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iios , y ú los leones ferocísimos y á oirás bestias<br />
fieras, venerable: solos los hombres malos y perversos<br />
le aborrecían y perseguían, porque era contrario<br />
en su vida y en su doctrina á las viciosas<br />
costumbres y dañadas opiniones <strong>de</strong> ellos , porque<br />
para mejor ejercicio y pureza <strong>de</strong> su virtud , permitió<br />
el Señor que algunos <strong>de</strong> sus mismos discípulos<br />
lo maltratasen y persiguiesen , y él con humildad,<br />
caridad, paciencia y mansedumbre los venció<br />
y <strong>de</strong>jó la misma casa que habian edificado, y se<br />
fué á vivir á otros lugares incómodos y ásperos,<br />
para tener paz , con Tos que huían <strong>de</strong> la paz , y<br />
enseñarnos con su ejemplo , cuanto mas vale el<br />
pa<strong>de</strong>cer, que el hacer por Cristo , y que lo fino<br />
<strong>de</strong> la virtud consiste en sufrir muchos trabajos y<br />
molestias, porhacerbien.<strong>de</strong> los mismos á quienes<br />
el bien se hace, y que al fin Dios le da c<strong>oro</strong>na,<br />
al que sabe pelear y vencer. Los que por menudo<br />
quisieren saber los milagros <strong>de</strong> este santísimo<br />
abad, que son muchísimos y grandísimos, véanlos<br />
en su vida. Uno solo referiré aquí, que le sucedió<br />
con un león. Entró una vez el santo á hacer oración<br />
en una cueva, don<strong>de</strong> habitaba un león <strong>de</strong><br />
extraña gran<strong>de</strong>za. Después <strong>de</strong> haber orado se puso<br />
á reposar un poco: á la media noche entró el<br />
león en su cueva, y hallando el huésped, no le osó<br />
tocar : pero asiéndole blandamente <strong>de</strong>l vestido, le<br />
tiraba como quien le quena sacar fuera <strong>de</strong> su cueva.<br />
No se turbó el santo, por ver <strong>de</strong> improviso<br />
aquella bestia tan feroz, antes comenzó á rezar<br />
muy <strong>de</strong>spacio , y con mucha <strong>de</strong>voción sus maitines<br />
: y el león se salió fuera aguardando que los<br />
acabase, y <strong>de</strong>spués tornó á entrar, y asirle <strong>de</strong> la<br />
falda como diciéndole que se fuese <strong>de</strong> su casa; pero<br />
el santo sin turbarse le dijo :Mira, león, si quieres,<br />
estemos aquí juntos, porque la cueva es capaz<br />
para los dos: y sino mas justo es que tú le<br />
vayas y me <strong>de</strong>jes libre ; porque yo no solamente<br />
soy criatura <strong>de</strong> Dios, como tú, sino<br />
criado á su semejanza ó imagen. Oídas estas palabras,<br />
como si tuviera entendimiento , se salió el<br />
león <strong>de</strong> la cueva , <strong>de</strong>jándola para habitación <strong>de</strong>l<br />
santo abad. Habiéndose, pues, ejercitado en los<br />
monasterios y en la soledad, y siendo respetado<br />
en el mundo y tenido por un varón venido <strong>de</strong>l cielo<br />
, se ofreció un negocio muy grave , que le sacó<br />
<strong>de</strong> su quietud, y le obligó á ir á Constanlinopla,<br />
para aplacar al emperador Anastasio que era hereje<br />
, y perseguía á los católicos , y echaba <strong>de</strong> sus<br />
sillas á los santos obispos. Enviaron una embajada<br />
al-emperador, <strong>de</strong> muchos monjes, cuya cabeza<br />
era san Sabas (que á la sazón era do setenta y tres<br />
años), y el amor <strong>de</strong> Dios y el zelo <strong>de</strong> la religión<br />
pudo mas con él para tomar aquel trabajo , que sus<br />
muchos años y el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> su quietud , para rehusar.<br />
Llegaron al palacio <strong>de</strong>l emperador los embajadores<br />
, y todos fueron admitidos , sino san Subas<br />
que era el principal; porque , como iba con vestido<br />
<strong>de</strong> cilicio y vil, no le <strong>de</strong>jaron entrar , y le trataron<br />
como á hombro <strong>de</strong>spreciable. Los <strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro<br />
echaron menos al santo , luciéronle buscar , halláronle<br />
rezando salmos fuera <strong>de</strong>l palacio imperial :<br />
llamáronle y lleváronle al emperador, don<strong>de</strong> los<br />
oíros embajadores, sus compañeros, eslaban aguar<br />
LA LEYENDA DE ORO. BICiEMBRE, O<br />
