Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA
Federico henríquez y Carvajal, además de su vasta labor en prosa y de sus romances y
cantos patrióticos, cuenta con extensa y variada producción lírica en sus libros Juvenilia, Rosas
de la tarde, Mi álbum de sonetos, Del amor y del dolor que contienen versos de amor, de patria, de
ensueño y de hogar. A ellos cabe agregar algunos poemas breves: Azul y rosa, síntesis sutil de
un proceso psicológico infantil; Plus quam civilia bella… ¿Quién vive?, cuadros de la época de
las convulsiones civiles; y Magdalena, todo un drama en unas cuantas estrofas. 206
Juan Isidro Ortea murió cuando apenas contaba treinta y dos años. tenía delicado temperamento
poético, que acertó a revelar en composiciones como Sueños, llenas de melodía
y dulzura; pero escaso tiempo tuvo para desarrollar sus aptitudes literarias, porque desde
muy joven figuró como activo luchador en el campo de la política, hasta encontrar la muerte
como reo del delito de atentar contra la paz pública durante el gobierno de Meriño. Los
versos que de él nos quedan no son más que la expresión de una brillante promesa.
Apolinar tejera (1855–1922), aunque cultivó la poesía, se distinguió más por sus trabajos
de investigación histórica. publicó un canto de algún aliento con motivo del cuarto centenario
del descubrimiento de América, Mi homenaje a Colón; pero acaso su mejor composición
poética sea la paráfrasis que hizo de una breve composición de Víctor hugo: Éxtasis. 207
Análogo es el caso de Francisco gregorio billini, que si bien ocupa puesto distinguido como
prosista y tuvo sobresaliente actuación en la vida pública, apenas si dejó en verso algunas
composiciones de mediana inspiración.
A la generación precedente pertenece Manuel de Jesús heredia y Solá (1830-1894?), autor
de poesías ligeras y canciones como Lamentos, a la que puso música en 1859 el maestro A.
Bonelli. Pero Manuel de Jesús Heredia no pasaba de versificador estimable, si bien a menudo
se le ha mencionado entre los poetas de su tiempo. Igual ocurre con algunos autores
de la generación de José Joaquín pérez, que aunque incluidos en más de una antología,
difícilmente podrían ser considerados como verdaderos poetas: Manuel de Jesús Rodríguez
Montaño (1847-1915), de quien apenas sí merece recordarse una ingeniosa composición de
hogar: Casus belli…; Miguel Román y Rodríguez (n. 1845), romántico autor del deplorable
soneto Un libertino y otras composiciones de muy pobre mérito; Miguel Alfredo Lavastida y
heredia (1850-1923?), que emigró a Cuba, donde fue durante largos años profesor de segunda
enseñanza, y que, a pesar de su vasta cultura, sólo escribió composiciones ligeras, propias
para abanico; y Francisco Javier Machado (n. 1852), que después de desplegar actividades
periodísticas y políticas en su tierra natal, emigró a Venezuela, donde echó raíces, fue allí
legislador, y nunca abandonó el hábito de hacer versos, aunque con escasa originalidad e
inspiración. 208 y una generación más adelante encontramos el nombre de Altagracia Luisa
206 Magdalena obtuvo premio en un certamen, 1904, con el pseudónimo de Manuel de Jesús heredia. Como otro
dominicano de igual nombre, emigrado a Cuba, y muerto bastante tiempo antes, tuvo aficiones poéticas, ha subsistido
cierta confusión al respecto, y la citada composición ha sido publicada más de una vez con la firma “Manuel de Jesús
heredia”. En esa forma aparece en el Parnaso Dominicano, de Osvaldo bazil, (barcelona, 1915).
207 Obras de Apolinar tejera y penson: Mi homenaje a Colon, 1892; Literatura dominicana, comentarios críticohistóricos,
1922. Sus interesantes Rectificaciones históricas se publicaron en La Cuna de América y en Blanco y Negro, de
1907 a 1910. En colaboración con Francisco henríquez y Carvajal: La República Dominicana en la Conferencia Internacional
de la Haya, (memoria de la delegación dominicana), 1908.
208 prueba de la escasa originalidad de Francisco Javier Machado es el calco que hizo por los años de 1880 a 1884
de la poesía Ruinas, publicada por Salomé Ureña de henríquez en 1876. La composición en que Machado llevó a cabo
ese calco, trasmutando apenas algunas palabras, se intitula A Barinas (nombre de la población venezolana a la cual está
dedicada) y puede leerse en la Revista científica, literaria y de conocimientos útiles, que veía la luz en 1883 y 1884. Otra
composición de Salomé Ureña, Sombras, 1881), fue copiada y publicada como propia por un autor hispanoamericano
poco conocido, Uladislao gómez, en 1885. El Teléfono dio cuenta del hecho en su número del 24 de agosto de 1886.
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