Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

COLECCIóN pENSAMIENtO DOMINICANO | Vo l u m e n IV | CRítICA DE LItERAtURA y ARtE. FILOSOFíA
demostraron que los dominicanos podían defender por sí solos su independencia–, el presidente
Santana, que con ligeras alternativas, había seguido siendo a lo largo del tiempo el
árbitro de los destinos de la nación, perdió la fe en la estabilidad de la República y se acogió
en definitiva a la vieja tendencia de los que un día persiguieron con ansia la protección y el
apoyo de una gran potencia. Volvió esta vez los ojos a España y fue aun más lejos: decidió,
por medio de pronunciamientos militares, la reincorporación del territorio dominicano a la
monarquía española.
Los patriotas dominicanos se apresuraron a protestar con las armas en la mano contra
ese hecho insólito; pero las primeras tentativas reivindicadoras de la independencia no
tuvieron éxito, entre ellas la encabezada por Sánchez, que inmoló la vida en la demanda.
Después de larga y madura espera, fue el 16 de agosto de 1863 cuando pudo iniciarse
formalmente la magna guerra de restauración nacional, y pronto quedó establecido en la
ciudad de Santiago de los Caballeros un nuevo gobierno republicano. Duarte abandonó
su prolongado destierro y fue hacia el campo de batalla. Allí estaba Mella, que, víctima
de graves quebrantos, murió a poco, todavía en plena lucha restauradora, con esta exclamación
en los labios: ¡Aún hay patria!
Duarte se encaminó nuevamente al extranjero para dar cumplimiento a una misión que
le confió el gobierno de la nación en armas ante algunas repúblicas de la América del Sur.
En 1865, triunfante la campaña de restauración nacional, la República Dominicana quedó
reintegrada en el disfrute de los plenos atributos de su soberanía y su independencia; pero
Duarte adoptó la firme decisión de permanecer en el extranjero y ya no volvió más. Todo
lo había sacrificado en aras de la patria que fue hija de su inspiración y de su fe: ¿para qué
volver, si cada día era más enconada la lucha que libraban entre sí las facciones políticas,
y él no quería servir de pretexto o de banderín de discordia? Con su desasimiento de toda
ambición personal en la vida pública dio un bello ejemplo de dignidad moral.
Su credo nacionalista está condensado en los siguientes párrafos, donde, a la vez que
recuerda las vicisitudes que sufrió por sustentar el ideal de la independencia absoluta, se
adelanta a señalar las inquietantes incógnitas que su certera visión de estadista vislumbraba
en el porvenir:
“Si me pronuncié dominicano independiente, desde el 16 de julio de 1838, cuando los
nombres de patria, libertad y honor nacional se hallaban proscritos como palabras infames, y
por ello merecí, en el año de 43, ser perseguido a muerte por esa facción entonces haitiana, y
por Riviére, que la protegía y a quien engañaron; 175 si después, en el año 1844, me pronuncié
contra el protectorado francés ideado por esos facciosos, y cesión a esta potencia de la península
de Samaná, mereciendo por ello todos los males que sobre mí han llovido; si después de veinte
años de ausencia he vuelto espontáneamente a mi patria, a protestar con las armas en la mano
contra la anexión a España llevada a cabo a despecho del voto nacional por la superchería
de ese bando traidor y parricida, no es de esperar que yo deje de protestar (y conmigo todo
buen dominicano) cual protesto y protestaré siempre, no digo tan sólo contra la anexión de
mi patria a los Estados Unidos sino a cualquier otra potencia de la tierra, y al mismo tiempo
contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más mínimo nuestra independencia
nacional y cercenar nuestro territorio o cualquiera de los derechos del pueblo dominicano”.
175Como es fácil colegir, Duarte alude a la facción conservadora que rodeó al general Santana desde los comienzos
de la lucha con haití.
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