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350 LA LEYENDA DE ORO. NOVIEMBRE , 26
cárcel escribieron á san Cipriano-, quien les consoló
varias veces por medio de sus escrilos. Algún
tiempo después fueron todos puestos en libertad
. y la mayor parle de ellos tuvieron la desgracia
de caer en los errores de los novacianos ; pero
Moisés se mantuvo constante en la le contra los
herejes y los gentiles, y recibió al fin la palma
del martirio en la misma Roma, el año 251 de
de Jesucristo. Los demás confesores , y principalmente
saa Máximo, reconocieron su extravío y
volvieron á entrar en la unidad de la Iglesia , y
Máximo, con algunos otros, alcanzó también la
palma del martirio. San Cornelio , papa, da cuenta
de todas estos santos mártires y confesores en
sus cartas á san Cipriano.
SAN ERASMO, MÁRTIR. — Solo sabemos por
Usuardo que acabó su vida derramando su sangre
por Jesucristo, en Aniioquía, por medio de un
señalado y admirable martirio.
SAN MERCURIO, MÁRTIR. — Era soldado del
ejército de Asia. Un día , hallándose en medio de
una acción militar, se le apareció un ángel, con
cuva ayuda salió bien de su empresa, y fué ascendido
en la milicia. Pero él, que conocia ya un
poco la religion cristiana , se hizo instruir en ella,
recibió el bautismo , y renunciando sus honores y
condecoraciones, confesó públicamente que era
adorador del verdadero Dios. Acusado al emperador,
éste mandó que lo atasen en el suelo por
medio de cuatro palos , que le pusiesen en seguida
fuego encima, y que rajándole todas sus carnes,
le abandonasen así hasta que muriese. El mismo
ángel le confortó en medio de aquellos tormentos
y le curó las heridas. Después le alaron una gran
peña al cuello , y lo precipilaron de una elevad!—
sima altura, pero cayó sin recibir lesion. En seguida
fué conducido á Cesárea , en Capadocia,
donde se multiplicaron contra él los suplicios,
hasta, que circundado do trofeos y coronado con la
gloria del martirio, voló al cielo, en tiempo del
emperador Decio , y según Baronio, el año 25V.
Su sagrado cuerpo fué posleriormenle trasladado á
Benevenlo , en Italia , de cuya ciudad es patron.
SANTA JUCUNDA , VIRGEN. —• Nada mas que lo
que-trae el Martirologio romano sabemos de esta
santa. Según él, floreció en Emilia , provincia de
Italia. Ferrario pone también su nombre en su
Catálogo de los santos de Italia.
SAN GARCÍA, ABAD.—Nació en el arzobispado
de Burgos á fines del siglo X. ó principios del XI.
En sus primeros años mostró ya mucha aversion
al mundo, y se retiró al monasterio do San Pedro
de Alianza. Floreció tanto García en la observancia
, que el rey don Fernando I , que frecuentemente
iba á Arlanza , viendo la prudencia , piedad
, zelo , fervor y demás virtudes de este monje,
hizo que se le encomendase aquella abadía cuando
vacó. Gobernóla por espacio de treinta años , en
cuyo tiempo se hizo amable á Dios y á los hombres:
con su ejemplo hizo adelantar en santidad
á aquellos monjes , y el buen olor de sus virtudes
proporcionó á Castilla muchos bienes. Su santidad
está atestiguada por todos los escrilores contemporáneos
Suyos: el monje Grimaldo le llama «va-
ron en iodo venerable y de gloriosa memoria
por su feliz perseverancia.» En la Vida de santo
Domingo de Silos, escrita por Berceo , se refieren
una porción de milagros de García . entre ellos el
de que, estando un viernes santo comiendo pan
y agua con sus monjes, echó el abad su bendición
y se convirtió el agua en vino. Murió el año 1073
(Fkirez , lom. xxvn).
SAN PEDRO ALEJANDRINO, OBISPO Y MÁRTIR. —
San Pedro Alejandrino fué natiual de la ciudad de
Alejandría , y dignísimo patriarca de ella. Sucedió
en aquella silla (que era la cabeza de todas
Jas Iglesias de Egipto y de otras muchas provincias)
á un varón santo, llamado 'leonas, que fué
su decimosexto prelado, después de san Marcos,
evangelista. En su tiempo fué la persecución horrible
y atrocísima de los emperadores Diocleciano
y Maximiano contra la Iglesia del Señor, en la cual
el sanio prelado no dejó eo>a por hacer para algún
alivio de aquella gravísima tempestad y consuelo
de los cristianos. Para poderlo hacer mejor, y
para que sus ovejas, muerto el pastor, no se asombrasen,
y cayesen en las bocas de los lobos que
las prelendian tragar', se recogió á lugares aparlados
y ásperos, para huir do las manos de los
emperadores que le buscaban: mas estando es—
con helo, no dejaba la cura pastoral, ni de escribir
a mas de seiscientos y sesenta cristianos quo
estaban presos en la cárcel , exhortándolos á
paciencia y perseverancia: y cuando supo quo
habian combatido valerosamente, y alcanzado la
corona del martirio , se regocijé) por extremo
el santo pontífice , como si él mismo hubiera recibido
aquella lan señalada merced de Dios. Volvió
después san Pedro á Alejandría , donde tuvo
grandes encuentros con los cismáticos ó herejes y
gentiles : porque un obispo de Licópobs en Egipto
, I.amado Melecio , habiendo cometido graves
delitos y sacrificado á los dioses , fué privado de
su silla y depuesto por san Pedro en un concilio.
Melecio quedo tan corrido y afrentado , que por
vengarse de san Pedro y de los que justamente
le habían castigado , comenzó á turbar la Iglesia,
y á causar cisma en ella ; porque era hombre
doclo , astuto y mañoso, y halló quien le siguiese,
y enlre ellos al desventurado Arrio , que como
era inquieto y furioso , lomó las parles de Melecio
contra san Pedro Alejandrino, su obispo , y
por ello fué excomulgado y apartado de la Iglesia.
Vino á tener el cetro de Oriente el emperador
Maximino , no menos cruel perseguidor do
cristianos , que lo habian sido Diocleciano y Maximiano;
y mandó prender á san Pedro y darlo
la muerte. Prendiéronle ios ministros de Maximino
y echáronle en la cárcel : y cuando se supo :
en la ciudad , todos á porfía acudieron á ella, para
librar á su santo pastor y poner la vida ( si
fuese menester) en su defensa. En este tiempo- el
malvado Arrio., entendiendo que san Pedio seria
martirizado , procuró quo-algunos sacerdotes.fue-.
sen á él y le suplicasen ,,que.le perdonase, y la.