Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA
El historiador Pezuela informa que Muñoz del Monte, no se limitó a influir para que
la Constitución española fuese puesta en vigor, sino que además quiso inducir al general
Lorenzo a proclamar la independencia de Cuba. 130
Muñoz del Monte fue electo para formar parte de la diputación provincial que, de acuerdo
con la Constitución, quedó instalada en Santiago de Cuba el 29 de octubre de 1836. La diputación
se componía de seis miembros, de los cuales cinco tomaron posesión de su cargo ese día, entre
ellos Muñoz del Monte; pero la flamante corporación tuvo existencia efímera. 131 Desaprobada
por la capitanía general la conducta del general Lorenzo, contra el cual envió el general tacón
una expedición militar, pues se habían dictado en agosto dos reales órdenes para que no se
aplicase la Constitución en Cuba, Lorenzo hubo de resignar el mando a fines de diciembre y
embarcó para el extranjero. por su parte, Muñoz del Monte decidió trasladarse a España.
Allí, unido a José Antonio Saco, emprendió una campaña periodística en La Época, en
demanda de libertades políticas para Cuba. Esa campaña culminó en su encarcelamiento
por breve tiempo y en la persecución enderezada contra Saco, que hubo de buscar refugio
en portugal.
Los artículos periodísticos que entonces publicó Muñoz del Monte son acaso los más
brillantes y acerados que salieron de su pluma, pero esos trabajos, así como los que escribió
en su mocedad en el periódico que fundó y dirigió en Santiago de Cuba, La Minerva, de 1820
a 1823, y los que publicó en Madrid, durante la última etapa de su vida, en la Revista Española
de Ambos Mundos y en La América, sobre temas jurídicos, literarios y políticos, –entre ellos
su interesante ensayo sobre El orgullo literario– no han sido recogidos en volumen, como lo
fueron sus versos en edición póstuma que lleva como apéndice dos trabajos en prosa, uno
sobre La literatura contemporánea y otro sobre La elocuencia en el foro, leídos por su autor en
el Liceo de La habana durante su última permanencia en Cuba, donde ejerció su profesión
de abogado de 1840 a 1848. Vigilado siempre como sospechoso, conocidas como eran ya sus
ideas en favor de la independencia de Cuba, se trasladó a España, donde permaneció el resto
de su vida. Falleció, víctima de una epidemia de cólera, en la primavera de 1865. 132
Esteban pichardo y tapia (1799-1879), nacido en Santiago de los Caballeros y llevado de
tierna edad a Cuba, fue un talento tan versátil como brillante, que por haberse diluido en
aficiones muy diversas fue en todo un diletante: estudió la música y la pintura, hizo versos
mediocres, compuso un arte poética, ejerció la abogacía, compiló una colección de Autos
acordados de la Audiencia de Puerto Príncipe, se interesó por la historia y publicó unas Notas
cronológicas sobre la isla de Cuba; hizo también el Itinerario general de los caminos principales de
la isla, escribió sobre historia natural y dio a la estampa una novela, El fatalista. Consagrado
con más detenimiento a los estudios geográficos, publicó una Geografía de la Isla de Cuba,
y, como fruto de muchos años de labor y de excursiones penosas, compuso una Gran carta
geotopográfica de Cuba, acompañada de una Memoria justificativa; pero la obra más interesante
que realizó, no importa las deficiencias técnicas de que adolece, fue su Diccionario provincial
130 Historia de la Isla de Cuba, por Jacobo de la pezuela, t. IV. Madrid, 1868.
131 Muñoz del Monte no fue electo como diputado a las Cortes de España, según se ha dicho en alguna de sus biografías
y repite Menéndez y pelayo. Los cuatro diputados a Cortes que fueron electos en Cuba y que el parlamento español se negó
en 1837 a recibir en su seno, fueron José Antonio Saco, Juan Montalvo, Nicolás M. Escobedo y Francisco de Armas.
132 La bibliografía de Muñoz del Monte comprende: La mulata, folleto sin nombre de autor (La habana, 1845),
reproducido en el t. II de la Evolución de la cultura cubana, por José Manuel Carbonel (La habana, 1928); Dios es lo bello
absoluto, primero y único tomo publicado de la Biblioteca del Liceo. (La habana, 1858); y poesías, (Madrid, 1880), con
diez y nueve composiciones compiladas por un hijo del autor, y dos trabajos en prosa.
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