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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA<br />

y entonces tuvieron envidia las mujeres; y las excelentes banilejas se dijeron: ¿por qué<br />

no habíamos <strong>de</strong> trabajar nosotras? y fueron a la próxima cantera y al lecho <strong>de</strong>l río <strong>de</strong>secado,<br />

y al vecino cerro, y llevaron sus cargas, sus óbolos, su contribución <strong>de</strong> piedras.<br />

y entonces tuvieron envidia los niños y consiguieron que los maestros los <strong>de</strong>spidieran<br />

diariamente una hora antes <strong>de</strong> la reglamentaria, y se iban en tropel, imitando a sus hermanas<br />

y a sus madres, a llevar al templo su triunfo <strong>de</strong> piedras y arena.<br />

y al verlos, babeaban envidiosos sus abuelos, y se les fueron <strong>de</strong>trás porque se estimularon<br />

al trabajo y se estimularon a sí mismos, y cargaron piedras, arenas y cascajo.<br />

Al ver empeñados a los venerables, artesanos y hombres <strong>de</strong> trabajo se presentaron a<br />

pedir su puesto; y para que cada cual tuviera el suyo y no se interrumpieran los unos a los<br />

otros y la confusión no interrumpiera el proseguimiento <strong>de</strong> la obra, hubo que establecer vez<br />

y hora, y los niños iban a su hora, y las damas a su vez, y todos en el momento prefijado.<br />

por eso, cuando el viajero llegaba a la población más hospitalaria <strong>de</strong>l Sud <strong>de</strong> la República,<br />

y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> sestear, se asomaba a la plaza y oía leves toques <strong>de</strong> campana y veía cómo con<br />

cada toque coincidía una renovación <strong>de</strong> actividad en los contornos, no tenía necesidad que<br />

le explicaran que aquella actividad correspondía a aquellas campanadas.<br />

A la mayor parte <strong>de</strong> los viajeros encantaba, sobre todo, aquella hora <strong>de</strong> tibio ambiente,<br />

<strong>de</strong> vaga luz, <strong>de</strong> tenues resplandores que las damas <strong>de</strong> baní habían escogido para llevar su<br />

corvea voluntaria al templo. y era, en efecto, un hermoso espectáculo para aquellas hermosas<br />

tar<strong>de</strong>s <strong>de</strong> baní, la continua procesión <strong>de</strong> dulces y risueñas banilejas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cerro al templo<br />

y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el templo al cerro.<br />

Mas para el oscuro pensador <strong>de</strong>l porvenir, la hora y el espectáculo más conmovedores<br />

eran aquellas sofocantes horas <strong>de</strong> la siesta y aquel tumulto <strong>de</strong> escolares que a esa hora se<br />

encaminaba a la plaza a poner su piedra en la nueva edificación.<br />

¡Mil veces ah!… Si a todas horas y en todas partes y en toda obra <strong>de</strong> reedificación o <strong>de</strong><br />

construcción enseñaran a poner su pedrezuela a las generaciones nuevas, ellas sabrían qué<br />

materiales, ellas sabrían qué arte habrían <strong>de</strong> poner en la obra que el tiempo y el <strong>de</strong>stino les<br />

encomiendan, y toda obra se levantaría, como se ha levantado el templo <strong>de</strong> baní, sin lágrimas,<br />

sin duelos, sin sacrificios, sin frau<strong>de</strong>s, sin mentiras; como obra <strong>de</strong> bien, como obra <strong>de</strong><br />

buena voluntad, como obra <strong>de</strong> buena fe, como obra <strong>de</strong> todos para todos, <strong>de</strong> los municipales<br />

para el municipio, <strong>de</strong> los individuos para la sociedad, <strong>de</strong> la sociedad entera para todos y<br />

cada uno <strong>de</strong> sus componentes.<br />

1883.<br />

La provincia <strong>de</strong> Santiago <strong>de</strong> los Caballeros<br />

como ejemplo <strong>de</strong> adhesión<br />

La provincia más provincia <strong>de</strong> todas las provincias <strong>de</strong> la República Dominicana, la <strong>de</strong><br />

Santiago <strong>de</strong> los Caballeros. Ella es la que salvó <strong>de</strong> la invasión haitiana a todo el norte <strong>de</strong> la<br />

República: ella es la que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mucho antes, sostenía, con el espíritu viril que faltaba a las<br />

<strong>de</strong>más, la lucha por la vida en que estaban empeñados los colonos españoles <strong>de</strong> oriente y<br />

los colonos franceses <strong>de</strong> occi<strong>de</strong>nte.<br />

En los tiempos ominosos <strong>de</strong> la reenca<strong>de</strong>nación a España, Santiago <strong>de</strong> los Caballeros<br />

fue la que más propugnó, con más brío y con más resolución y con más abnegación. Ella<br />

fue, entonces, la que prefirió ver <strong>de</strong>spojadas sus viviendas, yermos sus campos, incendiada<br />

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