : y lo que es mas dificultoso , estar en tiempo<br />
apartado <strong>de</strong> Crislo , si el mismo Cristo lo hubiera<br />
querido.» Eslo es <strong>de</strong> san Bernardo. Estaba muy<br />
fatigado <strong>de</strong> una recia calentura, sin allojar un<br />
punto el rigor <strong>de</strong> su oración y meditación, echado<br />
en el suelo en aquella regalada cama <strong>de</strong> ceniza y<br />
cilicio , sustentando con la vehemencia <strong>de</strong>l espíritu<br />
la flaqueza <strong>de</strong>l cuerpo, afirmando que <strong>de</strong> aquella<br />
manera había <strong>de</strong> morir el cristiano, y el soldado<br />
coalas armasen la mano: y como estuviese echado<br />
<strong>de</strong> espaldas , mirando con gran<strong>de</strong> atención al<br />
cielo, le rogaron , que á lo menos se volviese sobro<br />
un lado para <strong>de</strong>scansar un poco; mas el sanio<br />
respondió; Dejadme, hermanos, que \o miro antes<br />
al cielo que á la tierra, para que el alma por<br />
su camino <strong>de</strong>recho vaya á su Criador. Después <strong>de</strong><br />
esto , vio al <strong>de</strong>monio que so le puso <strong>de</strong>lante; y él<br />
con gran<strong>de</strong> espíritu y confianza, lo dijo: ¿Qué<br />
haces aqui, ó bestia sangrienta? No hallarás en<br />
mí, traidor, cosa quo sea luya: el seno <strong>de</strong> Abrahan<br />
me recibirá ; v con osla voz espiró. ¿Quién<br />
se tendrá por seguro á la hora do la muerle do tan<br />
mal encuentro, si no lo estuvo san Marlm? ¿A<br />
quién <strong>de</strong> nosotros no acometerá ol que acometió<br />
mas veces y tan gloriosamente le<br />
que<br />
habla<br />
vencido? Quedó el cuerpo dol santo hermoso, Culi<br />
la cara resplan<strong>de</strong>ciente , y lodos aquellos miembros<br />
mortificados, consumidos y secos, tan blancos,<br />
frescos y tratables, que parecía que se iban trasformando<br />
en el oslado <strong>de</strong> gloria. Y al mismo tiempo<br />
so overon en el airo voces <strong>de</strong> suavísima armonía<br />
que cantaban los ángeles, y no solamente fueron<br />
oídas don<strong>de</strong> murió san Martin, y en su cámara,<br />
sino también en la ciudad do Colonia el bienaveu-<br />
turado san Severmo , obispo , y un arcediano suyo,<br />
gozaron <strong>de</strong> aquella celestial consonancia: y el<br />
misino san Severino tuvo revelación quo habia<br />
durado aquella música lodo el tiempo que los infernales<br />
ministros <strong>de</strong> la eterna justicia estaban al<br />
paso , para <strong>de</strong>tener y examinar (aunque en vano)<br />
a san Marlm. De don<strong>de</strong> po<strong>de</strong>mos sacar, con cuánto<br />
rigor se Iralan los pecadores en la otra vida; pues<br />
aun los justos son examinados tan por menudo. En<br />
sabiendo el glorioso tránsito <strong>de</strong> san Martin , fue<br />
increíble el sentimiento que todos aquellos pueblos<br />
recibieron por haber perdido un lal padre , pastor,<br />
y maestro, y único refugio en lodas sus tribulaciones.<br />
Vinieron llenos <strong>de</strong> tristeza y amargura a<br />
celebrar las exequias do su sanio obispo, en las<br />
cuales so hallaron dos mil monjes todos criados<br />
con la doctrina <strong>de</strong> tan gran pastor, y un c<strong>oro</strong> do<br />
vírgenes castísimas , y una muchedumbre <strong>de</strong> gente<br />
innumerable , que viendo aquel cuerpo, y acordándose<br />
<strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> aquel espíritu , que aillos<br />
le regia y ahora gozaba <strong>de</strong> Dios, por una parlo<br />
lloraban su pérdida , y por otra se alegraban <strong>de</strong> su<br />
ganancia, y con himnos, salmos y cánticos eclesiásticos<br />
le llevaron con mayor pompa y triunfo,<br />
que ningún emperador jamás triunfó, Hubo gran<strong>de</strong><br />
contienda entre los pueblos <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Puliers<br />
y <strong>de</strong> Turs , sobre cuál <strong>de</strong> ellas habia <strong>de</strong> poseer<br />
el cuerpo <strong>de</strong> san Martin , y gozar dotan piecior-o<br />
tes<strong>oro</strong> , alegando cada una <strong>de</strong> las parles sus<br />
razones: pero al fin los <strong>de</strong> Turs (cuyo obispo el<br />
sanio había sido), durmiendo ios contrarios, y velando<br />
ellos, llevaron á su ciudad el santo cuerpo<br />
<strong>de</strong> su obispo, y lo sepultaron con gran<strong>de</strong> honra,<br />
<strong>de</strong>voción y reverencia. Fué ¡a muerte <strong>de</strong> san Martin<br />
á los 11 <strong>de</strong>l mes <strong>de</strong> noviembre, un domingo<br />
en la noche , el año <strong>de</strong>l Señor <strong>de</strong> 402 , siendo emperadores<br />
los dos hermanos é hijos <strong>de</strong>l gran Teodosio,<br />
Arcadio y Honorio. Vivió san Marlm óchenla<br />
y seis años; aunque en lo <strong>de</strong> su edad hay varias<br />
opiniones : porque algunos le dan solos<br />
ochenta y un años; pero el car<strong>de</strong>nal Baronio prueba<br />
, que nació san Martin el año <strong>de</strong> 310, y comenzó<br />
á militar do edad <strong>de</strong> diez y siete años, y<br />
que se bautizó <strong>de</strong> treinta y tres, y <strong>de</strong> cuarenta <strong>de</strong>jó<br />
<strong>de</strong> ser soldado , y quo murió el año <strong>de</strong>l Señor<br />
<strong>de</strong> 402, siendo <strong>de</strong> óchenla y seis, como lo podrá<br />
ver ol que quisiere, en las anotaciones <strong>de</strong>l Martirologio<br />
romano . que están enmendadas en esta<br />
postrera edición, y en el ni, iv y v lomo do sus anales.<br />
Y <strong>de</strong> esla verdad so sigue ser falso lo que algunos<br />
escriben , que san Ambrosio , estando en el<br />
aliar para <strong>de</strong>cir misa, se arrobó y se halló présenle<br />
en espíritu al entierro <strong>de</strong> san Martin; porque<br />
san Ambrosio murió cinco años antes quo san<br />
Martin , y no pudo hallarse á su onlierro.<br />
18 <strong>La</strong> vida <strong>de</strong> san Martin escribió san Severo<br />
Sulpicio , obispo , que (como dijimos) fué amiguísimo<br />
y discípulo suyo, y muy elocuente varón:<br />
san Paulino , obispo do Ñola (que también conoció<br />
á san Marlm , y estando casi ciego <strong>de</strong> un ojo , por<br />
una nube que so le habia hecho en él, tocándole<br />
san Martín con una esponjare sanó), escribió seis<br />
libros en verso do su vida ; aunque olios hacen autor<br />
déoslos seis fibrosa otro Paulino, quo vivió en