Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA
de humanidad última, inalienable. La influencia determinativa de la nueva religiosidad
apuntada depende de una cuestión fundamental que ahora sólo nos es permitido plantear
en forma interrogativa: ¿participa el espíritu colectivo de nuestro tiempo de las tendencias
estéticas del arte moderno en el mismo grado en que el espíritu individualista del siglo
pasado parece haber participado de las tendencias analíticas del arte de aquel entonces? Si
es así, se salvará el espíritu del hombre y se salvará el arte.
En el curso del proceso evolutivo las artes se complementan. El impresionismo tuvo la
virtud de fundir la música con la pintura y el impulso poético de los simbolistas determinó
el surrealismo, en su intento de representar lo sobrenatural, lo concreto fantástico. El arte es
extraído de una arcilla ideal y se convierte en el elemento de búsqueda de una fórmula perfecta,
más allá de las formas cerradas, que posee el máximo de certeza. Reproducir esta certeza
es la finalidad inmediata del arte de nuestro tiempo, en su ineludible esencia social.
La función del artista de hoy –poeta, músico, pintor– es exaltar la vida, es cierto; pero
sin olvidar la dualidad que encarna: hombre y creador. Es decir, idealista en su destino de
artista, y creador de impulsos sociales, o mejor aun de conciencia social, en su destino de
hombre. pero lo uno rigurosamente desligado de lo otro. La vida, que es constante evolución
social natural, sólo puede ser punto de partida para el artista y, por consiguiente, no debe
someterse a ella. Lo esencial es que no se deforme la verdad, a pesar de su idealización. De
su indispensable idealización, puesto que el arte, como ya hemos dicho, es la modalidad
última de la cultura realizada y, como tal, estilo.
La misión del artista no termina con la obra de arte. Después de la última guerra, tal
como ocurrió al final de la anterior, la conciencia del bien y del mal se ha polarizado en el
mundo y todo parece indicar que el hombre tiende a espiritualizar su acción, situándose
del lado de la bondad y de la belleza. y, dentro ya de este sentido evolutivo, el artista de
hoy debe estar más cerca de Shelley que de papini. Creía el primero “que es deber práctico
de toda persona de pensar recto jamás admitir el principio de que los males que existen son
permanentes, mientras, a la par, incúmbeles proceder a la reforma de los abusos, plenamente
conscientes, del poder del mal”, mientras papini, con desoladora visión del porvenir, creía
que, por ser tan absolutos los poderes del mal, tan imposible la redención del hombre, la
única solución es el suicidio universal.
Las generaciones jóvenes, dentro de las cuales picasso y Orozco son dos fuerzas positivas,
han demostrado lo contrario, denunciando el mal en sus obras, pero sin glorificarlo.
Sus creaciones han surgido del fondo mismo de la verdad, en sus dimensiones morales y
espirituales, como una acusación al orden social imperante. ¿por qué? porque tienen la convicción
de que son aquellas cualidades la expresión natural del fenómeno de la existencia
y por tener la convicción, además, de que el hombre es redento, en su condición de eje de
la sociedad. El odio y el amor se han polarizado para hacernos comprender, al través de los
más hondos sufrimientos, que la máxima felicidad humana no ha de fundarse en el goce
de los bienes materiales, sino en el triunfo del espíritu. ¿Cuál es, pues, la misión del artista
de hoy? Luchar contra la deformación de la verdad, alzarse contra los males imperantes,
enseñarnos lo que el espíritu vale y, en definitiva, proyectar al hombre actual hacia el futuro.
pero actuando al margen de la política, porque la política, como ya hemos dicho, es la
antítesis del arte.
Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre el arte del pasado y el arte de nuestro tiempo? En el
fondo, el tema sigue siendo el mismo. Lo que ha cambiado es la concepción. por consiguiente,
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