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La leyenda de oro 4.pdf

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43С LA LE Y EN D. A DE ORO. OTnoisiitE, 1:1<br />

la madre la tenia concertada <strong>de</strong> casar: y aunque<br />

al principio, por lo que le dijeron, crevó que el<br />

ven<strong>de</strong>r las joyas y otras cosas <strong>de</strong> poco precio , era<br />

¡rara comprar una heredad muy rica y fructuosa:<br />

pero <strong>de</strong>spués que entendió la verdad , y que toda<br />

la hacienda .­o repartía a los pobres , y quo sania<br />

Lucía ora cristiana , concibió gran saña y odio<br />

contra ella, y la acusó <strong>de</strong>lanio <strong>de</strong>l prefecto, llamado<br />

Pascasio , como á maga y sacrilega, y enemiga<br />

<strong>de</strong> los dioses <strong>de</strong>! imperio romano. El presi<strong>de</strong>nte la<br />

mandó llamar , y leniéndula en su presencia, con<br />

buenas palabras procuró persuadirla que déjasela<br />

vana superstición <strong>de</strong> los cristianos, y sacrificase<br />

á los dioses: mas no halló enliada en el pecho<br />

fuerte <strong>de</strong> la sania virgen : antes con gran<strong>de</strong> ánimo<br />

y libertad lo respondió, que el verda<strong>de</strong>ro sacrificio<br />

y agradable a Dios, era visitará las viudas, huérfanas<br />

y personas miserables, v consolarlas en sus<br />

tribulaciones, y que ella se había ocupado tres años<br />

en este sacrificio, repartiendo á los pobres lo que<br />

tema: que ya no le quedaba que dar si no su persona,<br />

la cual, como hostia viva, <strong>de</strong>seaba ofrecer á Dios<br />

en perpetuo sacrificio. Y como Pascasio le dijese,<br />

que aquellos eran sueños y <strong>de</strong>svarios <strong>de</strong> ensílanos<br />

y palabras \anas , que no se le habían <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir á<br />

él, que guardaba la religión antigua y los mandatos<br />

<strong>de</strong> los emperadores ; Sania Lucía con maravillosa<br />

constancia le respondió: Tú guardas<br />

las leyes do tus príncipes: y yo las do mi Dios:<br />

tú temes á los emperadores <strong>de</strong> la tierra; y yo al<br />

<strong>de</strong>l cielo: tú no quieres ofen<strong>de</strong>r á un hombro<br />

mortal; y yo no quiero ofen<strong>de</strong>r al Hev inmortal:<br />

tú <strong>de</strong>seas agradar á tu señor; y yo á mi Criador:<br />

tú haces lo que piensas que le está bien ; v vo<br />

hago lo que juzgo que me conviene. No te canses,<br />

ni pienses que me podrás con tus razones apartar<br />

<strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> mi Señor Jesucristo. Embravecióse<br />

el prefecto , v conviniendo aqueila primera<br />

y falsa blandura en enojos v braveza, dijo malas<br />

palabras á la sania doncella, tratándola como á<br />

mujer liviana, y que habia gastado su patrimonio<br />

en mal vivir. Aquí santa Lucía le dijo: Yo he<br />

puesto mi patrimonio en lugar seguro, y he aborrecido<br />

siempre, á los que corrompen é inficionan<br />

las almas (pie sois vosotros: pues nos persuadís<br />

que <strong>de</strong>jemos á nuestro Criador y verda<strong>de</strong>ro esposo<br />

Jesucristo , y adulteremos con las criaturas, adorándolas<br />

y teniéndolas por verda<strong>de</strong>ros dioses.<br />

También he huido <strong>de</strong> la conversación <strong>de</strong> los que<br />

corrompen los cuerpos : los cuales se abrazan con<br />

los <strong>de</strong>leites <strong>de</strong> la carne, y encarnizados en ella,<br />

y aprisionados y cautivos do sus pasiones torpes,<br />

anteponen el gusto suyo y breve á los gozos limpios<br />

y eternos. Muchas palabras son esas (dice<br />

Pascasio) : y viniendo á los azotes, cesarán. No<br />

pue<strong>de</strong>n cesar las palabras <strong>de</strong> Dios (respondió<br />

santa Lucía) , ni fallar á los que son templo <strong>de</strong>l<br />

Espíritu santo, como lo son lodos los que viven<br />

castamente, y le reverencian como es razón. Si<br />

así es (dice el juez), yo le haré llevar allegar<br />

<strong>de</strong> las mujeres públicas, para que allí pierdas la<br />

castidad y huya <strong>de</strong> tí ose Espíritu santo, que<br />

tanlose precia, como tú dices, <strong>de</strong> ser amigo <strong>de</strong> los<br />

que guardan la caslidad. No so pier<strong>de</strong> la castidad<br />

(dijo la sania virgen) ni se ensucia el cuerpo,<br />

sino con el conocimiento <strong>de</strong>l alma. Y si pusieses<br />

en mi mano incienso , y por fuerza me hicieses<br />

echarlo en el fuego para sacrificar á tus diosos; el<br />

Dios verda<strong>de</strong>ro que lo ve, liana burla <strong>de</strong> ello.<br />

