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Crítica y Arte. Filosofía - Banco de Reservas

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MAx hENRíqUEz UREñA | pANORAMA hIStóRICO DE LA LItERAtURA DOMINICANA - tOMO II<br />

tejera conocía como pocos la historia colonial <strong>de</strong> Santo Domingo. Su erudición en ese<br />

or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> conocimientos históricos era asombrosa, especialmente en lo que atañe al <strong>de</strong>scubrimiento,<br />

la conquista y la colonización. En torno a los Colón hay otros trabajos suyos <strong>de</strong><br />

menos extensión: El palacio <strong>de</strong> Don Diego Colón en Santo Domingo (1909) y Cristóbal Colón, genovés<br />

y no judío gallego (1910), admirable estudio que sintetiza y rebate en forma convincente<br />

la ruidosa tesis <strong>de</strong> garcía <strong>de</strong> la Riega. Sus vastas lecturas sobre la época <strong>de</strong> la conquista lo<br />

movieron a realizar un trabajo que requería tiempo y paciencia: un extenso vocabulario <strong>de</strong><br />

Palabras indígenas <strong>de</strong> la Isla <strong>de</strong> Santo Domingo, obra póstuma que fue revisada y ampliada por<br />

su hijo Emilio tejera. Respecto a la época colonial, <strong>de</strong>jó una relación <strong>de</strong> Gobernadores <strong>de</strong> la<br />

Isla <strong>de</strong> Santo Domingo, durante los siglos xVI y xVII, esbozo bastante preciso, que aún pue<strong>de</strong><br />

completarse en lo que respecta a las interinaturas, que se repetían con relativa frecuencia,<br />

<strong>de</strong> los presi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> la Audiencia y <strong>de</strong> los oidores llamados a sustituirlos.<br />

pero si en lo que toca a la prueba <strong>de</strong> la autenticidad <strong>de</strong> los restos <strong>de</strong> Colón que se<br />

encuentran en la Catedral <strong>de</strong> Santo Domingo, no tuvo tejera quien lo igualase en la bien<br />

orientada labor <strong>de</strong> investigación ni en la soli<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l alegato, en otro problema mil veces más<br />

importante para la nación dominicana, como es el <strong>de</strong> su frontera con haití, realizó tejera<br />

el estudio básico e inicial que hacía falta para presentar con diáfana precisión los <strong>de</strong>rechos<br />

que asistían a los dominicanos. El trabajo <strong>de</strong> tejera sobre el problema <strong>de</strong> límites dominicohaitiano<br />

está contenido en la Memoria que presentó al papa León xIII, que había sido nombrado<br />

árbitro <strong>de</strong> la cuestión, y renunció <strong>de</strong>spués al ejercicio <strong>de</strong> la función arbitral porque<br />

estimó que haití, al reducir las bases <strong>de</strong>l compromiso, hacía <strong>de</strong>saparecer las posibilida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> que el fallo pudiera <strong>de</strong>jar <strong>de</strong>finitiva y totalmente zanjado el diferendo. A la Memoria se<br />

agrega la Contramemoria en que tejera rebate la argumentación <strong>de</strong> los comisionados haitianos<br />

ante la Santa Se<strong>de</strong>. Ambos trabajos son magistrales, en estilo recio y puro, pero la Memoria,<br />

especialmente, tiene un gran valor <strong>de</strong> síntesis en la revisión histórica que contiene en corto<br />

número <strong>de</strong> páginas. hay párrafos que rebosan <strong>de</strong> inspirada elocuencia que sólo pudo igualar<br />

tejera en su afamada exposición sobre el Monumento a Duarte, al evocar la dura servidumbre<br />

a que estaba sometido el pueblo dominicano bajo las ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> haití:<br />

“Veinte y dos años gimió el dominicano en la dura servidumbre. ¿qué ocurrió en ese<br />

lapso <strong>de</strong> tiempo? ¿Qué pasos se dieron en la vía <strong>de</strong>l progreso? ¿Qué otro beneficio fuera <strong>de</strong><br />

la re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> los esclavos, se <strong>de</strong>rivó <strong>de</strong> acontecimiento tan trascen<strong>de</strong>ntal?<br />

“¡Ah! contrista el ánimo el solo recuerdo <strong>de</strong> época tan luctuosa. ¡Cuánto horror! ¡Cuánta<br />

ruina! ¡Cuánta amargura <strong>de</strong>vorada en las soleda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l hogar! ¡Nunca la elegía animada por<br />

intenso y legítimo dolor, produjo quejas más lastimeras que las exhaladas por las madres<br />

dominicanas en sus eternas horas <strong>de</strong> angustia! pena causaba el nacimiento <strong>de</strong>l niño, pena<br />

verlo crecer. ¿para qué la hermosura <strong>de</strong> la virgen, sino para que fuera más codiciada por el<br />

bárbaro dominador? ¿para qué el fuerte brazo <strong>de</strong>l varón, si no iba a servirle sino para sostener<br />

el arma, que <strong>de</strong>bía elevar en las civiles contiendas, no al más hábil ni al más liberal, sino al<br />

mejor representante <strong>de</strong> las preocupaciones populares <strong>de</strong> raza? ¿para qué la inteligencia <strong>de</strong>l<br />

joven, sino para hacerle compren<strong>de</strong>r en toda su fuerza la intensidad <strong>de</strong> su <strong>de</strong>gradación? ¡qué<br />

dolor el <strong>de</strong>l padre al <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong>jando a sus hijos en aquel mar sin orillas, más<br />

sombrío y pavoroso que los antros infernales <strong>de</strong>l adusto poeta florentino! ¡Nada gran<strong>de</strong>, nada<br />

útil quedaba! Las enreda<strong>de</strong>ras silvestres crecían a su antojo don<strong>de</strong> antes el cafeto doblaba<br />

sus ramas al peso <strong>de</strong> las rojas bayas, o don<strong>de</strong> el prolífero cacao encerraba en urnas <strong>de</strong> oro<br />

o púrpura el manjar <strong>de</strong> los dioses. El grito <strong>de</strong> los mochuelos interrumpía el silencio <strong>de</strong> los<br />

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