La leyenda de oro 4.pdf

DICIEMBRE , 3 LA LEYENDA DE ORO. 409
mo á santo: parecíale que era el mayor pre- bemosdicho con este intenlo san Ignacio le es­
sidio y amparo que tenia
en la India; y que cribió y ordenó que volviese á Portugal, para á
fallando aquella columna tan firme se habia mu­ su tiempo llamarle á Roma y renunciarle el cargo
cho de enflaquecer. Mas sabiendo las heroicas y de prepósito general; mas cuando llegó la carta de
esclarecidas virtudes de esle santo padre, y los san Ignacio á la India, ya san Francisco estaba
muchos y grandes milagros que el Señor obraba gozando en el cielo de Dios; y era tan grande la
por él, determinó suplicar á la santidad del papa fama y opinión de su sanlídad , no solamente en
que le canonizase y pusiese en el catálogo de los todas las provincias y naciones de la India , y en
santos : y para poderlo hacer con mayor funda­ el reino de Portugal, sino en toda Europa , partimento,
escribió una caria despachada ó los 23 cularmente en Roma , que en los pocos dias que
de marzo del año looG , á Francisco Barrete , su vivió en el poniificado el sumo pontífice Marcelo,
virey do la India, en que le mandaba que con II de este nombre, entendiendo que san Francis­
gran cuidado y diligencia hiciese tomar informaco, por orden de san ígnacio habia de venir de la
ción de la vida y muerte, virtudes y milagros de India á Portugal, y de allí á Roma , dijo á una
san Francisco en los lugares de la India en que persona muy grave : Si llegare á Portugal, no será
anduvo , y examinar los testigos que le conocieron menester para que le veamos, que venga á Roma,
y trataron, y recibir sus dichos conjuramento, y porque nosotros iremos á verle á Portugal : quo
enviarle el proceso cerrado , firmado de su mano, aunque son palabras dichas con encarecimiento,
y sellado con su sello. Todo se hizo como lo man­ declaran mucho la eslima que el sumo pontífice
dó el rey; aunque en solos cuatro lugares de la tenia de este gran siervo del Señor.
India, que fueron Goa , Cochin , Bazain y Malaca. 100 Fué san Francisco grande de cuerpo y
99 También con la muerte del mismo santo lleno y de muchas fuerzas: de rostro grave y sua­
padre cesó su venida de la India á Portugal, como ve : el color blanco y sonroseado : los ojos negros
san Ignacio lo habia tratado: porque viéndose y claros: la cabeza bien proporcionada: la nariz
este santo viejo y cargado de enfermedades, y mediana: la barba negra: el semblante alegre,
juzgando por su humildad que no tenia caudal vivo y autorizado: traia el cabello con garceta, y
bastante para gobernar la Compañía (teniéndole una media loba pobre, limpia y sin manteo, por
tan grande), quiso descargarse del cargo de pre­ conformarse con los otros sacerdotes pobres y con
pósito general, y echarle sobre los hombros de san el uso de la tierra. Su vida escribieron de propó­
Francisco , para que, como varón tan esclarecido sito el P. Horacio Turselino en seis libros en la­
y apostólico, ilustrase con su presencia las partes tín, y el P. Juan de Lucena en diez, en portu­
y provincias de Poniente, como habia alumbrado gués : el P. Bernardino Gínnaro en su Javier Orien­
con su predicación las de Oriente, y honrase y ta! , parte segunda ; y los PP. Luis de Guzman en
amplificase con su gobierno la Compañía: porque la Historia castellana de las misiones de ia Com­
asi como san Francisco estimaba , obedecía y repañía en la India Oriental , y el P. Juan Pedro
verenciaba á san Ignacio, y á boca llena le lla­ Mafeo, en la que de las cosas de la India commaba
gran santo , y con todas sus fuerzas le propuso en lengua latina, tratan largamente de la
curaba imitar; así san ígnacio conocía los raros vida y virtudes y hazañas de san Francisco Ja­
dones y admirables virtudes del santo, y le amavier : y por mucho que algunos de ellos se alarba
como á hijo regalado, y como á un vivo regan , todo es corto para lo que se puede decir;
trato y semejanza de sí mismo ; especialmente, porque cierto es cosa que espanta el considerar el
sabiendo el amor y zelo que tenia del bien de la ánimo y espíritu con que este bienaventurado pa­
Compañía que le queria encargar, que fué tanto, dre , solo , pobrecilo , y á los ojos de la carne me­
que en los mayores peligros y tormentas, se enconospreciado y vil , acometió la conquista , nó de
mendaba á los santos de la Compañía que están en una ciudad , provincia , ó reino , sino de un nuevo
el cielo , y todos sus buenos sucesos los atribuía á mundo : nó para sujetarle con las armas , y ha­
las oraciones de ellos , y de los padres que acá vicerle tributario á su rey, sino para sacarle del
vian en la tierra , como lo dice el mismo santo en cautiverio de Satanás, y restituirle á su verdadero
una carta por estas palabras: « Muchas veces Dios y antiguo Señor. ¡Qué inmensidad de mares na­
nuestro Señor me ha dado á sentir dentio en mi vegó ! ¡ Cuántos y cuan peligrosos fosos atravesó!
alma , de cuantos peligros corporales y espiritua­ ¡ Qué tierras, qué do naciones , qué de gentes exles
trabajos me tiene guardado por los devotos y trañas , inhumanas y bárbaras alumbró ! ¡ En
continuos sacrificios y oraciones de todos aquellos cuántas partes remotísimas colocó el estandarte
que debajo de la bendita Compañía de Jesús mi­ de la santísima cruz , y con ella espantó á los delitan
, y de los que están ahora en la gloria con monios 1 Hizo temblar al infierno : sacó la presa
mucho triunfo, los cuales en esta vida militaron y de las garras de Satanás ; y acompañado de innu­
fueron de la Compañía. Esla cuenla os doy , carímerables almas, que él habia ganado para el Sesimos
en Cristo , padres y hermanos , de lo mucho ñor, victorioso y glorioso , se fué á gozar, del que
que os debo , para que me ayudéis á pagar todo habia peleado en él, y vencido por él. De Alejan­
lo que yo solo, ni á Dios ni á vosolros puedo. dro Magno escriben algunos historiadores, que
Cuando comienzo á hablar do la sania Compañía oyendo decir, que habia muchos mundos , llora­
de Jesús, no sé salir de tan deleitosa comunicaba y se entristecía , porque él aun no habia conción.
» Todas estas son palabras de san Francisco, quisaido uno entero ; porque todo lo que habia ga­
escritas en una carta. Pero volviendo á lo que ha- nado era poco para su codicia y ambición Pues
TOMO IV.
S2