Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA
circunscribirse forzosamente a la sensibilidad del período cultural universal que vivimos,
relacionándolo en el tiempo y en el espacio. tiempo y espacio son los dos extremos que
definen los límites de la poesía y de las artes plásticas, en sus relaciones con la percepción
sensible. La evolución de las formas, en el arte, no es más que una oscilación entre estos
dos polos. Al través de la exégesis de la obra poética de Eliot –el más grande poeta de
nuestro tiempo– y de Claudel –el de más positivos perfiles renovadores y definidor, en
esencia, de la nueva religiosidad–, veremos que la poesía moderna avanza hacia la forma
espacial y que, por tal motivo, deja de ser narrativa para adoptar actitudes esencialmente
espirituales.
para Eliot, la calidad distintiva de la sensibilidad poética es su capacidad para formar
nuevos conjuntos; para fusionar, en una unidad orgánica, experiencias dispares. para ello se
vale de la imagen, teniendo a ésta no por una reproducción pictórica, sino por la unificación
de ideas y emociones varias en un complejo presentado espacialmente en un instante. La
representación de tales complejos es lo que da al poeta la sensación de haberse liberado de
las limitaciones del tiempo y del espacio. por este procedimiento la imagen poética adquiere
atributos estéticos, ya que es de origen psicológico. Al lector corresponde, pues, aprehender
la emoción poética espacialmente, en un momento del tiempo.
ya hemos visto por qué la poesía moderna, en su esencia, carece de valor narrativo. Sin
embargo, este concepto creador de Eliot presenta una serie de problemas, el primero de los
cuales es la imposibilidad de que la mayoría de los lectores pueda dar valor de unidad a
la sucesión de imágenes de un poema. por eso Eliot se contradice en su obra y nos es fácil
descubrir en sus poemas la armazón de una estructura narrativa implícita. En Claudel las
imágenes aparecen aisladas, presentando diferentes aspectos, hasta cierto punto afines,
del dilema emocional. El resultado, en ambos, es el mismo, por la sencilla razón de que los
fragmentos están organizados en grupos circunstanciales específicos, que el lector puede
organizar a su vez refiriéndolos a la situación implícita.
El método seguido por los grandes poetas modernos es anecdótico. La transformación
de la estructura estética es, en la poesía, muy similar a la de la pintura: un propósito central
envuelto en elementos secundarios agrupados o yuxtapuestos. La forma espacial implica,
pues, un orden, una organización cuidadosa de las relaciones; pero sin propósito narrativo
determinado. El poema moderno en su forma espacial, como la pintura basada en la simple
abstracción, es una anécdota iniciada en lo que podríamos considerar parte expositiva,
continuada y ampliada en otras zonas del poema o cuadro y acabada –cuando la idea es
concluyente– en el fragmento final.
La continua alusión del tema, en la poesía basada en la simple abstracción, crea la lógica
espacial y escapa al tiempo. El lector percibe las agrupaciones simultáneamente, sin ninguna
relación temporal. En tal caso el lenguaje es reflexivo. Su relación significativa se obtiene
por la percepción simultánea de los diversos grupos de palabras que sin tener relación entre
ellos en el tiempo, son aprehendidos por el lector como una unidad en la estructura de
las referencias internas. Llevando el concepto hasta la concepción ideal de proust, tenemos
que aceptar la poesía moderna, al igual que la pintura y la escultura de nuestro tiempo, a
manera de un fragmento de tiempo en estado puro. para una persona que experimente este
momento –dice proust–, la palabra muerte no tiene sentido. Situada fuera del alcance del
tiempo, ¿cómo podría temer el futuro? tal es la honda espiritualidad y la extraordinaria
vivencia del mundo poético –artístico– de hoy.
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