La leyenda de oro 4.pdf

•'Si'*. EA ÜiYIiND A DE ORO. NOVIEMBRE , 20
curse maestros antes Je >er discípulos y pagar
la soberbia con la caída, rio quo por ventura ,
cuando quisiesen , no se podrían levantar. Hicieron
dudar algo estas razones á san Juan , como
tenian tanta apariencia de piedad: recogióse á la
oración ;¡ pedir al Señor luz ; y con ella conoció
que era el demonio el que le hablaba. Dijole: Vele
de ahí. Satanás, y no pretendas engañarme; porque
el Señor está conmigo: y á estas palabras desapareció
el fingido compañero y verdadero demonio
, corrido y avergonzado de verse vencido
de un mancebo de pocos años ; y el santo quedó
•vencedor, y mas advertido para semejantes engaños.
h- Después de un año do retiro, le habló el
Señor al corazón , y le mandó que volviese á continuar
sus-estudios ; porque le quería hacer como
ó otro Abralian , padre espiritual de una grande
descendencia. Con esto volvió el santo á la ca.-a
d sus padres, y do ella á París , á continuar sus
esludios. Pero el demonio , temeroso de la guerra
quo san Juan le habla de hacer con las letras , le
puso gran tedio y fastidio al estudio , y como antes
le habia procurado sacar del desierto, ahora
le queria volver á él, representándole que
serviria mas á Dios entregándose del lodo á la
oración y penitencia fuera do las ocasiones , que
no estudiando las ciencias entre tantos peligros do
conciencia como Irae consigo una corte, una universidad
y la compañía de los mancebos. Andando
con esle cuidado , entró un día en la iglesia del
convento de canónigos reglares de San Aguslin,
rpie hay en aquella ciudad y se llamaba San Víctor,
y estando en fervorosa oración dolante de una
devotísima imagen do Cristo crucificado , le habló
el santo crucifijo y le djo tres veces con voz ciara
é inteligible : Slude supicnlüc, fili mi, el hvlifica
cor meum : Estudia la sabiduría , hijo mío ,
y alegra mi corazón: y con oslas palabras no solo
recibió luz para conocer la voluntad de Dios: pelo
gracia para ponerla en ejecución, y ya no senlia
tedio , sino inclinación al estudio. Empezó en
aquella celebérrima universidad con nuevo fervor
á estudiar las ciencias, sin dejar el estudio
•do las virtudes, y en pocos años que estuvo en
ella , se aventajó en la sabiduría á sus iguales ,
y en la santidad á su misma sabiduría. Continuaba
la penitencia y aspereza como si estuviera
en el desierto , y se daba á la oración
y contemplación como si habitara en el paraíso
, y de ella sacaba luces su entendimiento
para entender ¡as verdades que otros con predijo
estudio no podían alcanzar, y ardores su
voluntad para ejercitarse en obras de caridad espiritual
y corporal, socorriendo á los pobres, visitando
á los enfermos do los hospitales, consolando
á los presos en las careces, sirviéndolos
con "humildad , socorriéndolos con misericordia, y
exorlándolos á la virtud con zelo do la salvación de
sus almas; y finalmente para toda la universidad
ora un espejo de santidad , en quien se miraban
lodos: los malos con vergüenza y confusión de no
seguirlo , v los buenos con aliento y deseo do imitarle.
Era lanía la fama do su ciencia, que los
doctores de aquella universidad le ofrecieron espontáneamente
el grado de doctor; pero el que
en los ojos de todos era grande , en los suyos solos
era pequeño ; y asi rehusó esta honra con invencible
constancia , hasta que estando un dia en oración
fervorosa , se le apareció el príncipe de los
apóstoles san Pedro,y ledijo, quo tomase el grado
quo los doctores le ofrecían, porque era la voluntad
del Señor. Con esto recibió la borla do
doctor de teología con increíble aplauso de toda la
escuela; y después le obligaron á quo leyese una
cátedra de teología, como lo hizo , sacando excelentes
discípulos, de los cuales algunos siguieron
después su santo .instituto. Recibió los sagrarlos
órdenes á persuacion de Odón do Sobaco, obispo
de París, canónigo reglar de San Agustín , varón
do igual doctrina y santidad , que le dijo era esla
la voluntad do Dios; y confirmólo el Señor con una
maravilla y favor singular: porque estando el
sanio de rodillas delante del obispo para recibir el
sacerdocio; al ponerle las manos sobre la cabeza,
y decir: Aecipe Spirilum sanclum, bajó sobro
la cabeza de san Juan, como antiguamente sobro
los apóstoles , un fuego del cielo quo al principio so
esparció por su rostro , y después so formó un globo
y luego una columna ardiente, que estuvo
grande ralo sobre su cabeza, con admiración y pasmo
de lodos los presentes , que discurrían variamente
sobre la significación de este prodigio , entendiendo
los mas prudentes quo Juan había do
sor un nuevo apóstol que alumbrase á muchos con
la luz de su doctrina , y una columna firme de la
santa Iglesia; mas no discurrían entonces lo quo
después hizo descubrir el suceso que Dios obró con
esta maravilla , quo aquella luz quo cercaba el
rostro de san Juan, eran sus hijos,(pie formándose
romoen un globo do un nuevo orden, habían de
ser una columna de luz semejante á la que sacó
los israelitas del cautiverio do los egipcios, para
sacará los cristianos del cautiverio de los sarracenos.
Celebró ¡a primera misa en la capilla del
obispo de París, hallándose presente el mismo
obispo , el rector de la universidad , y el venerable
Roberto, abad de San Víctor, y Juan, abad do
Sania Genoveva, y muchos doctores de la universidad:
y cuando el nuevo sacerdote llegó á levantar
la hostia , se apareció en el aire sobre el
altar un ángel de Dios , vestido de blanco , con una
cruz en el pecho de dos colores, carmesí ycele-ie,
cruzados los brazos en forma de cruz , y puestas
las manos sobre dos cautivos, uno cristiano á la
mano derecha, y olro moro á la mano izquierda,
como si quisiera trocar uno por otro. Admiraron
lodos visiun tan maravillosa, v no entendían lo que
significaba : solamente san Juan, arrebatado de un
éxlasi por espacio de una hora , entendió que Dios
le queria tomar por instrumento para fundar una
nueva orden, quo tuviese por mslitulorcdimir cautivos.
Acubada la misa , el obispo y abades le
instaron que les declarase lo que el Señor le hab'a
enseñado en aquella visión: y aunque él quisiera
callarlo por su humildad , la obediencia y la necesidad
de lomar consejo leobligaion á manifestar
!o quo habia entendido. A ledos pareció que