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DIClEMBUli, 28 LA LEYENDA DE ORO. 513
ria do Dios, que onlondamos qoc es el Señor de lodos
, y que sin injuria de nadie puedo hacer lodo
lo que es servido do ¡odas sus criaturas . en el cielo
v en 1a tierra y en los abismos. Demás de eslo,
¿qué pregón se pudo dar por todo el mundo mas
sonoro y elicaz , para declarar que habia venido
del cielo un nuevo rey de los judíos, que el publicarse
y saberse que el rey llerodes , por temor
de este rey recién nacido , y de perder su reino,
habia usado de. una crueldad tan extraña, tan inhumana
y tan fiera? ¿Y que no solamente habia
lincho matará los hijos chiquitos de los exlraños,
sino lambien á un hijo suyo, para asegurarse mas?
Fué lanío lo (pie sonó por loda la redondez do la
tierra un hecho lan desaforado, que cuando lo supo
en liorna el emperador Oclaviano , dijo , que
en la casa de Heredes mejor era ser puerco que
hijo ; dando á entender , que por ser judío no malaria
el puerco , porque no lo [¡odia comer; y por
ser cruel , había muerto al hijo. Pues si miramos
á los mismos niños que murieron ; ¿qué amor de
sus padres les pudiera hacer tan gran bien , como
les hizo el odio de llerodes? Pues sinsabor lo que
hacia , los libró de los trabajos, peligros , pecados
y miserias de esta vida, y los envió á gozar do
aquella vida , que sola se puede llamar vida , y se
debe comprar á costa de cualesquiera trabajos y
penas.
2 ¿ Qué mayor beneficio pudieron recibir del
Señor, que morir por él, a ules que supiesen . que es
vida , y sm pelear , alcanzar la corona y triunfar
del mundo , antes de conocerle, y ser las primicias
de los mártires de Cristo? a Mueren (dice san
Agustín) los niños por Cristo, y la inocencia muere
por la justicia. ¡Qué bienaventurada edad fué
aquella, que no podiendo aun nombrar á Cristo,
mereció morir por Cristo I ¡ Qué dichosamente nacieron
aquellos, á quienes entrando en esta vida,
salió á recibir la vida eterna ! Luego que comenzaron
á vivir , tuvo fin su vida; pero el fin de esta
vida temporal les fué principio déla bienaventurada
y eterna. Parecía , que no estaban maduros
para la muerte ; pero felicisimamente murieron
pura alcanzar la vida : apenas habían gustado la
presente; y luego pasaron á la futura: apenas hablan
llegado á los pañales y cunas de la niñez,
cuando recibieron la corona: son arrebatados de
los brazos de las madres, para ser colocados en el
seno de los ángeles. » Hasta aquí es de san Agustin
: y san Juan Crisóslomo dice : « Aquella edad
de los niños se levanta á alabará Dios, que no
tiene pecados, para que el que es digno de alabanza
sea dignamente loado, y el mócenle predicado
con el testimonio de los Inocentes, bulos
reciben de Cristo y vuelven á Cristo lo que de él
recibieron : toman y dan , y en el mismo tiempo
el que dio , recibe ; y el que recibió , da ; torna
Cristo á tomar lo que había dado , cuando nó con
voces , sino con la sangre l'uéalabado de los niños.
¡ O gloria bienaventurada de los que morían;
pues merecieron ser mártires por Cristo I En un
mismo tiempo comenzaron á vivir y morir : entraron
en el mundo , y salieron de él : recibieron el
aire fresco de esta vida , y pasaron á la inmortal:
TOMO 1Y.
siendo niños, fueron fuertes, y sin coronarse, vencedores.
» Estas son palabras de san Juan Crisóstomo,
y (lela misma manera hablan los otros santos
doctores. Para los padres asimismo fué de
grande honra y provecho este sacrificio , que se
hizo (le sus lujos; porque ¿qué honra pudieran
alcanzaren el mundo , si vivieran, que se pueda
comparar con ser padres de mártires? Y juntamente
con la honra les fué de grande utilidad; porque
con la pena y dolor que tuvieron en la muerte
de sus hijos, pudieron pagar las culpas que habían
cometido contra Dios, y por ventura algunas de ellas
eran por causa de los mismos hijos, y con las muchas
lágrimas que derramaron , especialmente las
madres lavaron las manchas de los pecados pasados
, y acrecentaron sus merecimientos delante do
Dios , sin cava voluntad sabían (pie el rey llerodes
no tenia poder para quitar la vida á sus hijos. Pues
para loda la Iglesia católica de cuánta gloria es
tener entre innumerables mártires , que la cercan
y hermosean con su sangre , un escuadrón de niños
, que antes de tener miembros ¡jara la batalla,
vencieron la muerle , el demonio , v el infierno;
y con su muerle nos enseñaron , que no hay edad
inhábil para Dios, y que los padres deben lener
gran cuenta de consagrarle los hijos desde
que nacen ; pues son suyos , y cuando se los
(puta , le vuelven loque él les dio? También es
de creer que las almas de los padres que estaban
en el limbo recibieron nuevo consuelo, cuando
las de estos benditos niños les dieron nuevas del
nacimiento del Salvador; y por la muerte de ellos
entendieron , quo ya se comenzaba á propagar
(aunque con sangre ) el rjlno de Cristo. Pero
¿qué diré del rey llerodes y del castigo sevérrimo
que Dios le dio , aun en esta vida , por ¡as
otras maldades suvas; pero mucho mas por ¡a
crueldad detestable que con tantos niños inocentes
usó? Porque demás de no haber salido con su intento
, ni podido haber á la manos á Cristo , y
consumídose de rabia y dolor por ello; y después
que vertió tanta y lan pura sangre, no se puede
fácilmente creer el abismo de calamidades en
que ( por justo juicio de Dios) cayó , y las ondas,
tempestades y miserias , que en su misma persona
y casa padeció. Pensó esta furia infernal estorbar
el consejo de Dios , y engañado de su ambición,
lomó las armas contra Cristo , creyendo
que le venia á quitar el reino y que le podría acabar
: «Mas, ó rey impío y bárbaro (dice san
Agustín), ¿qué te aprovecha tu crueldad y ferocidad
? Bien puedes tú hacer mártires; pero no
podrás hallar á Cristo. ¿Piensas que el Salvador
te ha de quitar el reino? No es asi ; porque no ha
venido Cristo para quitar a nadie la gloria q ue
tiene, sino para do i le la suya; nó para quitar el
reino de la tierra , sino para dar el reino del cielo
á lodos que creyeren en él y lo amaron.» Esto es
de san Agustín. Castigó el Señor una maldad tan
atroz, ó inhumana , dando al rey una enfermedad
tan grave , ó por mejor decir, una multitud de
tantas y lan graves enfermedades , que lodo su
cuerpo era un retablo de dolóles: porque (como
dice lóselo) abrasábale interiormente un fuego