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La leyenda de oro 4.pdf

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NOVIEMBRE , 20 LA LEYENDA DE ORO. 317<br />

rejas á tí mismo; pues , ó no lio <strong>de</strong> seguir tu consejo<br />

, ó lias <strong>de</strong> tomar mi ejemplo. Pareció á los dos<br />

santos encomendarlo á Dios, para enten<strong>de</strong>r en este<br />

punto su voluntad : hicieron larga y ferv<strong>oro</strong>sa<br />

oración aquella noche, y se les apareció un ángel<br />

ensueños, y les dijo quo saliesen <strong>de</strong> aquella soledad<br />

, y fuesen á Roma , y <strong>de</strong>clarasen al sumo<br />

pontífice lo que habían visto y entendido, y <strong>de</strong>jasen<br />

lo <strong>de</strong>más á la provi<strong>de</strong>ncia divina. Confirieron<br />

entre sí <strong>de</strong>spiertos, lo que habían entendido<br />

dormidos; y hallaron ser lo mismo la revelación,<br />

que se repitió las dos noches siguientes : con que<br />

asegurados <strong>de</strong> la voluntad <strong>de</strong> Dios , <strong>de</strong>jaron con<br />

sentimiento y lágrimas el <strong>de</strong>sierto, y se partieron<br />

adon<strong>de</strong> ei Señor los llamaba. De esta manera juntó<br />

Diosa estos dos santos patriarcas, comoáMoisés<br />

y Aaron, para que sacasen al pueblo cristiano <strong>de</strong><br />

la cautividad <strong>de</strong> los sarracenos, como sacó antiguamente<br />

por medio <strong>de</strong> aquellos dos hermanos y<br />

siervos suyos al pueblo <strong>de</strong> Israel <strong>de</strong>l cautiverio <strong>de</strong><br />

los egipcios; y juntó en el <strong>de</strong>sierto á la columna<br />

<strong>de</strong> luz , que (como dijimos) era san Juan , por la<br />

claridad <strong>de</strong> su sabiduría , la columna <strong>de</strong> nube , que<br />

era san Félix, por la altura <strong>de</strong> su contemplación,<br />

con que se remontaba al cielo, para que fuesen<br />

guia <strong>de</strong>l pueblo cautivo á la tierra do la libertad,<br />

y á la tierra <strong>de</strong> Promisión <strong>de</strong> la bienaventuranza:<br />

porque no llamaba Diosa estos dos santos patriarcas<br />

a rescatar solo los cuerpos <strong>de</strong> las prisiones <strong>de</strong><br />

los infieles, mas también á libertar las almas <strong>de</strong><br />

las ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong> los pecados.<br />

9 Fueron á París á dar cuenta <strong>de</strong> lodo al<br />

obispo y abad <strong>de</strong> San Víctor, y á otros varones<br />

sabios y pru<strong>de</strong>ntes , que habían sido testigos <strong>de</strong> la<br />

primera visión , y con sus cartas <strong>de</strong> recomendación<br />

para el sumo pontífice se partieron á Roma á cumplir<br />

lo que el Señor les habia mandado. En este<br />

viaje pa<strong>de</strong>cieron muchos trabajos, por ser entrado<br />

el invierno, é ir á pié y mendigando; pero Dios<br />

los regaló; y envió su ángel, que les prometió feliz<br />

suceso <strong>de</strong> su jornada , y que serían bien <strong>de</strong>spachados<br />

<strong>de</strong>l sumo pontífice. El mismo sumo pontífice,<br />

que era Inocencio III, tuvo aviso <strong>de</strong>l cielo, antes<br />

que llegasen los santos anacoretas, do que venían,<br />

que los recibiese paternalmente, y les concediese<br />

lo quo le pidiesen. Llegaron los dos á Roma: <strong>de</strong>clararon<br />

á Inocencio sus Intentos, y los sucesos<br />

maravillosos con que el Señor los habia llamado<br />

: diéronle las cartas <strong>de</strong>l obispo <strong>de</strong> París y<br />

abad do San Víctor, y luego conoció el sumo pontífice<br />

en sus aspectos, mo<strong>de</strong>stia y palabras que<br />

conformaba su \ ida con la obra que Dios quería<br />

hacer por ellos. Despidiólos con señales <strong>de</strong> mucho<br />

amor, dándoles buenas esperánzasele ver cumplidos<br />

presto sus <strong>de</strong>seos, y mandóles quo el tiempo<br />

que estuviesen en Roma , se hospedasen en su palacio.<br />

Por proce<strong>de</strong>r con mas madurez consultó el<br />

sumo pontífice osle negocio con los cardonales: y<br />

leyendo las cartas <strong>de</strong>l obispo y abad , y consi<strong>de</strong>rando<br />

