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ótíTüBRE, 11 LA LEYENDA DE ORO. 81<br />
lejos <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Lira, que es <strong>de</strong> la diócesis <strong>de</strong> á él un labrador muy furioso y enojado, por ha-<br />
Amberes, en una al<strong>de</strong>a llamada Emblechen. ber cortado el árbol, que él <strong>de</strong>cia haber planlado<br />
Des<strong>de</strong> la primera edad, parece que le escogió el y guardado muchos años, dando voces, y hacieniSeñor<br />
por suyo, según que era blando, bien in- do gran<strong>de</strong>s fieros, sin po<strong>de</strong>r nadie sosegarle. Mas<br />
clinado y piadoso. Enviáronle sus padres ala el santo le dijo, que se aquietase aquella noche;<br />
corte <strong>de</strong>l rey Pipino: y aunque el santo mozo <strong>de</strong>- que él le prometía <strong>de</strong>volverle su árbol la mañana<br />
seaba mas quedarse en su casa, porque era amigo siguiente, ó lo quo valia. Aquella noche, estando<br />
<strong>de</strong> quietud , y enemigo <strong>de</strong> ruido y bullicio, y te- los <strong>de</strong>más durmiendo , él se puso en oración junto<br />
mia los vicios que comunmente reinan en las cor- al árbol; y acabada la oración, ató el árbol, que<br />
tes <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s príncipes; todavía obe<strong>de</strong>ció á estaba allí caido , con su cíngulo, y le levantó y<br />
sus padres , y procuró vivir entre los cortesanos, asentó en el mismo lugar don<strong>de</strong> antes estaba, y se<br />
sin olvidarse <strong>de</strong> sus buenas costumbres y <strong>de</strong>l le- arraigó y fijó en la tierra, como si nunca le humor<br />
santo <strong>de</strong> Dios. No era hombre <strong>de</strong> letras, por- hieran cortado. Guando á la mañana vio el labraque<br />
no las habia estudiado; mas era enseñado <strong>de</strong>l dor este milagro, quedó asombrado y atónito , y<br />
cielo, y mostrábalo en sus obras; porque era hu- conoció la mano <strong>de</strong> Dios, y la virtud <strong>de</strong>l santo; y<br />
mil<strong>de</strong>, manso, caritativo, <strong>de</strong>voto, mo<strong>de</strong>sto, be- echándose á sus pies, le hizo donación <strong>de</strong>l árbol,<br />
nigno , y <strong>de</strong> muy buen trato y conversación; y así y <strong>de</strong> todos los otros bienes que en aquel lugar tevino<br />
á ganar las volunta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los cortesanos y nia. En esta misma noche le apareció un ángel en<br />
mucho mas la gracia <strong>de</strong>l rey, por cuya voluntad figura <strong>de</strong> una paloma, y le mandó que en un luse<br />
casó con una señora que se llamaba Guimaria, gar que allí junto estaba, cercado <strong>de</strong>l rio y planque<br />
aunque le era semejante en la nobleza , no lo tado <strong>de</strong> árboles . edificase un oratorio, para que<br />
era en las costumbres : porque él era humano y le sirviese <strong>de</strong> habitación en vida, y <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso en<br />
manso; y ella cruel y fiera. Dióle el rey á Guma- muerte. Con esto <strong>de</strong>jó la peregrinación á Roma,<br />
ro , por sus buenas costumbres, el gobierno <strong>de</strong> una por obe<strong>de</strong>cer el mandato divino : y habiendo <strong>de</strong>sprovincia,<br />
y saliendo á la guerra, le llevó consigo, montado y limpiado aquel lugar <strong>de</strong> las muchas<br />
y él <strong>de</strong>jó su casa en gobierno á su mujer, man- malezas que tenia, edificó en él una iglesia, y<br />
dándola que fuese muy blanda y benigna para con <strong>de</strong>dicóla á san Pedro. Cuando queria ejercitar la<br />
todos sus subditos y criados; pero en partiéndose vida activa, y darse á las obras <strong>de</strong> misericordia,<br />
el marido , soltando la mujer la rienda á su mala t estábase en su casa , recogiendo á los peregrinos,<br />
condición, comenzó á turbar toda su familia y dando <strong>de</strong> comer á los hambrientos, vistiendo á<br />
afligir á sus criados con cargas y trabajos, qui- los <strong>de</strong>snudos, curando á los enfermos, <strong>de</strong>fendientándolcs<br />
