10.05.2013 Views

Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA<br />

país por vías amplias y <strong>de</strong>scampadas <strong>de</strong> necesario a<strong>de</strong>lanto… Sueños, sueños… todo aquello<br />

se <strong>de</strong>svaneció rápidamente en la tétrica noche <strong>de</strong>l más acerbo infortunio. Fue como la visión,<br />

rápida y <strong>de</strong>slumbrante, <strong>de</strong> algo <strong>de</strong> momentánea y edificante gran<strong>de</strong>za cívica.<br />

Fonso ardía en <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> conocer personalmente al insigne patricio. tan pronto se<br />

cambió el enlodado traje <strong>de</strong>l camino, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> pasar un largo rato en casa <strong>de</strong> Rosario,<br />

su primera visita fue a casa <strong>de</strong> Espaillat, don<strong>de</strong> Rodolfo le había asegurado que iba Duarte<br />

todas las tar<strong>de</strong>s. Allí estaba efectivamente… Arrellanado en una cómoda mecedora, púsose<br />

<strong>de</strong> pie al serle presentado el visitante. Fonso tuvo entonces la ocasión <strong>de</strong> contemplarlo<br />

a sus anchas. Contaba en aquel momento solamente cincuentiun años escasos; pero una<br />

vejez prematura había convertido sus negros cabellos en escasos mechones grises en que<br />

asomaban algunos hilos argénteos e impreso en el conjunto <strong>de</strong> sus nobles facciones el sello<br />

<strong>de</strong> una acentuada <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia física. parecía encorvado, como si se viese constreñido a vivir<br />

soportando un mundo <strong>de</strong> <strong>de</strong>sencantos y dolores. Amortiguado el brillo <strong>de</strong> sus ojos <strong>de</strong> rara<br />

expresión; pálidas y hundidas las mejillas; lacios y caídos los mostachos, todo en su rostro<br />

<strong>de</strong>nunciaba como una inmensa expresión <strong>de</strong> cansancio, <strong>de</strong> intenso <strong>de</strong>saliento… hablaba con<br />

lentitud, como si las palabras se <strong>de</strong>sprendieran lentamente <strong>de</strong> sus labios, fijándose poco en<br />

su interlocutor, como si su pensamiento vagase por mundos lejanos conversando con seres<br />

invisibles o buscando en un punto <strong>de</strong>l espacio cosas ajenas al momento presente… parecía<br />

como un alma amenazada <strong>de</strong> inminente extinción que, por un momento, se rejuvenecía,<br />

cobraba vida y calor al contacto <strong>de</strong> las cosas exteriores… Fonso no apartaba <strong>de</strong> él la vista,<br />

contemplándole con no sé qué <strong>de</strong>jos <strong>de</strong> acentuada <strong>de</strong>voción, cual si se encontrara ante uno<br />

<strong>de</strong> esos santos <strong>de</strong> mística y resplan<strong>de</strong>ciente aureola, que, en las viejas iglesias, en el fondo <strong>de</strong><br />

silenciosas capillas, a la mortecina luz filtrada por los vidrios <strong>de</strong> colores, reciben <strong>de</strong> continuo<br />

las encendidas oblaciones espirituales <strong>de</strong> férvidos creyentes…<br />

¿para qué viniste, pensaba Fonso, sombra doliente, sombra escapada <strong>de</strong> las agrestes soleda<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong>l Río Negro, en la hora triste en que, aún no terminada la lucha cruenta, aún dueño el<br />

enemigo <strong>de</strong> gran parte <strong>de</strong>l territorio nacional, empezaban a perfilarse en el horizonte iluminado<br />

por el resplandor <strong>de</strong>l incendio, las fisonomías siniestras, los gestos simiescos, las groseras<br />

concupiscencias, <strong>de</strong> los ambiciosos vulgares, <strong>de</strong> los macheteros estultos que iban a malograr<br />

la aún no restaurada república, convirtiéndola en palenque <strong>de</strong> torpes y mezquinas ban<strong>de</strong>rías<br />

personalistas? Disimulada bajo las apariencias <strong>de</strong> una comisión honrosa y patriótica, una nueva<br />

<strong>de</strong>cepción, un cruelísimo <strong>de</strong>sencanto, iba a obligarte a empuñar otra vez el báculo <strong>de</strong>l peregrino<br />

para continuar errando por tu interminable calle <strong>de</strong> amargura. Eras <strong>de</strong>masiado gran<strong>de</strong> para<br />

vivir en una patria en la que sólo parece pue<strong>de</strong>n vivir y prosperar los pigmeos, los ambiciosos<br />

<strong>de</strong>l montón. Cumplidos veinte años <strong>de</strong> ininterrumpido <strong>de</strong>stierro, <strong>de</strong> nuevo –para prestarle<br />

tu ayuda– en el seno <strong>de</strong> la patria que forcejeaba por romper las ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong>l coloniaje, el hado<br />

adverso que parece guiar perennemente tus pasos, te echa otra vez <strong>de</strong>l amado terruño para<br />

llevarte por playas lejanas, a la orilla <strong>de</strong> extranjero río, huérfano <strong>de</strong> tu última esperanza, <strong>de</strong>l<br />

supremo consuelo <strong>de</strong> cerrar para siempre tus ojos en medio <strong>de</strong> los tuyos, en la distante tierra<br />

<strong>de</strong> tus amores y tus glorias… Hay mucho <strong>de</strong> doloroso y <strong>de</strong> sombrío en todo lo que se refiere<br />

a tu noble existencia. tu infortunio exce<strong>de</strong> en mucho a las comunes <strong>de</strong>sdichas <strong>de</strong> la vida. El<br />

dolor, el <strong>de</strong>sencanto, la <strong>de</strong>sesperación fueron tu sino perdurable. De siervos inclinados sobre<br />

la gleba y <strong>de</strong>sesperanzados <strong>de</strong> ser hombres un día, hiciste ciudadanos, formaste un pueblo<br />

libre, y eso fue para tu mal, para que te vejaran los mismos que habías sacado <strong>de</strong> la ergástula,<br />

para que cubrieran <strong>de</strong> espinas tu camino, para que la ingratitud más odiosa clavase en tu alma<br />

212

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!