La leyenda de oro 4.pdf

NOVIEMBRE , IV
on sus ejércitos, si puede decirse asi? porque el devotísimo
rey llevaba consigo á todas sus conquistes
imágenes de nuestra Señora, que marchaban al
paso de los reales , y una de ellas lijaba en el arzón
de la silla do su caballo , cuando entraba á
pelear, para que su vista infundiese alientos en su
corazón , y pavor en el de los contrarios, y fuese
María como un astro favorable ó numen propicio
de sus batallas, que influyese en su ejército las
victorias. Por oso cuando ganó á Sevilla , que fué
la última de sus conquistas, hizo el santo rey que
entrase triunfando María santísima en aquella ciudad
en su imagen de los He-yes, para rendir los
triunfos á aquella de quien reconocía las victorias,
l.o mismo cuenta Nicolás del emperador .luán
Commeno , (pie habiendo conseguido muchas victorias
con el favor de María santísima, volviendo á
Constantinopla hizo fabricar un carro triunfal de
plata , adornado do piedras preciosas , obra admirable
, en que compelían el arle y la riqueza, ó
hizo poner en él una imagen de nuestra Señora,
para que entrase en la ciudad con triunfo : confesando
el emperador deber todas sus victorias á María
santísima, como á invencible compañera y
señora de su imperio. De Manuel Commeno, emperador
, cuenta también Nicetas, que habiendo alcanzado
una insigne victoria por María santísima,
dispuso un triunfo con giando pompa y aparato,
en que precedían muchos cautivos , y después se
seguía un carro triunfal con una imagen de la Virgen
María , que habia cautivado á lodos : á los
enemigos del imperio con las armas; y al emperador
con el beneficio de la victoria. Del emperador
Zimisa refiero semejante ejemplo Zonaras; y
Nicéforo Gregoras del emperador Miguel Paleólogo.
Pero volviendo á nuestra España , las celebérrimas
y continuas victorias de Jaime, el Conquistador,
rey de Aragón, justamente las atribuyen todos
al patrocinio de María santísima , y muy en particular
la victoria quea'canzó de los moros junto á
Valencia don Bernardo Guillen; porque siendo
mucho mayor el número de los moros que el de los
cristianos, este valeroso capitán, confiado en el patrocinio
de María santísima, acometió anirftosamenle
á los enemigos, esperando que los poces
podrían vencer á los muchos: y dice Bernardino
Gómez en la vida del rey don Jaime, qne invocando
los cristianos el nombre de María, al punto
empezaron á huir los sai rácenos , y en aquel lugar
se fabricó un templo á la Virgen en memoria de
tan insigne victoria , alcanzada con su favor y ayuda.
Fueron los dos reyes Fernando y Jaime devotísimos
de María santísima : Jaime la consagró
casi dos mil templos ; y Fernando muchos mas : y
con esto no es maravilla que conquistasen ciudades
, sino remos, y que no sintiesen nunca contraria
la fortuna ; porque tenian en su favor á María
santísima que fijó su rueda (ya que hablamos con
términos humanos), para que desmiliendo lo mudable,
favoreciese constantemente á estos dos príncipes
marumos, y fuese símbolo do perpetua felicidad
para ellos la rueda , que en la fortuna es para
todos jeroglífico do la mudanza.
5 Paso de corrida por otras victorias, que eran
I.A LEYENDA DE OBO. 271
dignas de mayor ponderación. Alfonso XI, rey de
Castilla, con el favor de María alcanzó aquella
insigne victoria del Salado, cerca de Tarifa, en
que mató doscientos mil moros, y cautivó una
grande multitud , con muerte de solos veinte cristianos.
Alfonso 1 , rey de Portugal, fué lan devoto
de María santísima , que puso á sí y á su remo y
sucesores debajo del patrocinio de santa María
de Claraval, donde era á la sazón abad san Bernardo
, y quiso que pagasen perpetuamente á su
iglesia cierta cantidad . á manera de tributo y vasallaje
; y por tan insigne piedad mereció que María
santísima le diese insignes victorias de los mahometanos.
Semejante fué la devoción de Alfonso
V de Portugal, para con María . el cual pasó á
África y quilo á los moros á Arcilla, habiendo
prometido á Muría santísima un caballo de plata
con un rey de la misma materia; y ganada fez-mente
la ciudad , cumplió su voto y edificó un
lemploá la Conquistadora de esla fortaleza. ¿Qu
diré de don Juan el II, rey de Castilla , que visitando
el templo de Guadalupe , y ofreciendo oraciones
y dones á su altir , reprimió y venció á los
sarracenos, ganándoles muchos lugares? ¿Qué de
Ramiro el 11, rey de León , que invocando el favor
de María santísima contra un ejército de doscientos
mil moros, le envió la Reina del cielo dos
soldados, que, según unos, fueron ángeles , y según
otros, Santiago y san Emiliano , con cuyo socorro
alcanzó una milagrosísima victoria matando ochenla
mil moros, y cautivando á su rey? ¿Qué de Sancho
I, rey de Portugal, que ganó de los moros
junio á Sevilla aquella celebre batalla , cuando el
Belis, rojo con la sangre mahometana, corrió por
mucho espacio publicando la victoria , que atribuye
Belmghairá María santísima? ¿Qué de Fernando I,
rey de Aragón, singularísimo devoto de María
santísima , con cuyo favor alcanzó grandes victorias;
porque cuando él salía á campaña, la reina
doña Leonor, su mujer, iba muy de mañana descalza
, acompañada de dos criadas solamente á
visitar una iglesia de Nuestra Señora? ¿Qué de
Fernando el Católico, queconquistóel reino de Granada
, con que acabó de desterrar á Mahoma de
España, y traía siempre consigo una imagen de
nuestra Señora en sus ejércitos , la cual, después
de ganada la ciudad de .Málaga, entregó á los frailes
mínimos de san Francisco de Paula , con nombre
de la Virgen de la Victoria ; dando á entender
que todas las victorias y triunfos que había alcanzado
los debia á María santísima? Finalmente,
en esta cuenta pueden entrar casi todos los reyes
de España, desde Pelayo hasta Fernando el-
Católico; porque , como si tuvieran por horóscopo
de su nacimiento, y estrella de sus felicidades á
aquella mujer del Apocalipsi qne tenia la luna debajo
desús pies , pisaron estos reyes con el patrocinio
de María sobre las lunas africanas, con tantas
victorias como pasos; con que España perdida se
ganó á sí misma : recobró todos sus reinos:. recuperó
todas sus ciudades; y eclipsadas por mejor
luna lautas lunas, volvió resplandecer con nuevos
rayos el sol do la fé católica en España , que pudo
dar por bien empleada la infelicidad de perdida,