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La leyenda de oro 4.pdf

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458 LA LEYENDA DE ORO. DICIEMBRE, 14<br />

•pestilencia : v habiendo perecido mucha parlo <strong>de</strong><br />

la gente , y estando para perecer la que quedaba,<br />

no tuvieron otro remedio sino acudir á san Espiridion<br />

, para que con sus oraciones aplacase á<br />

nuestro Señor , y con agua <strong>de</strong> sus ojos les alcanzase<br />

agua <strong>de</strong>l cielo. Ilízolo el santo : lloró : oró :<br />

impetro, como otro Elias, lluvia <strong>de</strong>l cielo ; y cesó<br />

aquella calamidad. Pero como no cesaron los<br />

¡recados, volvió el castigo otra vez, porque la<br />

tierra no producia fruto y los pobres andaban<br />

muertos <strong>de</strong> hambre , <strong>de</strong>salentados y perdidos; y<br />

los ricos apretaban la mano y Cerraban la puerta ,<br />

para que los clamores y alaridos <strong>de</strong> los pobres no<br />

entrasen en su endurecido corazón. Entre otros un<br />

pobre fué á un rico, suplicándole que se apiadase<br />

<strong>de</strong> él, y le remediase <strong>de</strong> la manera que él quisiese.<br />

No fué oído : fuese á san Espiridion : pidióle<br />

remedio y consuelo ; y el santo le dijo: No te congojes<br />

, hijo , ni llores : porque mañana tu casa estará<br />

llena ; y este rico que ahora te parece tan<br />

bienaventurado , será miserable, y rogará que tomes<br />

<strong>de</strong> sus bienes lo que has menester , y tú<br />

le reirás <strong>de</strong> él. Pensó el pobre hombre , que aquellas<br />

palabras so las <strong>de</strong>cia el santo por cumplimiento<br />

y para consolarle; y partióse muy <strong>de</strong>sconsolado<br />

y triste. Aquella misma noche envió<br />

nuestro Señor una agua tan copiosa, y una avenida<br />

tan gran<strong>de</strong>, que sacó <strong>de</strong> las trojes <strong>de</strong>l rico<br />

todo el trigo y hacienda que tenia , y so la llevó<br />

por la ciudad. Acudieron pobres á la rebatiña , y<br />

entre los otros aquel , que el dia antes habia pedido<br />

al rico limosna y no se la habia dado , y comenzó<br />

á llevar á su casa, y á henchirla <strong>de</strong> los<br />

bienes que allí hallaba: y el mismo rico, viendo su<br />

hacienda perdida y que no la podia remediar ;<br />

le dijo que llevase todo lo que pudiese, riéndose<br />

<strong>de</strong> él el pobre , y acordándose <strong>de</strong> las palabras<br />

que san Espiridion le habia dicho. Perdió este<br />

rico el trigo que tenia en aquellas trojes ; mas no<br />

perdió la dureza <strong>de</strong>l corazón : porque yendo á él<br />

otro pobre ( creyendo que estaria mas blando y<br />

escarmentado con la pérdida pasada) , y suplicándole<br />

que , dado ó prestado , ó á censo ó cambio ,<br />

ó <strong>de</strong> cualquier manera que quisiese , se compa<strong>de</strong>ciese<br />

<strong>de</strong> él y le remediase ; nunca pudo hacer<br />

mella en aquel pecho empe<strong>de</strong>rnido , y mas duro<br />

que el diamante : antes le respondió , que no le<br />

daría ni un grano <strong>de</strong> trigo , ni aun la sombra <strong>de</strong><br />

un grano, si no llevaba el dinero en la mano. Desesperado<br />

el pobre hombre, acudió asan Espiridion<br />

, que era el refugio <strong>de</strong> lodos los necesitados,<br />

y él le dio una barra <strong>de</strong> <strong>oro</strong> , para que la diese<br />

a aquel merca<strong>de</strong>r avaro en prendas <strong>de</strong>l trigo que<br />

lo vendía. Ilízolo así : y viendo el <strong>oro</strong> el rico, dio<br />

al pobre lodo el trigo que hubo menester , para<br />

comer y para sembrar. Sembró , y tuvo tan copiosa<br />

cosecha , que vendió su trigo y pagó al rico<br />

: cobró la barra <strong>de</strong> <strong>oro</strong> y la restituyó á san Espiridion<br />

