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La leyenda de oro 4.pdf

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NOVIEMBRE, í LA LEYENDA DE ORO. 207<br />

la lección <strong>de</strong> libros sanios, que duraba el tiempo<br />

<strong>de</strong> la comida: predicaban tal vez los clérigos <strong>de</strong>l<br />

seminario para ejercitarse, En este refectorio comia<br />

<strong>de</strong> ordinario el santo arzobispo con su familia en<br />

los primeros años, basta que le retiraron sus gran<strong>de</strong>s<br />

abstinencias y ayunos á pan yagua. Distribuíase<br />

la vianda igualmente , sin diferencia ó singularidad<br />

: servíase lo mismo al vicario general,<br />

que al menor gentilhombre. <strong>La</strong> comida no excedía<br />

<strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>stia clerical : era bastante para quedar<br />

satisfechos. Después <strong>de</strong> comida y cena , iban<br />

juntos á la capilla á dar gracias, diciendo las letanías.<br />

Los miércoles se abstenían <strong>de</strong> carne. Tenian<br />

otros muchos dias y tiempos <strong>de</strong> ayuno ; <strong>de</strong> manera<br />

que apenas eran <strong>de</strong> carne los tres meses <strong>de</strong>l año.<br />

Amaba san Carlos á sus criados cordialmente,<br />

como si fueran sus hermanos ó hijos, y como á<br />

tales los tenia y trataba , procurando que hubiese<br />

semejante amor entre ellos. Con este fin solía visitarlos<br />

á ciertos tiempos <strong>de</strong>l año por su persona<br />

misma, hablando hasta con el menor , para saber<br />

si habia algún disgusto ú ocasión <strong>de</strong> rencor, para<br />

remediarlo con tiempo: inquiría si se guardaban<br />

las reglas puntualmente , y si se les acudia con lo<br />

necesario. Visitaba <strong>de</strong> improviso los aposentos,<br />

sin que pudiesen prevenirse si habia cosa in<strong>de</strong>cente;<br />

y era este un po<strong>de</strong>roso freno á la licencia.<br />

Tenia una vez al mes una congregación <strong>de</strong>l gobierno<br />

temporal y espiritual <strong>de</strong> la familia , para<br />

prevenir y disponer lo conveniente. Fué su casa<br />

un seminario <strong>de</strong> obispos y prelados <strong>de</strong> rara virtud<br />

y bondad <strong>de</strong> vida en la Iglesia <strong>de</strong> Dios, hombres<br />

<strong>de</strong> singular excelencia en el gobierno eclesiástico.<br />

De ellos se sirvió la se<strong>de</strong> apostólica en las primeras<br />

nunciaturas <strong>de</strong> príncipes, y otros oficios graves<br />

<strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> la Iglesia.<br />

21 No fué menos pru<strong>de</strong>nte san Carlos en el<br />

gobierno <strong>de</strong> su arzobispido que en el <strong>de</strong> su casa,<br />

instituyendo para su buena administración ministros<br />

útilísimos, á los cuales añadió otros muchos,<br />

como prefectos <strong>de</strong>l clero, testigos sinodales (su<br />

oficio era inquirir cuanto habia digno <strong>de</strong> reparo<br />

en el arzobispado y provincia, para que lo remediasen<br />

los concilios), monitores secretos, apuntadores<br />

<strong>de</strong>l clero , y otros muchos, quo se acercaban<br />

casi á cuatrocientos : estos eran los ojos, manos y<br />

pies <strong>de</strong>l santo arzobispo, por cuyo medio intentó<br />

tantas proezas , y redujo su Iglesia al feliz estado<br />

que <strong>de</strong>spués tuvo. Para cultivar mas á su viña con<br />

mas trabajadores y operarios, trajo á Milán á los<br />

padres <strong>de</strong> la Compañía <strong>de</strong> Jesús, fundándolos él<br />

y alhajándoles la casa. Hizo en la ciudad <strong>de</strong> Milán<br />

tres seminarios, y en diversas partes <strong>de</strong>l arzobispado<br />

otros tres , para que en ellos so criasen<br />

en virtud y letras buenos sacerdotes y curas <strong>de</strong><br />

almas, <strong>de</strong> lo cual resultó gran<strong>de</strong> bien en toda la<br />

diócesis. Criábanse allí como en una religión : hadan<br />

los que entraban los ejercicios espirituales<br />

que usaba la Compañía <strong>de</strong> Jesús, á la cual entregó<br />

el gobierno <strong>de</strong> ellos, hasta que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

bien formados y establecidos , so exoneró <strong>de</strong> esta<br />

carga: proveyóles <strong>de</strong> confesor y prefecto <strong>de</strong> espíritu<br />

