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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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EUgENIO MARíA DE hOStOS | pÁgINAS DOMINICANAS<br />

cantidad <strong>de</strong> bien, la mayor cantidad <strong>de</strong> verdad, la mayor cantidad <strong>de</strong> armonía, la mayor<br />

cantidad <strong>de</strong> justicia.<br />

La suma <strong>de</strong> los que apren<strong>de</strong>n <strong>de</strong>s<strong>de</strong> temprano a conocer los fines <strong>de</strong> la vida concluye por ser<br />

la sociedad, por ser la patria, y así es como, empezando el combate en las tinieblas, lo concluye<br />

la maestra en la luz; empezándolo en la <strong>de</strong>sorganización, lo acaba en la reorganización; empezándolo<br />

en don<strong>de</strong> todavía no es patria, lo acaba en la patria redimida <strong>de</strong> sus propios males.<br />

Mirad si hay motivos <strong>de</strong> aliento en la obra que emprendéis. Es para vosotras, en los<br />

horizontes <strong>de</strong>l espíritu, como fue para mí en los horizontes <strong>de</strong> la vista. Viajando por el<br />

proceloso Pacífico <strong>de</strong>l Sur, hubo un momento <strong>de</strong> mortal congoja. Ni a<strong>de</strong>lante ni atrás.<br />

Delante, las furibundas olas que el pampero <strong>de</strong>senfrenado precipitaba sobre el barco;<br />

<strong>de</strong>trás, el impasible ventisquero <strong>de</strong> la península <strong>de</strong> penas; <strong>de</strong>lante, era abismarse; <strong>de</strong>trás,<br />

era aterirse. El horror, que miraba por los ojos, veía a un lado una costa inabordable, a<br />

otro lado una sirte, arriba un caos, abajo un torbellino, en parte alguna la esperanza, en<br />

todas partes la muerte imperativa. El barco no cejó ni cedió perseverando, un formidable<br />

empujón <strong>de</strong> mar <strong>de</strong> proa lo hizo virar casi <strong>de</strong> bordo, y lo puso entre el Cabo penas y la<br />

punta septentrional <strong>de</strong> la Isla Wellington. Aquel golpe <strong>de</strong> muerte había sido un golpe<br />

<strong>de</strong> fortuna: frente por frente estaba la entrada <strong>de</strong> los canales patagónicos, y cuando otro<br />

oleaje furioso nos arrojó por encima <strong>de</strong> las olas, nos encontrábamos en el curso apacible<br />

<strong>de</strong> aquellas aguas bienhechoras que jamás inquieta la tormenta, que siempre regocijan las<br />

secretas armonías <strong>de</strong> las selvas, y que por don<strong>de</strong> quiera ofrecen en sus islillas en formación<br />

la imagen palpable <strong>de</strong> todos los esfuerzos perseverantes. Con hojas podridas se hace una<br />

isla. ¿quién la hace? La fuerza perseverando. Con verda<strong>de</strong>s se hace un pueblo. ¿quién lo<br />

hace? La verdad apostolando.<br />

Ni mares, ni sirtes, ni ventisqueros, ni caos, ni torbellinos os arredren: más allá <strong>de</strong> la<br />

tempestad está la calma: ¡con hojas se hacen tierras, con verda<strong>de</strong>s se hacen mundos!<br />

LETRAS DOMINICANAS<br />

La historia <strong>de</strong> Quisqueya (José Gabriel García)<br />

La historia no es drama, y es mejor que drama. por más que para la pluralidad <strong>de</strong> los<br />

historiadores antiguos, mo<strong>de</strong>rnos, contemporáneos y coetáneos, no se haya tratado <strong>de</strong> otra<br />

cosa que <strong>de</strong> narrar la actividad militar <strong>de</strong> pueblos y naciones, la historia tiene un objetivo,<br />

un fin más alto que la relación cronológica <strong>de</strong> triunfos y conquistas, catástrofes y extorsiones.<br />

tiene por objetivo el señalamiento <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo orgánico, moral e intelectual a que ha<br />

llegado un pueblo cualquiera, o todos los pueblos <strong>de</strong> la tierra. En este último caso, historia<br />

universal; en el otro, particular. particular o general, toda narración <strong>de</strong> hechos históricos<br />

se refiere necesariamente a la vida sentida, pensada y realizada, <strong>de</strong> una fracción <strong>de</strong> especie<br />

humana o <strong>de</strong> ella toda. por lo tanto, no hay verda<strong>de</strong>ra historia cuando se narra exclusivamente<br />

lo hecho por hombres para triunfar <strong>de</strong> otros hombres, y sólo hay verda<strong>de</strong>ra historia<br />

cuando se relatan todos los esfuerzos <strong>de</strong> un pueblo o nación o raza para asegurar su vida,<br />

<strong>de</strong>sarrollar su entendimiento y complacer su sensibilidad, bien sean esfuerzo <strong>de</strong> brazo, <strong>de</strong><br />

corazón o <strong>de</strong> cabeza, o lo que tanto vale, <strong>de</strong> trabajo muscular, moral o mental.<br />

Mas, aunque <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Aristóteles, y hasta pue<strong>de</strong> afirmarse, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el mismo Heródoto, la<br />

simple razón común bastó para hacer compren<strong>de</strong>r que la historia no podía reducirse a la<br />

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