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MAx hENRíqUEz UREñA | pANORAMA hIStóRICO DE LA LItERAtURA DOMINICANA - tOMO II
sustentáculo de su gobierno. En la portada de su libro inscribió billini un pensamiento de
Rousseau: “Acaso sean las novelas, la postrera instrucción que haya de darse a un pueblo
ya corrompido, al cual no pueda aprovecharle otra”.
En ningún momento aspiró billini, sin embargo, a hacer una novela de tesis ni de problemas
sociales; describió con animación y exactitud la vida social y política de la República Dominicana
de pocos años atrás, y ya era bastante. Si alguna enseñanza se derivaba de ello, el autor prefería
que se desprendiera de los hechos mismos y del acierto con que supiera narrarlos. todo un período
de la vida nacional está ahí: en sus luces y sombras, en el rudo sacudimiento de las luchas
civiles en contraste con las costumbres patriarcales de la sociedad dominicana y con el encanto
de la naturaleza tropical encontró billini rica cantera de elementos propicios para dar a su obra
emoción y arte. No fue un creador de caracteres, pero sí de tipos que encarnan una época: ahí
están para demostrarlo los perfiles sombríos que traza con sólo pintar el espanto que causan,
de baúl y Sólito, sanguinarios esbirros del mal y de la pasión política sin freno. Otras muchas
figuras tienen vida propia en la novela de Billini, empezando por don Postumio, tipo digno de
Flaubert, y por las dos protagonistas de la novela, en quienes los contemporáneos reconocieron
sin dificultad a la dulce Engracia y a la vivaz Antoñita de la realidad, pues aunque no se trata
de una novela de clave, la trama principal se basa en sucesos verdaderos.
billini fue un admirable pintor de costumbres: cualquiera de sus páginas evocadoras del
baní de antaño se hombrea con los mejores cuadros de costumbres con que cuenta la literatura
dominicana, cuando no los supera: dígalo, si no, esa amena e insuperable página de antología,
inspirada por el entretenimiento popular que llevó por nombre El Peroleño. Aunque tiene
también evocaciones poéticas del valle de baní, valen menos esas descripciones de lugares
y paisajes, a veces recargadas de lirismo, que los cuadros de costumbres que pinta.
El estilo de billini se resiente de exceso de sentimentalismo romántico, y en ese aspecto,
pasado ya medio siglo, podría decirse que su novela ha envejecido; pero hay algo perdurable
en ese libro, y es que billini describe con vivas pinceladas, un mundo real. billini creó
la novela de costumbres nacionales, dicho sea en sentido amplio, pues Engracia y Antoñita
abarca lo mismo el ambiente familiar y social que el ambiente político, y al reconstruir así
una época, billini nos ha dado todo un jirón de la historia nacional.
Labor semejante a la de billini realizó otro dominicano por lo que toca a la vida y las
costumbres cubanas: Nicolás heredia (1852-1901), que residió desde muy joven en Cuba, se
identificó con las inquietudes y los anhelos del pueblo cubano y fue ardiente defensor de su
independencia. Sus dos novelas de costumbres, Un hombre de negocios (1882) y Leonela (1893),
donosamente escritas, retratan con fidelidad el ambiente cubano de la época y asignan puesto
prominente a su autor, que además fue crítico y ensayista de vasta cultura y fina sensibilidad,
en la historia de las letras cubanas; pero igualmente debe figurar en la literatura dominicana
con no menores títulos que Muñoz del Monte y otros escritores y poetas que emigraron de
Santo Domingo a temprana edad. por la rama paterna el autor de Leonela pertenecía a la
ilustre familia dominicana de los heredia, por la materna era nieto del cuarto presidente
constitucional que tuvo la República Dominicana, general Manuel de Regla Mota.
Caso similar al de Nicolás heredia fue el de Jesusa Alfau y galván (1897-1943), hija de
padre y madre dominicanos y nieta del autor de Enriquillo. Se había formado en España,
donde nació. Su novela Los débiles, que publicó en Madrid (1912) cuando apenas contaba
quince años, tiene por escenario la tierra de Castilla, que describió con firmes rasgos, lo que
no era de extrañar en quien, como ella, fue a la vez excelente pintora. pero Jesusa Alfau, a
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