la vida <strong>de</strong> Juan y Félix , y las señales con<br />

que Dios había <strong>de</strong>clarado su voluntad , dijo que lo<br />

parecia venir este negocio guiado <strong>de</strong>l Espíritu santo<br />

; y los car<strong>de</strong>nales respondieron : A Domino facium<br />

est istucl, ei esl mi-rabile in oeulis noslris:<br />

Esta es obra <strong>de</strong> Dios , y es admirable en nuestros<br />

ojos. Con todo eso, para asegurar mas el acierto en<br />

cosa <strong>de</strong> tanta importancia, mandó el sumo pontífice<br />

ayunar tres días en Roma , y ofrecer muchas<br />

oraciones y sacrificios, para implorar la luz <strong>de</strong>l<br />

Señor. El mismo sumo pontífice celebró públicamente<br />

á esto fin en la iglesia <strong>de</strong> San Juan <strong>de</strong> Letra<br />

n , dia <strong>de</strong> la octava <strong>de</strong> la virgen y mártir santa<br />

Inés; y al levantar la hostia , vio un ángel vestido<br />

<strong>de</strong> blanco , con la cruz carmesí y celeste , cruzados<br />

los brazos sobre dos cautivos, uno m<strong>oro</strong> y olro<br />

cristiano. Quedó suspenso por un rato con la admiración:<br />

y acordándose <strong>de</strong> la visión que le habia<br />

contado san Juan haber tenido en París, la cual<br />

era en todo semejante á esta, entendió que era<br />

la voluntad <strong>de</strong> Dios, que aprobase aquel instituto<br />

para redimir los cautivos. Acabada la misa,<br />

llamó á los dos anacoretas , y les <strong>de</strong>claró la visión<br />

que habia tenido , y como Dios se mostraba el autor<br />

<strong>de</strong> aquel nuevo or<strong>de</strong>n. Mandó hacer dos hábitos<br />

blancos, y poner en ellos la cruz <strong>de</strong> dos colores<br />

semejante á la que traia el ángel; y el dia <strong>de</strong> la<br />

Purificación do nuestra Señora , á 2 <strong>de</strong> febrero do<br />

i 197 , vistió el hábito á los santos patriarcas , <strong>de</strong>clarándoles<br />

que el color blanco <strong>de</strong>l hábito representaba<br />

al Padre, el celeste do la cruz al Hijo, y el<br />

rojo al Espíritu santo , que él nombre <strong>de</strong> su or<strong>de</strong>n<br />

había <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> la Santísima Trinidad; y el instituto<br />

redimir los cautivos cristianos ; y añadió con oráculo<br />

<strong>de</strong> sumo pontífice : líie est ordo approbalus,<br />

-non á sanclis fabricalus, seda solo suinmo Deo:<br />

Este es el or<strong>de</strong>n aprobado , no fabricado <strong>de</strong> hombres<br />

sino <strong>de</strong>l sumo Dios solo. Mandó á los santos<br />

que se volviesen á París; y escribió al obispo y abad<br />

<strong>de</strong> San Víctor, quo mirando con atención las cosas<br />

pertenecientes á la nueva or<strong>de</strong>n , dispusiesen la regla<br />

que habían <strong>de</strong> guardar según su instituto perpetuamente<br />

, para que él la aprobase con su autoridad.<br />

JO Volvieron los santos ó París: dieron las<br />

cartas <strong>de</strong>l sumo pontífice al obispo y abad; y <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> mucha consi<strong>de</strong>ración formaron la regla,<br />

atendiendo principalmente al parecer <strong>de</strong> aquellos<br />

que eran padres y fundadores <strong>de</strong> la nueva or<strong>de</strong>n,<br />

juzgando como era cierto , quo á los que Dios había<br />

escogido para instrumentos <strong>de</strong> esta obra , y primeras<br />

piedras <strong>de</strong> este edificio , los alumbraría é inspiraría<br />

lo mas conveniente , y mas conforme á su<br />

voluntad. Partieron <strong>de</strong> París con la regla, y con<br />

algunos sugetos que en aquella universidad seles<br />

habían juntado , y fueron al territorio Mel<strong>de</strong>nse á<br />

visitar su antigua morada. Entraron en sus cuevas:<br />

visitaron muchas veces la fuente don<strong>de</strong> hablan<br />

visto al ciervo con la cruz; y <strong>de</strong>seando hacer el<br />

primer convento <strong>de</strong> su religión don<strong>de</strong> habían recibido<br />

el espíritu <strong>de</strong> olla, fueron á hablar al obispo<br />

mel<strong>de</strong>nse, y le pidieron licencia para edificar allí<br />

una iglesia ; y alcanzada, empezaron la obra, ayudados<br />

<strong>de</strong> muchos que venían atraídos <strong>de</strong> la faina<br />

do su santidad. Cercaron la iglesia <strong>de</strong> casillas, ó<br />

chozas fabricadas <strong>de</strong> troncos <strong>de</strong> árboles, ramas y<br />

piedras , para hospedar á los que venian á visitarlos<br />

y á los que se allegaban á ellos, <strong>de</strong>seosos do<br />

imitar su vida y seguir sus ejemplos: llamóse esto

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