, do excelentes maestros, y un prefecto <strong>de</strong> los<br />

estudios. Diputó en cada dormitorio algunos clé-<br />

rigos <strong>de</strong> mayor virtud , y costumbres aprobadas y<br />

zelo déla observancia <strong>de</strong> las reglas, con títulos<br />

<strong>de</strong> prefectos: era su cargo velar dia y noche sobre<br />

todos, así en casa como fuera. Fué esto un<br />

po<strong>de</strong>roso freno para contener aquella juventud<br />

apartada <strong>de</strong> inconvenientes , y un estímulo gran<strong>de</strong><br />

para apresurarse al bien. El mismo santo car<strong>de</strong>nal<br />

visitaba sus seminarios , y se informaba <strong>de</strong> la<br />

virtud y aprovechamiento <strong>de</strong> cada uno. Vacaba á<br />

estas visitas con tan exacta atención y diligencia,<br />

que ocupaba quince días, sin querer aten<strong>de</strong>rá<br />

otros negocios. No salia <strong>de</strong>l seminario en esto<br />

tiempo , y se quedaba con un solo familiar que le<br />

sirviese. Decía el primer dia misa en la capilla<br />

<strong>de</strong>l seminario : predicaba <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l Evangelio:<br />

comulgaban <strong>de</strong> dos en dos <strong>de</strong> su mano: comia en<br />

el refectorio la porción común como uno <strong>de</strong> eilos;<br />

y el regalo mayor eran las oraciones, letanías,<br />

sermones y actos <strong>de</strong> letras al tiempo <strong>de</strong> la comida.<br />

Tenia en estos dias una junta particular con los<br />

diputados temporales, para que el gobierno fuese<br />

conforme á las reglas y su intención santa. A mas<br />

<strong>de</strong> las visitas ordinarias , muchas veces en el año,<br />

para alentar aquella juventud , pasaba á sus seminarios.<br />

22 Tenia gran cuenta <strong>de</strong> visitar todo su arzobispado<br />

, no solo por visitadores pru<strong>de</strong>ntísimos y<br />

zelosos , sino por su misma persona. Andaba lodas<br />

las villas y al<strong>de</strong>as, muchas puestas enselvas y lugares<br />

asperísimos, visitando con gran particularidad<br />

todas las iglesias, oratorios, cofradías,<br />

hospitales y monasterios <strong>de</strong> monjas, que reformó<br />

con gran<strong>de</strong> fruto <strong>de</strong> innumerables almas. Por estar<br />

dilatada la diócesis <strong>de</strong> Milán por muchos valles y<br />

montañas asperísimas, le fué forzoso pasar en<br />

estas visitas increíbles incomodida<strong>de</strong>s; porque no<br />

pue<strong>de</strong>n pasar caballos (en que caminaba el santo)<br />

en muchas partes, por la dificultad y peligro <strong>de</strong><br />

los caminos y montañas inaccesibles. Veíase obligado<br />

á andará pié muchas millas con un báculo<br />

en la mano , como uno <strong>de</strong> los pobres montañeses,<br />

aun en tiempo do frios , y calores excesivos. Veian<br />

correr <strong>de</strong> su rostro muchas veces gran copia do<br />

sudor, y el semblante como <strong>de</strong> persona que pasaba<br />

gran fatiga. Llevaba tal vez parte <strong>de</strong>l bagaje,<br />

por no <strong>de</strong>jarlo lodo á sus criados (aquí llegaba su<br />

candad y humildad rara) ; porque á caballos do<br />

carga no dan paso aquellas asperezas. Muchas veces<br />

era forzoso valerse <strong>de</strong> las manos, y con manos<br />

y pies pasar con seguridad algunos lugares<br />

peligrosos, llevado <strong>de</strong> un ar<strong>de</strong>ntísimo zelo <strong>de</strong> la<br />

salud <strong>de</strong> las almas <strong>de</strong> aquella miserable gente , y<br />

<strong>de</strong> un vivo <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> la reformación do toda su<br />

Iglesia. Llegó á muchos lugares don<strong>de</strong> jamás se<br />

había visto la persona <strong>de</strong>l prelado, con adm'racion<br />

y espanto <strong>de</strong> quien lo consi<strong>de</strong>raba. No lomó<br />

jamás reposo en los caminos: aun yendo á pié, los<br />

continuaba sin interrupción. Llegado al lugar , sin<br />

parar, iba via recta á la iglesia, y hecha oración,<br />

comenzaba luego á enten<strong>de</strong>r en la visita. Era este<br />

un trabajo continuo; porque acabada la visita <strong>de</strong><br />

un lugar, pasaba , sin <strong>de</strong>tenerse, á otro , y <strong>de</strong> ordinario<br />

haca jornada cada dia. excepto en las<br />

villas y poblaciones mayores, don<strong>de</strong> las cosas

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