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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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MANUEL VALLDEpERES | EL ARtE DE NUEStRO tIEMpO<br />

Des<strong>de</strong> los últimos años <strong>de</strong> la segunda década <strong>de</strong>l siglo actual siente el hombre –valga el<br />

concepto <strong>de</strong> hausenstein– que el naturalismo le hastía. Las cosas no nos proporcionan, en<br />

su objetividad natural, la misma satisfacción que en la época <strong>de</strong> Darwin. poco a poco nos<br />

vamos dando cuenta <strong>de</strong> que el darwinismo es cosa <strong>de</strong>l pasado y que avanzamos, aunque<br />

lentamente, hacia un nuevo sentimiento cósmico, al que no vacilamos en atribuir cierto carácter<br />

religioso. pero estamos aún por el camino ascen<strong>de</strong>nte, en plena búsqueda <strong>de</strong> nuestro<br />

sentimiento i<strong>de</strong>al. E ignoramos, por consiguiente, la forma que asumirá la religiosidad <strong>de</strong>l<br />

futuro. Lo que sí sabemos, porque nuestro choque diario con la realidad circundante nos<br />

lo enseña, es que la expresión artística <strong>de</strong> la nueva religión –metamorfosis social al fin– no<br />

se circunscribirá a la representación naturalista <strong>de</strong> hechos naturales, sino que revelará el<br />

misticismo inherente a las cosas y, como consecuencia <strong>de</strong> ello, un nuevo más allá: una nueva<br />

meta por conquistar.<br />

Alguien se preguntará, sin duda, en qué se basa tal seguridad. No es difícil concretar,<br />

puesto que la evolución se opera ya en la vida material. Socialmente nos apartamos, poco<br />

a poco, <strong>de</strong>l naturalismo. Nuestra economía y nuestra vida social han abandonado los procedimientos<br />

empíricos para asumir la forma <strong>de</strong> la organización. Ambas son regidas por el<br />

espíritu y por el or<strong>de</strong>n reglamentado y esto significa el advenimiento <strong>de</strong> una era en la que<br />

sobre la base <strong>de</strong> una nueva vida económicosocial racional se gesta un impulso tremendo<br />

<strong>de</strong>l anhelo espiritual, una nueva religiosidad y un arte religioso en embrión. pero cuando<br />

nos referimos a la religiosidad <strong>de</strong>l futuro tenemos en cuenta que las religiones, en su origen,<br />

nunca son cosa <strong>de</strong> culturas primitivas, como creen algunos, sino <strong>de</strong> condiciones evolucionadas<br />

y maduras, cualquiera que sea la situación histórica en que se produzcan. De ahí que no<br />

juzguemos aventurado asegurar que la humanidad avanza hacia un nuevo romanticismo.<br />

La época naturalista <strong>de</strong> zola, máxima representación <strong>de</strong>l positivismo, es ya un fantasma<br />

para nosotros, hombres <strong>de</strong>l siglo xx. “Mi fe –<strong>de</strong>cía el escritor francés que con<strong>de</strong>nsó en<br />

sí un mundo– se circunscribe a la vida”. pero zola olvidaba <strong>de</strong> la naturaleza todo lo vivo.<br />

para él la naturaleza era la simple reunión <strong>de</strong> tres factores: las ciencias naturales, la economía<br />

y la <strong>de</strong>mocracia. Era el suyo, pues, un concepto científico. Científico y sincero. Creía<br />

ingenuamente que su propia trayectoria sería la <strong>de</strong> la humanidad entera. y si se equivocó<br />

fue por haber prescindido <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong>l hombre en su limitada concepción <strong>de</strong>l mundo.<br />

hegel, en cambio, creyó que había con<strong>de</strong>nsado en su totalidad la historia <strong>de</strong>l espíritu y que<br />

su doctrina materialista era irreductible. basándose en la doctrina <strong>de</strong> hegel –mejor en su<br />

dialéctica– consagró zola el esteticismo naturalista, inmediatamente seguido por los pintores.<br />

Sin embargo, el hombre no se sintió libre en el campo positivista y comprendió en seguida<br />

que la interpretación naturalista <strong>de</strong>l siglo pasado no tenía sentido si no podía proporcionar<br />

las bases para una renovada elevación <strong>de</strong> la existencia espiritual. hoy el naturalismo sólo<br />

tiene valor para nuestra vida activa –y para la vida <strong>de</strong>l arte–, en cuanto cabe <strong>de</strong>sarrollar <strong>de</strong><br />

él una nueva metafísica.<br />

El cambio que se ha operado en la concepción artística obe<strong>de</strong>ce al <strong>de</strong>rrumbe <strong>de</strong>l concepto<br />

Naturaleza. para la generación <strong>de</strong> zola la Naturaleza era el mundo <strong>de</strong> la sociología<br />

y las ciencias naturales; para nuestra generación tal concepto se ha <strong>de</strong>splazado al plano<br />

espiritual y, progresivamente, va avanzando hacia el plano <strong>de</strong> lo sobrenatural. El arte ya no<br />

se atiene a la experiencia inmediata <strong>de</strong> las cosas y a los problemas cotidianos <strong>de</strong>l hombre,<br />

sino a las manifestaciones últimas <strong>de</strong> la vida: los i<strong>de</strong>ales. Las cosas evolucionan, cambian, y<br />

<strong>de</strong> tal evolución surge la nueva religiosidad artística, anticipada por Clau<strong>de</strong>l en su poesía.<br />

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