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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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pEDRO hENRíqUEz UREñA | ANtOLOgíA<br />

prosa. Otros dicen: doy el nombre <strong>de</strong> poesía sólo a las obras escritas en franco verso. y el<br />

problema se reduce a la acepción <strong>de</strong>l vocablo poesía. No hay modo <strong>de</strong> forzar a los unos ni<br />

a los otros para que cambien sus usos.<br />

El problema <strong>de</strong> <strong>de</strong>finir la poesía –significación espiritual– queda intacto <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>finir el verso, fenómeno <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los sonidos. Si al verso alcanzamos a encerrarlo<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l círculo <strong>de</strong> la noción mínima, es porque existe como entidad sonora en todas las<br />

lenguas, y, <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> sus variaciones, persiste como unidad rítmica que se <strong>de</strong>sarrolla en<br />

series. pero queda el otro problema adyacente, el <strong>de</strong> los límites entre la prosa y el verso. y<br />

este problema, que muchos preten<strong>de</strong>n resolver con el tajo brusco entre las dos formas, sólo<br />

admite una solución: la separación entre el verso y la prosa no es absoluta; <strong>de</strong>l verso a la<br />

prosa hay grados, escalones, etapas <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ntes.<br />

Se dice, con la solemnidad <strong>de</strong>l maestro <strong>de</strong> M. Jourdain, que hablamos en prosa. Distingo.<br />

hay dos acepciones <strong>de</strong> prosa, una negativa y otra positiva. Si –según el arbitrio popular–<br />

<strong>de</strong>cidimos aplicar el nombre <strong>de</strong> prosa a cualquier uso <strong>de</strong>l lenguaje que no sea verso, podrá<br />

tolerársele su explicación al retórico <strong>de</strong> la comedia. pero si el nombre se aplica a una forma<br />

<strong>de</strong> expresión literaria, obra <strong>de</strong> esfuerzo consciente y claro propósito, no hablamos en prosa.<br />

hablamos, y nada más.<br />

La historia no <strong>de</strong>ja dudas: la prosa no nace como mera proyección <strong>de</strong>l lenguaje hablado;<br />

se crea como <strong>de</strong>rivación y a ejemplo <strong>de</strong>l verso. Nuestro período, en los discursos, es una<br />

imitación <strong>de</strong> la estrofa. El orador clásico se sentía cercano al poeta, al punto <strong>de</strong> hacer acompañar<br />

su <strong>de</strong>clamación con música <strong>de</strong> flautas. Y las huellas <strong>de</strong> aquellos orígenes po<strong>de</strong>mos<br />

rastrearlas: todavía existen oradores cuya entonación es como <strong>de</strong> himno exaltado, especie<br />

<strong>de</strong> canto solemne para el público, sin semejanza con la conversación familiar. La prosa <strong>de</strong>l<br />

Antiguo Testamento está todavía cortada en trechos que calcan el versículo <strong>de</strong> los poetas. y,<br />

como en la literatura babilónica, hay pasajes <strong>de</strong> corte dudoso. La Gadya, en sánscrito, es prosa<br />

que “guarda el aroma <strong>de</strong>l metro”. y con las Prosas profanas <strong>de</strong> Rubén Darío se ha divulgado<br />

entre nosotros la curiosa –pero significativa– circunstancia: nuestra palabra románica para<br />

<strong>de</strong>signar la forma <strong>de</strong> expresión opuesta al verso representó, en su origen, una especie <strong>de</strong><br />

versificación suelta, sin medida pero con rima. Esas prosas litúrgicas ejercieron influjo que<br />

no conocemos bien. En los comienzos <strong>de</strong> la prosa castellana, en la Crónica general compilada<br />

bajo la inspiración <strong>de</strong> Alfonso el Sabio, tropezamos con barrocas confusiones y vaivenes:<br />

los autores prosifican, para convertirlos en historia, los poemas épicos, y en la prosificación<br />

<strong>de</strong>jan rastros <strong>de</strong> verso; pero en ocasiones trabajan al revés: versifican a medias la prosa que<br />

les sirve <strong>de</strong> fuente.<br />

Con oriental precisión, los persas distinguen cuatro modos <strong>de</strong> componer: verso, con<br />

medida y rima; lenguaje rimado pero no medido; prosa poética, medida y no rimada; prosa<br />

pura, sin metro ni rima. para los árabes hay formas intermedias entre verso y prosa: el saj’,<br />

el arrullo <strong>de</strong> la paloma, su versificación irregular, rimada, es para ellos la fuente <strong>de</strong> los dos<br />

ríos, y el Corán está situado en el punto en que se inicia la divergencia <strong>de</strong> corrientes. Los<br />

chinos poseen el wun chang, prosa media pero no separada en renglones, con frecuentes<br />

efectos paralelísticos.<br />

En Occi<strong>de</strong>nte, la prosa se nos revela en su <strong>de</strong>senvolvimiento gradual a través <strong>de</strong><br />

la historia, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el dibujo incipiente en que apenas se separa <strong>de</strong>l verso hasta las más<br />

complejas arquitecturas. Una <strong>de</strong> sus formas avanzadas es la exposición sistemática <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as<br />

abstractas. pero su última conquista es la copia exacta <strong>de</strong> la conversación real: justamente<br />

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