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432 LA LEYENDA DE ORO. mCIF.MRIUi 7<br />
ellas una doncella mas ataviada y olvidada <strong>de</strong> la<br />
mo<strong>de</strong>stia virginal, subió al pulpito y con rostro<br />
turbado y feroz, asió <strong>de</strong> las vestiduras <strong>de</strong>l santo<br />
prelado , y comenzó á tirarle fuertemente , para<br />
que cayese allí á los pies <strong>de</strong> las otras mujeres arrianas,<br />
y correrle y maltratarle. Volvióse á ella<br />
el santo, y dijola con mucha paz: Aunque yo soy<br />
indigno <strong>de</strong>l sacerdocio , no te conviene á ti, ni á<br />
tu estado poner las manos en cualquier sacerdote:<br />
y así <strong>de</strong>bes temer el juicio <strong>de</strong> Dios: mira no te<br />
venga algún <strong>de</strong>sastre por este atrevimiento. Dijo<br />
estas palabras Ambrosio , y Dios nuestro Señor<br />
allí <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> todos la castigó , quitándole súbitamente<br />
la vida : y el santo, para pagar con mansedumbre<br />
y olicio <strong>de</strong> caridad la afrenta que la<br />
<strong>de</strong>sventurada mujer le habia hecho , al día siguiente<br />
la acompañó á la sepultura. Dos obispos<br />
arrianos , llamados Claudio y Secundiano, fingiendo<br />
ser católicos, importunaron al emperador Graciano<br />
que mandase juntar concilio general para<br />
tratar <strong>de</strong> las cosas <strong>de</strong> la fé. San Ambrosio lo resistió,<br />
y procuró que se congregase en Aquileya un<br />
concilio <strong>de</strong> los obispos occi<strong>de</strong>ntales, que quisiesen<br />
venir, y en él se halló san Ambrosio; y con su<br />
gran<strong>de</strong> espíritu, doctrina y autoridad , reprimió y<br />
confundió á los herejes, y enseñó á todos, que<br />
los sacerdotes <strong>de</strong>bían ser jueces <strong>de</strong> legos y no los<br />
legos <strong>de</strong> los sacerdotes. Otra vez dos caballeros<br />
<strong>de</strong> la cámara <strong>de</strong>l emperador Graciano , que en su<br />
corazón eran arrianos, y por dar contento á su<br />
príncipe se mostraban católicos : para hacer burla<br />
<strong>de</strong> san Ambrosio , le rogaron que les <strong>de</strong>clarase el<br />
misterio <strong>de</strong> la encarnación <strong>de</strong>l Verbo eterno. Prometió<br />
el santo <strong>de</strong> hacerlo en la iglesia, y señalóles<br />
el dia siguiente : y para cumplir su palabra fué<br />
á la iglesia , don<strong>de</strong> habia concurrido gran número<br />
<strong>de</strong> gente para oirle. Estuvo aguardando buen ralo<br />
que viniesen aquellos caballeros , que le habian<br />
pedido la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> aquella cuestión; pero<br />
ellos haciendo poco caso <strong>de</strong>l sanio, se fueron al<br />
campo para hacer mal á los caballos; mas á <strong>de</strong>shora<br />
cayeron <strong>de</strong> ellos á tierra , y se quebrantaron<br />
<strong>de</strong> manera que allí acabaron sus vidas. Tenia Graciano<br />
en su servicio un criado muy favorecido,<br />
llamado Macedonio, el cual, yendo san Ambrosio<br />
á su casa , para rogarle por cierto hombre miserable<br />
, le mandó cerrar las puertas , y se le negó.<br />
Entonces el santo con espíritu profétíco le dijo:<br />
Tú también vendrás algún tiempo á la iglesia , y<br />
hallando las puertas abiertas , no podrás entrar;<br />
y así le sucedió poco <strong>de</strong>spués , que buscándole<br />
Máximo, tirano, para matarle, huyó Macedonio á<br />
la iglesia , y estando las puertas abiertas no pudo<br />
hallar entrada , y cayó en manos <strong>de</strong> sus enemigos.<br />
Estos encuentros y otros semejanles tuvo san Ambrosio<br />
con los arrianos, en vida <strong>de</strong>l emperador<br />
Graciano : mas con su muerte cobró gran fuerza la<br />
herejía y creció aquella llama con los soplos do<br />
Justina que la alizaba. Procuraron que se hiciese<br />
un obispo <strong>de</strong> su secta , para oponerle á san Ambrosio<br />
, y nombraron á un scila <strong>de</strong> nación , que<br />
se llamaba también Auxencio , como el pre<strong>de</strong>cesor<br />
<strong>de</strong> san Ambrosio , y muy parecido á él en la<br />