; y él la llevó á un huerto , y haciendo<br />

oración á Dios , y suplicándole que convirtiese<br />

aquel <strong>oro</strong> en lo que era antes, se convirtió en<br />

una serpiente, la cual Dios habia trasmudado en<br />

<strong>oro</strong> para remedio <strong>de</strong> aquel ¡robre hombre, por los<br />

merecimientos <strong>de</strong>l sanio obispo. Olra vez fué acu­<br />

sado un buen hombre , amigo <strong>de</strong>l sanio obispo ><br />

contra loda razón y justicia. Súpolo el santo , y<br />

que el juez le había con<strong>de</strong>nado á muerto : hizo<br />

oración al Señor, y púsose en camino para ir á la<br />

ciudad , don<strong>de</strong> estaba el inicuo juez y so habia <strong>de</strong><br />

ejecutar la sentencia <strong>de</strong> muerte , dada contra el<br />

inocente. Para llegar á ella , era necesario pasar<br />

un arroyo que había crecido con las muchas aguas<br />

sin po<strong>de</strong>rse va<strong>de</strong>ar: mandó el santo al arroyo ,<br />

que se <strong>de</strong>tuviese: <strong>de</strong>túvose y pasó : y antes quo<br />

llegase á la cuidad, el juez, entendiendo el milagro<br />

, y que el arroyo había obe<strong>de</strong>cido al santo ,<br />

luego soltó el preso y le (lió por libre. Andaba<br />

siempre ó pié: y una vez, estando muy cansado <strong>de</strong><br />

un camino largo y trabajoso, posó en casa <strong>de</strong> un<br />

buen hombre, que para regalarle lo quiso lavar<br />

los pies : y paia hacer este oficio piadoso , vinieron<br />

oíros que á porfía se los quisieron lavar. Entre<br />

los otros vino una mujer , que se mostraba<br />

mas solícita y <strong>de</strong>seosa <strong>de</strong> hacer aquel servicio al<br />

santo ; mas él , mirándola con severidad, le dijo :<br />

No me toques , mujer ; y como ella todavía porfiase,<br />

le <strong>de</strong>claró en secreto su pecado, y que poco<br />

antes había caído en flaqueza sensual , y quo era<br />

indigna <strong>de</strong> tocarle, y que <strong>de</strong>bía convertirse á Dios<br />

y llorar sus pecados ( como lo hizo) enmendando<br />

la vida y dando buen ejemplo <strong>de</strong> si.<br />

2 Convocóse el concilio <strong>de</strong> trecientos y diez<br />

y ocho obispos en Nicea <strong>de</strong> Bitima , por mandado<br />

<strong>de</strong> san Silvestre, papa , y <strong>de</strong>l emperador Constantino<br />

Magno ; y en él (como dijimos) fué con<strong>de</strong>nado<br />

Arrio. A este concilio no solamente vinieron<br />

los obispos y varones eruditos cristianos, sino<br />

también algunos filósofos gentiles para ver aquella<br />

sagrada junta , y aquel como teatro <strong>de</strong> sabiduría<br />

y majestad. Entre estos filósofos hubo uno muy<br />

agudo y gran disputador , que vino á las manos<br />

con muchos <strong>de</strong> nuestros santos obispos , que eran<br />

doctísimos , y la flor <strong>de</strong> aquella junta , los cuales<br />

nunca pudieron convencer al filósofo , por su gran<strong>de</strong><br />

habilidad y viveza , y prontitud en el argüir y<br />

disputar. Vio esto el samo Espiridion, que ( como<br />

se dijo) era hombre simplicísimo y sin letras :<br />

pidió licencia para disputar con el filósofo; y como<br />

era varón <strong>de</strong> tanta autoridad , no se la ¡ludieron<br />

negar. Entonces él propuso al filósofo con pocas<br />

palabras la suma <strong>de</strong> io qrre la fé cristiana cree<br />

y predica <strong>de</strong> la santísima Trinidad , <strong>de</strong> la encarnación,<br />

nacimiento, vida, muerte , resurrección y<br />

ascensión <strong>de</strong> Jesucristo nuestro Re<strong>de</strong>ntor, y <strong>de</strong> los<br />

otros misterios y sacramentos que croemos; y<br />

<strong>de</strong>spués lo dijo : Filósofo, esto es lo que los cristianos<br />

creemos : tú ¿ qué crees? Quedó asombrado<br />

el filósofo , y como fuera <strong>de</strong> si , y alumbrado<br />

<strong>de</strong> la luz <strong>de</strong>l cielo , respondió: Yo creo lo que tú<br />

crees, y confieso ser verdad lo que aquí has dicho<br />

: y volviéndose á los filósofos sus compañeros,<br />

que allí estaban atónitos y espantados do aquella<br />

tan repentina mudanza, les dijo : Cuando conmigo<br />

so ha disputado con palabras y razones, yo con<br />

unas palabras he respondido á otras palabras, y<br />

con unas razones <strong>de</strong>shecho otras razones; mas<br />

cuando la virtud <strong>de</strong> Dios ha hablado por su siervo<br />

, no ha podido el ingenio humano ni la razón

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