Y así le digo, que si tú pretelidieres que vo pierda<br />

la castidad ; tendré dos c<strong>oro</strong>nas en el cielo , una<br />

<strong>de</strong> casia , y otra por haber recibido fuerza <strong>de</strong>fendiendo<br />

la castidad. Finalmenle, el malvado<br />

juez mandó (pie la santa virgen fuese llevada á<br />

aqueila casa <strong>de</strong>testable y sucia : concurrió gran<br />

muhilud <strong>de</strong> gente, y <strong>de</strong> mozos lascivos v carnales,<br />

pensando hacer presa en la purí­ima doncella:<br />

éclianlo mano pura llevarla; pero ( ¡ ó virtud <strong>de</strong><br />

Dios!) hízola el Señor tan inmoble, que ninguna<br />

fuerza ríe hombres, ni <strong>de</strong> maromas y yuntas <strong>de</strong>,<br />

hueves que trajeron , fué po<strong>de</strong>rosa para moverla<br />

<strong>de</strong>l lugar don<strong>de</strong> estaba. Atribuyó el prefecto la<br />

virtud divina a arle <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio, v crovó que<br />

sania Lucía, como hechicera y maga se <strong>de</strong>fendía<br />

do su po<strong>de</strong>r: pues siendo mujer y Haca , resistía á<br />

laníos, hombres vállenles y robustos , que con ludas<br />

sus fuerzas la querían mover y no podían.<br />

Mandó llamar á sus encantadores v nigrománticos,<br />

para que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>shiciesen aquellos hechizos;<br />

vellos hicieron su oficio, y usaron <strong>de</strong> todas<br />

sus arles diabólicas; pero en vano. Quedó<br />

Pascasio pasmado y como fuera <strong>de</strong> sí , y daba<br />

bramidos como un león, viéndose vencido <strong>de</strong> una<br />

<strong>de</strong>licada doncella : y la sania virgen, volviéndose<br />

á él , le dijo : ; Por qué le congojas v te atormentas?<br />

Si conoces que sov templo <strong>de</strong> Dios, cree,<br />

y si aun no eslás cierto <strong>de</strong> ello , haz otras pruebas<br />

, hasta que lo conozcas. No son hechizos ni<br />

es <strong>de</strong>monio el que me hace inmoble , sino oí Espíritu<br />

<strong>de</strong> Dios, que por oslar aposentado en mi alma<br />

¡nie<strong>de</strong> hacerme, <strong>de</strong> tantas fuerzas, que lodo el<br />

mundo no baste á­moverme <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estoy. Mandó<br />

el juez poner mucha leña, resina y aceite al<br />

re<strong>de</strong>dor do la santa y encen<strong>de</strong>rlo todo |>ara quemarla:<br />

mas ella , como si estuviera en a'gun jardín<br />

muv <strong>de</strong>leitoso y alieno, estuvo segura y queda<br />

, sin recibir <strong>de</strong>trimento alguno <strong>de</strong>l fuego, y dijo<br />

al juez: Yo lio rogado a mi Señor Jesucristo , que<br />

este fuego no me dañe, v que dilate mi martirio,<br />

para que los fieles sean firmes en su le y no teman<br />

tus tormentos ; y los infieles se confundan,<br />

viendo lo ¡meo que pue<strong>de</strong>n contra los siervos <strong>de</strong>l<br />

Altísimo. Mandóle el juez atravesar una espada<br />

por c! cuello : v eslaudo la bienaventurada \ irgen<br />

herida <strong>de</strong> muerte , oró todo el Menino (¡no<br />

(¡uiso , y habló cuanto quiso á los cristianos (¡un<br />

estaban presentes, diciéndoles que se consolasen;<br />

porque presto la Iglesia tendría paz, y los emperadores<br />

que le hacían guerra <strong>de</strong>jarían el mando y<br />

señorío : y que asi como la ciudad <strong>de</strong> Caíanla tenia<br />

i sania Águeda, su hermana, por ¡latroua; así<br />

ella lo sena <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Zaragoza, si se convirtiese<br />

á la le <strong>de</strong> Cristo. Y para que se vea el<br />

castigo que Dios, como justo juez, da á los malos<br />

y perversos jueces; estando sania Linda cercada<br />

<strong>de</strong> luego y herida . y <strong>de</strong>rramando su preciosa sangre,<br />

v con admirable suavidad y divina constancia<br />

animando y consolando á los cristianos; en aquel

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