La leyenda de oro 4.pdf

(¡O LA LEYENDA DE ORO. ociLiiitii 10
Martirologio: y hacen honorífica mención do el
los historiadores de la Compañía de Jesús, por
haberla estimado y favorecido mucho en sus principios,
cuando entró en la ciudad de Valencia,
SAN FRANCISCO DE BORJA , CONFESOR. — Don
Francisco de Borja, duque IV de Gandía , y después
religioso , y tercero propósito general de la
Compañía de Jesús, fué primogénito de don Juan
de Borja , tercero duque de Gandía , y de doña
Juana de Aragón , su mujer, que era hija de don
Alonso de Aragón , hijo del rey católico don Fernando.
Nació en Gandía á los 28 de octubre, dia
de los santos apóstoles san Simón y Judas , el año
de 1510, siendo sumo pontífice Julio II, y emperador
Maximiliano el I, y rey de Aragón el católico
rey don Fernando , su bisabuelo materno. Estuvo
la duquesa, su madre, con recios dolores do
parto, y con gran peligro de perecer ella y la criatura.
Prometió al seráfico padre san Francisco
(del cual era muy devota) que si Dios la alumbraba
con bien . y le daba hijo varón , le llamaría
Francisco. Con esta devoción y un cordón del mismo
santo que se ciñó, fué Dios servido que naciese
este dichoso niño , al cual llamaron Francisco,
romo la duquesa, su madre, lo habia prometido.
Tuvieron gran cuidado sus padres de la crianza
del niño , y que las primeras palabras que aprendiese
fuesen devotas y santas, y que se acostumbrase
desde su tierna edad á repetir muchas veces
tartamudeando, los dulcísimos nombres de Jesús
y de Maria; y él lo hacia con mucha gracia, y
aprendia las oraciones que le enseñaban , con tan
buena memoria y felicidad , que no teniendo mas
de cinco años, cada dia decia de memoria la
doctrina cristiana de rodillas. Mostraba particular
contento y devoción en rezar al santo que le cabia
en suerte , conformo á la loable costumbre de la
casa de Gandía , con la cual destetaban y criaban
á sus hijos. Siendo nuestro don Francisco tan niño,
era cosa de maravillar el gusto con que rezaba , y
queria levantarse de la cama para hincarse de rodillas,
y hacer muchas genuflexiones, para imitar
al apóstol Santiago, el menor, de quien era muy
devoto , porque le habia caido en suerte. Toda su
recreación y entretenimiento era allegar imágenes
de santos , hacer altares y ayudar á misa, é imitar
al sacerdote en las ceremonias eclesiásticas, y
enseñar á los otros niños y pajes suyos. No era travieso
ni inquieto, sino apacible, manso y sufrido,
no se enojaba con nadie, ni enojaba á nadie.
2 Llegado á los siete años, el maestro , que
era un grave teólogo , comenzó á enseñarlo los
principios de la gramática , y el ayo , que era varon
cristiano y discreto , las costumbres y ejercicios
de caballero , cuanto á aquella edad se permitia;
y el uno y el otro tenían poco trabajo, así
por su buen ingenio , como por su blanda condición.
Aun no tenia diez años cuando comenzó á
gustar de los sermones; y cuando le agradaban
mucho , lo que habia oido le quedaba en la memoria,
y lo repelía, imitando al predicador con
tan buen donaire, que causaba contento y admiración.
En esta misma edad tenia ya sus devociones
ordinarias , que rezaba bocalmente cada cija.,
y en ellassenlia gusto y ternura: y habiendo caido
mala la duquesa , su madre, do la enfermedad que
murió, se encerró el bendito niño en un aposento
apartado, y se puso en oración, suplicando con
muchas lágrimas á nuestro Señor por la salud de
su buena madre , y acabada su oración, se disciplinó
buen ralo ; y esta fué la primera vez que en
tan tierna edad, y con tan pia causa usó la disciplina.
3 Murió la madre el año del Señor de 1520,
siendo ya nuestro don Francisco de diez años, y
en el mismo año, por el alboroto de las comunidades
que sucedió en España , y por haber los rebeldes
alcanzado la victoria , y saqueado á Gandía,
el duque don Juan sacó de aquel incendio á
su madre y á su hermana , ó hijas monjas que estaban
en el monasterio de santa Clara de Gandía,
y con don Francisco, su hijo, fué á Zaragoza,
donde le dejó en poder de don Juan de Aragón,
arzobispo de aquella ciudad , nielo del rey católico
, y hermano de su madre : el cual le puso casa,
y le dio maestros que le perfeccionasen en la gramática
t música , y ejercicio de las armas, que en
Gandía habia comenzado á aprender; y Dios nuestro
Señor le iba labrando, y dándole grandes loques
é inspiraciones del cielo , para dejar las grandezas
y esperanzas vanas del mundo. De Zaragoza
lo llevaron á Baza, adonde habia ido á parar su
bisabuela doña Magdalena , mujer de don Enrique
Enriquez , tio y mayordomo mayor del rey católico
don Fernando , y comendador mayor do León,
y su abuela, lia, y hermana. Allí cayó malo de
una grave dolencia , que le duró seis meses , y al
cabo de ella sucedió un temblor de tierra tan espantable,
que estuvo cuarenta dias en el campo
debajo de una tienda, metido en una litera,
que le servia de casa y cama. De Baza le enviaron
á Tordesillas: allí sirvió á la infantadoña
Catalina , hasta que, el año de '1522 , se partió
para Portugal, para casarse con el rey don
Juan el III. Volvió á Zaragoza , y dioso al estudio
de la lógica y filosofía por espacio de dos
años, con tanta vigilancia y cuidado , como si en
aquella facultad so hubiera de graduar. No por
esto se olvidaba de su alma , y de resistir á los
asaltos del enemigo, y reprimir los apetitos sensuales,
que ya con el calor de la edad , y de su
complexión sanguínea y condición amorosa , comenzaban
á brotar: y para esto se confesaba ya
mas á menudo , y acudia por remedio á su confesor,
y seguía con mucha prontilud los consejos
que le daba; y así se entiende que el Señor por
su bondad le conservó en su virginal pureza,
hasta que tomó el estado del santo matrimonio:
que en mozos nobles , ricos , regalados y libres, es
cosa rara. Siendo ya de diez y ocho á diez y nueve
años, le envió su padre á la corle del emperador
Carlos V con buena casa y acompañamiento de
criados. En la corle procuró juntar en uno las leyes
de cristiano y de caballero. No consentía que
hubiese en su casa juegos, ni liviandades, ni cosa
que desdijese de la gravedad y vida que él profesaba.
Oía misa , y tenia sus ralos de oración cada
dia: era amigo de oír la palabra de Dios : confe-