maldad. Pero porque este nombre <strong>de</strong> Auxencio<br />
era odioso en la ciudad , disimulando su propio<br />
nombro , le llamó Mercurino. Pues el falso obispo<br />
y nuevo Auxencio, provocó á san Ambrosio á disputar<br />
públicamente <strong>de</strong> la fé, tomando por jueces<br />
arbitros á hombres seglares y gentiles. No vino en<br />
ello el santo, nó por no querer disputar, sino porque<br />
era cosa nueva ó indigna <strong>de</strong> la majestad <strong>de</strong><br />
la Iglesia , que los seglares juzgasen <strong>de</strong> las cosas<br />
eclesiásticas, y los gentiles <strong>de</strong> las sagradas : y por<br />
mas que Valentiniano , como muchacho y engañado<br />
<strong>de</strong> la madre hereje , procuró que se disputase,<br />
jamás pudo vencer al fuerte y constante pecho <strong>de</strong>l<br />
santo prelado : alegando la costumbre antigua <strong>de</strong><br />
la Iglesia , y que los sacerdotes <strong>de</strong>ben juzgar á los<br />
emperadores, y no los emperadores á los sacerdotes.<br />
Tampoco pudo alcanzar <strong>de</strong> san Ambrosio,<br />
quo diese una iglesia en Milán á los arríanos, para<br />
celebrar sus ritos sacrilegos y ceremonias: y dicióndole<br />
Calígono, camarero mayor do Valentiniano:<br />
¿Viviendo yo, re atreves tú á menospreciar<br />
á Valentiniano? Yo té cortaré la cabeza.<br />
Respondió el sanio (como él mismo lo refiere):<br />
Dios permila que cumplas , lo que me amenazas:<br />
porque yo pa<strong>de</strong>ceré , lo que <strong>de</strong>be pa<strong>de</strong>cer un obispo<br />
; y tú harás , lo que conviene á tu persona. No<br />
temo tus amenazas , porque tú pue<strong>de</strong>s malar al<br />
cuerpo; mas no pue<strong>de</strong>s matar el alma. Pue<strong>de</strong>s<br />
quitarme la vida ; mas no el merecimiento, porque<br />
el alma ó solo Dios está reservada , y no á la<br />
potestad <strong>de</strong> la tierra. ¿Piensas que me haces daño?<br />
Antes me haces gran beneficio , quitándome<br />
una vida temporal, para que suceda la bienaventurada<br />
y eterna. Yo suplico á Dios que lodos los<br />
enemigos <strong>de</strong> la Iglesia la <strong>de</strong>jen á ella , y asesten<br />
contra mí todos sus tiros y máquinas, y harten su<br />
sed con mi sangre. Estas son palabras <strong>de</strong> san Ambrosio.<br />
Pues como Justina viese , que todas sus<br />
trazas se le <strong>de</strong>shacían , y que no bastaba el nombre<br />
y autoridad <strong>de</strong>l emperador su hijo, para vencer<br />
á san Ambrosio , y que mientras que él estuviese<br />
en Milán , no podia hacer progreso su falsa<br />
religión ; consumiéndose <strong>de</strong> dolor , saña y furor,<br />
<strong>de</strong>terminó echarle do la ciudad y <strong>de</strong>sterrarle. Y<br />
porque era cosa muy dificultosa po<strong>de</strong>rlo hacer, por<br />
el amor gran<strong>de</strong> que todo el pueblo le tenia , y<br />
cuidado y asistencia , con que guardaba á su prelado<br />
, prometió grandos premios á los que por<br />
cualquiera via y arte en esto la sirviesen con su<br />
intenlo. Hallóse uno por nombre Eutimio , mas<br />
alrevido que los <strong>de</strong>más, el cual hizo un dia poner<br />
un coche á punto en una casa cerca <strong>de</strong> la iglesia<br />
para arrebatar <strong>de</strong> improviso al obispo , cuando saliese<br />
<strong>de</strong> ella , y llevarle al <strong>de</strong>stierro antes que el<br />
pueblo le pudiese <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r. No le salió como pensaba<br />
, porque Dios guardó al santo : y Eutimio<br />
al año siguiente , por un <strong>de</strong>lito que cometió , fué<br />
<strong>de</strong>sterrado <strong>de</strong> Milán y llevado á su <strong>de</strong>stierro<br />
en el mismo coche , que él tenia aparejado para<br />
llevar á san Ambrosio , como otro Aman , quo<br />
murió en la horca , que tenia aparejada para<br />
Mardoqueo. Todo esto era echar aceite en el fuego<br />
, y encen<strong>de</strong>r mas el furor <strong>de</strong> Justina y <strong>de</strong> los<br />
herejes contra el santo prelado, y contra los católicos<br />
que siempre velaban, aparejadosámorir porél.