dándole. Al entrar en la sala, vio el emperador<br />
que iba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> san Sabas un ángel resplan<strong>de</strong>ciente<br />
, y admiróse y entendió que era varón <strong>de</strong><br />
Dios , y como á lal le honró , levantándose <strong>de</strong> su<br />
silla y haciéndole reverencia. Mandó sentar á los<br />
embajadores, y preguntóles lo que querían : y cada<br />
uno <strong>de</strong> ellos, olvidado <strong>de</strong>l negocio público á que<br />
venian , comenzó á tratar <strong>de</strong> sus negocios particulares<br />
con el emperador , y á proponerle sus peticiones<br />
y <strong>de</strong>mandas : solo san Sabas callaba , y<br />
siendo la boca <strong>de</strong> todos no <strong>de</strong>cia palabra. Preguntóle<br />
el emperador si él queria algo : y ól le dijo la<br />
causa porque había venido , y le aplacó , y por<br />
entonces le <strong>de</strong>tuvo; porque vio que era varón<br />
santo y <strong>de</strong>sinteresado , y sin codicia <strong>de</strong> cosa alguna<br />
<strong>de</strong> la tierra. Otra cosa le sucedió otra vez con el<br />
emperador. 1 labia habido aquellos años gran<strong>de</strong><br />
hambre y pestilencia , y con estar los pueblos <strong>de</strong>struidos<br />
, los cargaban con nuevos tributos y vejaciones,<br />
<strong>de</strong> manera, que la pobre gente andaba afligida<br />
y se consumía , ó iba acabando sin remedio.<br />
Compa<strong>de</strong>cióse el santo abad <strong>de</strong> las calamida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />
la gente miserable; fuese al emperador y suplicóle,<br />
que mandase quitar aquel tributo con que eslaba<br />
oprimida, y el emperador se inclinó á hacerlo , por<br />
respeto <strong>de</strong>l santo que se lo suplicaba: pero un ministro<br />
suyo, llamado Marino, que era po<strong>de</strong>roso,<br />
y tenia gran mano con el emperador , le persuadió<br />
que no lo hiciese (que nunca falta en las cortes<br />
<strong>de</strong> los príncipes un mal consejero que los <strong>de</strong>struya<br />
) : avisó ó Marino el sanio , que se reportase<br />
y arrepintiese; porque <strong>de</strong> otra manera pagaría su<br />
culpa con grave pena : él no se enmendó , y la<br />
pagó ; porque estando Marino muy contento y <strong>de</strong>scuidado<br />
, se levantó en la ciudad un alb<strong>oro</strong>to , y<br />
el pueblo enlró en su casa y la saqueó, y quemó ,<br />
y falló poco , que el mismo Marino no muriese á<br />
sus manos : pero Dios le guardó, porque reconoció<br />
su culpa , y le pidió perdón , entendiendo cuan<br />
gran<strong>de</strong> era la santidad <strong>de</strong> Sabas que le habia profetizado<br />
lanío anles el castigo que habia <strong>de</strong> venir<br />
sobre él. Volvióse el sanio abad , acabada esta<br />
jornada con feliz suceso, á su recogimiento; pero<br />
habiendo muerto el emperador Anastasio quemado<br />
<strong>de</strong> un rayo por justo juicio <strong>de</strong> Dios (dé lo cual<br />
tuvo revelación san Sabas), habiendo sucedido<br />
en el imperio Justino, que era principo católico,<br />
salió otra vez <strong>de</strong> su monasterio, siendo <strong>de</strong> edad<br />
<strong>de</strong> ochenta años, con gran<strong>de</strong> vigor, esfuerzo y<br />
alegría para ser pregonero por su misma persona,<br />
y predicador <strong>de</strong> un edicto , que el mismo emperador<br />
mandó publicar en favor <strong>de</strong> la fé católica y <strong>de</strong><br />
la paz <strong>de</strong> la santa Iglesia ; porque lodos los trabajos<br />
que lomaba por Cristo el santo viejo Sabas , le<br />
eran mas sabrosos que el <strong>de</strong>scanso y quietud. No<br />
fué esta la postrera vez que <strong>de</strong>jó su recogimiento<br />
por el bien <strong>de</strong> los otros ; mas la tercera vez , siendo<br />
ya <strong>de</strong> noventa y un años , y Jusliniano emperador<br />
, fué á Couslantinopla para suplicarle que<br />
reprimiese á los samantunos, que infestaban y<br />
perseguían á los cristianos <strong>de</strong> Palestina , y <strong>de</strong>struían<br />
los templos y quemaban las reliquias , y<br />
mataban á los obispos , y por medio <strong>de</strong> un con<strong>de</strong><br />
llamado Arsenio, hombre malvado y perverso,