con varios achaques las haciendas que do á los huérfanos, amparando á las viudas, y retenían,<br />
con tanta crueldad , que algunos pobres mediando las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> todos: y cuando se<br />
labradores, por haberlos <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> sus bueyes queria recoger, para darse mas á la oración y cony<br />
bestias <strong>de</strong> carga , eran forzados á tirar ellos templacion, olvidado <strong>de</strong> todas las cosas <strong>de</strong> la tiermismos<br />
los carros como bestias. Pasados siete ra, se iba á este lugar, y en aquella iglesia tendía<br />
(otros dicen nueve) años, volviendo Gumarocon las velas <strong>de</strong> su <strong>de</strong>voción al viento y espíritu que el<br />
el ejército á su casa, vio en el campo un criado Señor le enviaba <strong>de</strong>l cielo , con el cual se entresuyo<br />
maltratado , con la cabeza raida y ll<strong>oro</strong>sos tenia, y refrescaba, y navegaba prósperamente,<br />
los ojos , quo tiraba el carro: supo <strong>de</strong> él lo que 2 Andando una vez la mujer <strong>de</strong> san Gumaro<br />
pasaba, y el tratamiento que la mujer habia hecho en el campo al tiempo <strong>de</strong> la siega, los segadores,<br />
en su ausencia á los <strong>de</strong> su casa. Enternecióse el por el recio calor <strong>de</strong>l sol, querian <strong>de</strong>scansar y resanto<br />
varón, y mucho mas cuando llegó á ella, y frescar bebiendo un poco <strong>de</strong> agua : y la mujer,<br />
oyó los gemidos y alaridos con que fué recibido como era terrible y codiciosa , no los <strong>de</strong>jaba, antes<br />
<strong>de</strong> sus criados. Angustióse <strong>de</strong> manera, que vol- los reprendia como flojos, y parapoco : <strong>de</strong> lo cual<br />
viéndose á su mujer, la dijo : Dios te aflija; pues indignado el santo varón , la dijo palabras graves;<br />
tú has afligido á los otros, sin tener cuenta con lo y movido á compasión , con el palo que llevaba<br />
que los señores <strong>de</strong>ben hacer con sus criados , y en la mano > cavó un poco en la tierra , y luego<br />
que el esclavo y el libre y todos, somos una misma salió una fuente <strong>de</strong> agua copiosísima, <strong>de</strong> la cual<br />
cosa en Cristo. Mandó luego traer <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sí bebieron todos, y alabaron al Señor; y <strong>de</strong>spués<br />
todo el ganado , y restituir á cada uno lo que era quedó aquella fuente por memoria y testimonio<br />
suyo, y su mujer le habia quitado ; y juntamente <strong>de</strong> la santidad <strong>de</strong> Gumaro: y la pobre mujer,<br />
aparejar una solemne comida, y llamar á lodos volviendo á su casa, encendida <strong>de</strong>l ardor <strong>de</strong>l sol,<br />
sus criados , para que comiesen y se recreasen; y cayó mala, y sintió tan gran fuego en su cuerpo,<br />
así lo hicieron : y con esto quedaron contentos, y que no podia apagarle, y cuanta mas agua bebía,<br />
se volvieron á sus casas consolados. Vínole gana mas se abrasaba: y conociendo su pecado, y que<br />
al santo varón <strong>de</strong> ir á Roma, para adorar los cuer- era castigo <strong>de</strong> Dios, y viendo la muerte al ojo,<br />
pos <strong>de</strong> los sagrados príncipes <strong>de</strong> los apóstoles san envió á suplicar á san Gumaro, que se compa<strong>de</strong>-<br />
Pedro y san Pablo , y reverenciar los otros san- ciese <strong>de</strong> ella , y que con sus oraciones la restituluarios<br />
y reliquias <strong>de</strong> aquella ciudad. Partióse <strong>de</strong> yese la sanidad. El santo, como era benigno y piasu<br />
casa con algunos vecinos suyos, y el primer doso , no la quiso dar mal por mal, ni pagarla en<br />
dia paró en el campo, cabe un fio, y mandó cor- la misma moneda, con que ella había tratado á<br />
tar un árbol , que estaba allí cerca, para armar la los segadores , y suplicó á nuestro Señor que la<br />
tienda que consigo llevaba. Cortado el árbol, vino sanase; y viéndola tan al cabo, que solo la faltaba<br />
TOMO IV. U